El rey Luis XVI lanzo una de las mayores expediciones de
descubrimiento de su época. Quería corregir y completar la cartografía del
planeta, crear nuevos puestos de comercio, abrir nuevas rutas marítimas en todo
el mundo, enriqueciendo las colecciones de conocimientos científicos.
Luis XVI tenía un amplio conocimiento en viajes de lectura geográfica,
le había dado una gran predilección por todo lo que tenía alguna relación con
la navegación y sobre todo los viajes de Cook, quien había bateado mas, inspiro
el deseo de ordenar una campaña de descubrimiento e involucrar a los franceses
en la gloria que había conseguido aquel navegador por su nación. Las opiniones
del monarca fueron consignadas en un proyecto que fue esbozado por primera vez
por sus propias ideas. El original todavía existe y vemos notas al margen,
escrito de puño y letra, con medidas propuestas a corregir y compensar lo que
se omite. Todas estas notas anuncian un profundo conocimiento de la geografía,
la navegación y el comercio. Por último leemos en el fondo del proyecto, también
escribió la mano del rey, el siguiente pasaje:
“Para resumir lo que se propone en el presente proyecto y
las observaciones que hice, hay dos partes, el comercio y los reconocimientos. Los
primeros dos puntos principales: la caza de ballenas en el océano Antártico al
sur de América y el cabo de buena esperanza y el otro es el comercio de pieles
en el noroeste de América, por ser transportados en china, y si podemos, en Japón.
Como parte del reconocimiento, los punto principales son que la parte del
noroeste de América, que compite con el aspecto comercial, el mar del Japón,
que también contribuye, pero creo que esta temporada propuesta en el proyecto
es un nombre poco apropiado, las islas salomón y al sudoeste de nueva Holanda. Todos
los demás deben estar subordinado a
ellos, debe limitarse a lo que es más útil y e puede ejecutar en el país en los
tres años propuestos”.
Fue después de considerar y, en sus diversas partes, la
expedición propuesta, que el rey le dio al navegador La Perouse que le había confiado la ejecución de la expedición.
Se trataba de un capitán que llego a su rango en la armada francesa con una
carrera de servicio largo y honorable.
Galaup jean francois de La Perouse, nacido en 1741, ingreso
a la armada en 1756 con el rango de simple guardia. En 1780, después de una expedición
hábilmente llevada a cabo contra las colonias inglesas de Hudson, había sido
nombrado capitán.
Los preparativos para el viaje cuyo objetivo era llenar
todos los huecos, para disipar las dudas que aun pudieran existir en la geografía marítima, respondió a la
medida de su plan y la importancia de los resultados que se esperan.
Dos fragatas, la brújula y el astrolabio, se organizaron
para esta compaña marítima, estaban equipados con todo lo que parecía necesario
o útil solo para un viaje que duraría tres años.
Un comité formado por hombres mayores en las diversas
ciencias y artes. Una tripulación de 220 hombres, incluyendo un astrónomo, un médico,
tres biólogos, un matemático y tres dibujantes. Incluso los sacerdotes católicos
que formaban parte de la expedición como los capellanes fueron entrenados como científicos.
El tamaño del proyecto, la atención prestada a su organización,
la habilidad de los que fueron escogidos, todo parecía prometer un éxito de La
Perouse, pero la fortuna engaño todas las expectativas y la compañía de
transporte marítimo en condiciones tan favorables, termino pronto por un
desenlace oscuro casi desconocido en los anales del mar.
La expedición cruzo el atlántico y llego a cabo de hornos,
en el extremo sur de América del sur, en enero de 1786.mas tarde exploro chile,
islas de pascua, Hawái (todavía hay un lugar en mavi llamado laperouse bay), Alaska,
california (donde La Perouse encontró mucho
que criticar en el tratamiento de los nativos americanos), Japón, Rusia,
filipinas, Taiwán, corea, tonga, Samoa y Australia.
Dos años después de la hora fijada para el regreso de La
Perouse no volvió a aparecer, se sacaron
conjeturas sobre su triste final de su campaña. En 1791, la asamblea nacional pidió
al rey enviar exploradores en busca de los infelices.
El almirante d`entrecasteaux fue encargado de esta misión pero
no obtuvo resultados, hasta que en 1827 el capitán Dillon, que navego los
mares de india, descubrió los restos de vasijas y objetos que habían pertenecido
a La Perouse. Guiados por los indicios, parece cierto que durante la noche las
dos fragatas la brújula y astrolabio se estrellaron en los arrecifes de las
islas vanikoro, fueron tragados sin que nadie pudiera escapar de este desastre.
El capitán Dillon recogió los cañones de bronce, la
campana de buceo, algunos fragmentos de porcelana y tubos barométricos que
obviamente venían del armamento de La Perouse.En 1828, el capitán Dumont d`urville recorrió los mares en los que había navegado
La Perouse, encontraron restos de armas
que confirmaron todo lo que se podía haber previsto el lamentable destino del
navegador y su tripulación.
Antes de salir de este lugar, Dumont d`urville hizo un último homenaje a la memoria
de La Perouse. En las rocas se erigió un mausoleo coronado por un obelisco
triangular.
El propio Luis XVI habría pedido; en la mañana de su ejecución,
el 21 de enero de 1793: “¿hay alguna noticia del señor de La Perouse?”. Yo no
garantizo la exactitud de esta cita, pero es emblemática la simpatía personal
del depuesto rey por el explorador, y el nivel de interés público en el destino de la expedición.