domingo, 3 de diciembre de 2023

EL CONDE DE ADHEMAR ES NOMBRADO EMBAJADOR EN LONDRES (1783)

LE COMTE D'ADHEMAR EST NOMMÉ AMBASSADEUR À LONDRES (1783)
“Nace con la ambición, tenia las cualidades necesarias para construir, una cara bonita, el espíritu suave, insinuante, mostró ingenio no lo suficiente como para ofender o cualidades brillantes como para ser tímido. No señalar el papel y el carácter de persona protegida y así logra sus fines, sin tratar de dirigir” - memorias del Barón de Besenval. grabado del conde d`Adhemar hecho por Carmontelle
En 1783 el codiciado puesto de embajador de Londres quedo vacante. La compañía de los Polignac se prepara activamente para sugerir la candidatura de uno de sus miembros: el conde Adhemar. Sin embargo, desde hace un tiempo, maría Antonieta a empezado a tomarle repugnancia a este anciano pisaverde sin sesos. Sabe muy bien que, tras la dulce Yolanda, Vaudreuil y Adhemar son aquellos quienes dominan la sociedad.

Gracias al clan de los Polignac, había obtenido el mando del regimiento de dragones de Chartres, brigadier de infantería, mariscal de los campamentos y ejércitos del rey, ministro de Bruselas e incluso caballero de honor de Madame Elizabeth. El clan influye fuertemente para presentar al conde Adhemar como candidato a la cartera de ministro de guerra.

Bombelles juzga duramente al conde Adhemar, cuando se habla de cuatro personas para reemplazar al señor Montbarey como ministro guerra. Estos son Segur, Chatelet, Vogue y Adhemar, sobre este último Bombelles expresa:

“Quería que el duque de Orleans le diera el mando de su regimiento de Chartres. El nuevo coronel hizo gala de los dotes de un buen mayor, hizo de su tropa un conjunto perfecto de esas máquinas de resorte que se llaman soldados prusianos. Los que no desertaron fueron sometidos a las reglas de una disciplina que no convenia a la nación francesa. Habiendo perdido este nuevo método, su mérito después de la jubilación de Choiseul, los coroneles se vieron obligados a buscar otros medios para que la gente hablara de ellos. El deseaba alienar la política con sus puntos de vista, así como con su batallón.

Me comunico sus planes. Lo anime a que los siguiera porque en medio de tanta ignorancia note espíritu. Poco después, el señor Adhemar siguió un curso de derecho publico en Estrasburgo. Yo estaba en el secreto de este tipo de trabajo, que consistía en escuchar durante una hora al día a un profesito, confuso en sus idas y al que la erudición mas repulsiva ocupaba el lugar del sentido común.

Después de tal curso de tres meses, al alumno superficial de un maestro imbécil partido para viajar. En seis meses vio media Europa, y lo encontré en Versalles decidiendo sobre la administración de las cortes principales como un hombre que cree conocer a fondo sus ventajas y defectos. Era justo destacar tal precisión de mirada y tanta facilidad en las instrucciones, Aiguillon nombro a Adhemar al cargo de ministro de Francia en Bruselas.

¿es en este lugar, cuya nulidad es evidente, donde extrajo el gran arte de apreciar las cosas, tan necesarias al frente de un departamento como el de guerra en Francia? Esta pregunta es curiosa de resolver”.

Esterhazy relata como el círculo de la reina pensó en el conde Adhemar para el ministerio de guerra: “a mi regreso, la corte estaba en Choisy. El señor de Montbarey dejo el ministerio de guerra, había disgustado a la reina al dar el gobierno de Gravelinas al señor de Pontecoulant, antes de que ella tuviera tiempo de pedir al rey en favor del conde Vaudreuil. Trascurrió un intervalo considerable antes de que se nombrara al sucesor de Montbarey. Quería cambiar la forma de este ministerio, encomendarlo al señor Adhemar, que era solo brigadier, con otro nombre. El proyecto trascurrió, se hicieron tantas conjeturas de él y esta elección parecía tan ridícula que quienes la habían hecho, tuvieron que desistir. El lugar fue cedido en 1782 al señor de Segur, un teniente general que había perdido un brazo en la guerra de 1741 y que con un poco de ingenio había hecho buenas cosas”.

