domingo, 13 de enero de 2013

LA VISITA DEL ARCHIDUQUE MAXIMILIANO DE AUSTRIA (1775)

Maximiliano Franz, como Gran Maestro de la Orden Teutónica, el castillo de Versalles
En la primavera de 1775, María Antonieta recibió con gran placer la visita de su hermano menor, Maximiliano. Llego a parís en su camino a Bruselas donde iba a ser coadjutor de la orden teutónica y de allí a colonia para ser elector. Fue la primera vez desde su partida de Viena, que la reina estaba viendo a un miembro de su familia.

Pero, con entusiasmo mientras ella había estado esperando su visita, su satisfacción fue empañada por la mal educación de los príncipes de la sangre, y más aun por la aprobación de su conducta mostrada  por los ciudadanos de parís, parecía brotar de repente el sentimiento nacional de la enemistad a la casa de Austria. El archiduque, de 14 años de edad, no hizo valer su rango real en sus viajes, sino que guardo incógnita su identidad, como los príncipes en tales ocasiones suelen asumir, llevando el título de conde de Burgau; además fue acompañado por los conde de Rosenberg y de Lamberg, instruidos por la emperatriz Marie teresa para supervisar la conducta del príncipe durante su estancia en parís a partir de la información que le darían sobre la reina.

Los hermanos del rey, incluso el mismo Luis XVI, no prestaron atención a la situación de incognito; visitaron en el primer instante de su llegada al archiduque. Pero los príncipes de la sangre se pararon en su dignidad, se negaron a reconocer un rango que no era públicamente declarado, era un extranjero no importaba que fuera hermano de su reina. Se insistió en que la atención de la primera visita debería ser de parte de él.

Entrar en discusión sobre el grado del problema entre el archiduque de Austria y los principesde la sangre de Francia, basta con decir que no había duda que la etiqueta francesa estaba establecida, por lo que el archiduque, aunque viajando bajo un titulo de incognito, debía haber hecho su primera visita a los príncipes de la casa de Orleans, a la casa Conti,  a la casa Conde y la casa de Penthievre. Sin embargo, esto es lo que no hizo en primera visita a Versalles. La indignación fue mayor cuando tuvieron que presenciar como Luis XVI, rey de Francia y sus hermanos tuvieron que ir a visitar al archiduque.
 
Cuadro que Representa a Luis XVI y Marie Antoinette junto al archiduque Maximiliano durante la estancia en Versalles en 1775.
Los príncipes estaban en su derecho, y del lado de la reina, no había ninguna intención de hacerles daño. Era joven, inexperta, ignorante de las reglas de la etiqueta de la corte francesa y tampoco tenía la intención de comprender. La reina esperaba que los príncipes dieran una fiesta en honor a su hermano, pero ocho o diez días habían pasado desde la llegada de este último, y no había ninguna manifestación. María Antonieta resulto especialmente dolida por, la conducta grosera del señor duque de Orleans, que siempre había tratado bien antes de eso, no le hizo ninguna cortesía a su hermano y antes de ese momento, el duque recorría casi todos los días Versalles, y no había aparecido una vez desde que el archiduque estaba allí.

“Los príncipes de las casas de Orleans, Conde y Conti afirmaron que el archiduque Maximiliano les debía la primera visita. La reina no permitió que su hermano cediera a esta demanda, resulto muy insatisfecho y el duque de Orleans exigió una explicación muy clara. A medida que continuo la situación de incognito, la reina rápidamente respondió: “el duque sabia que el rey y sus hermanos habían tratado a Maximiliano como a un hermano. Incluso lo invito a cenar en privado con él y conmigo, un honor que me supongo que usted nunca ha reclamado. Además, mi hermano no puede ver a los príncipes; estará un corto tiempo en parís, tiene muchas cosas que hacer y no lo hará” (el conde Mercy, 18 de marzo de 1775)

Su amonestación fue en vano, los príncipes se adhirieron a su resolución y la reina en la suya. Ellos no fueron admitidos en cualquiera de las fiestas del palacio durante la estancia del archiduque, y fueron excluidos de todos los actos privados que se dieron en su honor, ya que la reina dio a conocer que ella y el rey se negaban asistir a cualquier reunión si eran invitados. Pero la conducta de los príncipes era sin duda un acto descortés con un extranjero y una falta de respeto a su soberano.

 
El archiduque pasó los primeros días después de su llegada a Versalles casi completamente a solas con la reina. Ella por su parte dio una fiesta en su honor, reuniendo a las familias francesas como los Noailles, Durfort, Tavennes, Segur, Brionne; los ministros y sus esposas; los condes de Provenza y Artois. Se le dio además recorridos por los establos del rey, la escuela de equitación y la remodelación del Petit Trianon.

Este festival aumento el descontento de los príncipes de la sangre, y desde ese día la reina, quien no podía ocultar lo que no le gustaba, por lo general parecía fría ante el duque de Orleans. Este por su parte se le vio constantemente desde entonces, con entusiasmo de aprovechar todas las oportunidades para culpar a las acciones de la reina y de ridiculizar a los miembros de la camarilla Polignac, que se habían convertido en la sociedad intima de María Antonieta.

Finalmente el archiduque Maximiliano abandono parís, María Antonieta se vio muy afectada, incluso abandono su intención de ir a la opera a pesar del estreno de “Orfeo” de su compatriota Gluck.

“Mi querida madre, la salida de mi hermano me hace muy infeliz… dejo una buena reputación aquí por su amabilidad, la honestidad y la atención para todos” (Marie Antoinette, 17 de marzo de 1775)

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