El conde Mercy logro desbaratar el proyecto, Adhemar fue pasado por alto como candidato para ministro de guerra. Aunque el conde Adhemar solo había obtenido ventajas sin resultados duraderos de sus complicadas intrigas, siguió siendo el legislador supremo de la sociedad de los Polignac. El 13 de noviembre de 1782 la jubilación del señor Amelot, dejo vacante le ministerio de la casa real. La camarilla arremetió fuertemente para que fuera nombrado el conde Adhemar, maría Antonieta indignada ni siquiera quiso prestar atención a la solicitud y en su lugar nombro al barón de Breteuil.

En 1783 el señor Moustier fue retirado como embajador en Londres. Vergennes para adquirir el bien las gracias de Madame Polignac y a través de ella el bien venido de la reina, ofreció incluso a la duquesa a proponer a su amigo el conde Adhemar, entonces ministro de Francia en Bruselas. Sin embargo, él debe haber sabido que la reina estaba muy mal dispuesta por este diplomático a quien ella tomo por un hombre gordo, ligero y torpe. Era un doble juego del viejo ministro, por un lado, quería ganarse las simpatías de la reina fingiendo apoyar a sus candidatos, por otro lado, quería comprobar a los ojos del rey con hechos que las personas designadas por la reina no eran aptos para os puestos que ella exigía.

La reina confió el asunto al conde Mercy; ella le dice que, si su mano se ve envuelta en esta cita, atraería el reproche publico y que, por otro lado, si el proyecto fracasa, ella estaría expuesta a quejas de su compañía. Para salir de este lio; llamo al conde Vergennes y le pregunto cual era su opinión sobre el conde Adhemar. Respondió el ministro que en su opinión este diplomático era un espíritu vivo y juicioso como lo hacen sus cualidades eran muy específicas de la embajada de Londres, donde estaba seguro de tener éxito.

Luis XVI tenia en mente para este puesto al señor Vauguyon, entonces embajador de La Haya, donde había prestado grandes servicios. Aunque Madame Campan escribió que el conde Adhemar “había tenido la desgracia de molestar a la reina: para castigarlo, le había dado una embajada”. Fue gracias a la recomendación de Vergennes, mas que por pura influencia de la reina, el conde Adhemar fue designado embajador de Londres. Para consolarlo de esta desilusión, Vauguyon fue nombrado poco después embajador en Madrid.

Toda la compañía de los Polignac se prepara activamente para la partida, no solo del nuevo embajador, sino también de los Jules que insisten en acompañarlo para transportar su casa a Londres, entre ellos Madame Polignac y Madame Chalons. María Antonieta permanece indiferente, cuando el conde  Adhemar fue llamado al despacho del rey para informarle de su nuevo puesto, la reina le expreso: “se que es una nulidad desarmarte, pero como estamos en paz con Inglaterra, no tendrás ocasión para hacer nada ni bueno ni malo”.

Madame Polignac recomiendo a su amiga la duquesa de Devonshire que le de una calurosa bienvenida al conde y que lo presente al circulo londinense: “tu sabes por ti misma parte de lo que vale (el conde Adhemar), pero no es por el lado de las comodidades que quiero hacerte saber hoy. Incluso quiero que olvides lo que te haya parecido a este respecto. Lo encontraras sencillo, honesto, seguro en la sociedad, finalmente lleno de las cualidades esenciales que lo han hecho mi amigo más íntimo, es en esta capacidad que te lo recomiendo, mi querida Georgina… debo agregarte que, aunque hasta ahora la fortuna no le ha tratado bien, no es de la mas alta estirpe y que al nombrarle para la embajada de Inglaterra, no pensó el rey que hacia menos justicia a su nombre que a su mérito”.