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domingo, 28 de junio de 2015

EL DUQUE DE FITZ-JAMES ES NOMBRADO MARISCAL DE FRANCIA

En abril de 1775, la brigada comandada por el astuto barón de Besenval empuja a la reina para pedir el título de mariscal para el duque de Fitz-James. María Antonieta que estima a la duquesa, va a exponérselo al rey y este acepta. El ministro de guerra queda estupefacto: “que merito ha recibido el señor de Fitz-james!”. Luis XVI intenta volver sobre la promesa, pero la reina ha advertido ya al nuevo mariscal, esperando en la antesala para la presentación de sus gracias. No se puede retroceder.


El señor  Jacques-Charles, duque de Fitz-James (1743-1805), que estaba en parís, se apresuró a correr a Versalles, y se acercó al ministro de guerra, el conde de Muy para presentar sus acciones de gracias. El ministro escucha con sorpresa, y él –responde felicitarlo por haber sido nombrado mariscal de Francia, pero, al mismo tiempo es  la primera noticia que recibe-. Asombrado se dirige al rey diciéndole: “me entero que vuestra majestad ha nombrado al duque de Fitz-James mariscal de Francia; una eminente dignidad no se puede conceder porque de la antigüedad de servicio o acciones brillantes, y no creo que el señor Fitz-James ha citado ninguna de estas cualidades”.

-Luis XVI  escucho con atención- bueno, el señor de Fitz-James no será mariscal de Francia.

-el conde de Maurapeas, que durante su discurso se sintió avergonzado, al hablar de este asunto dijo: pero su majestad prometió.

-no importa, tengo que dar a conocer mi voluntad, dijo Luis XVI, y paso a otro asunto, la junta estaba asombrada. El señor de Fitz-James esperaba en la antesala, sin embargo, el tiempo paso y el rey no apareció. El consejo termino y los ministros se retiraron, entonces el duque se dirigió al conde  Maurapeas  para saber lo sucedido.

Pero el partido quería demostrar su influencia en la reina. Estimulada por su parte, accedió a apoyarlo y María Antonieta se dirige enfurecido al ministro para pedirle explicaciones:

-pero majestad –respondió amargamente el ministro- el nombramiento del duque era una injusticia manifiesta, muchos señores merecen algo mejor que él, y habría sido faltar a hombres estimables.

-darles lo que tienen derecho de exigir y nadie se quejara –respondió la reina- confió en el señor Fitz-James y doy mi consentimiento.

Pero María Antonieta no quedaría satisfecha, se dirigió al rey para hablar sobre este asunto y Luis XVI doblega su voluntad tan pronto como su mujer exige algo de él.

El rey confundido, declaro seguir con la promesa que ya antes le había hecho. El gran clamor alrededor de la reina cuando supieron el resultado de esta reunión, para calmar su derrota el rey mando llamar a otros siete hombres que no habían tenido rango alguno como el señor Fitz-James. Pero el público en parís se sorprendió de la influencia de la reina sobre su marido y el justificar el mérito de los otros elegidos. Se hicieron canciones satíricas sobre los nuevos mariscales y folletos impresos en comparación con los siete pecados capitales.


Finalmente el duque de Fitz-James recibió el bastón de mariscal de Francia, un triunfo tanto para él como la evidente influencia de la reina sobre el soberano de Francia. Los otros seis mariscales nombrados fueron el señor de Harcourt, de Dumuy, de Noailles, de Nicolay, de Mouchy y de Duras.

lunes, 15 de junio de 2015

EL COSTOSO PALACIO DE SAINT-CLOUD


La futura ampliación de su familia fue la motivación detrás del deseo de María Antonieta para adquirir una nueva propiedad en el otoño de 1784, saint-cloud, hasta entonces propiedad de la familia de Orleans, fue el palacio en cuestión. Con tres hijos, la Muette sería demasiado pequeña en el verano. Saint-cloud seria “una interesante adquisición para mis hijos y para mi”; ella también tenía que pensar en el futuro de los niños más pequeños, en comparación con las perspectivas a la espera del pequeño delfín deslumbrante. Además de ser una propiedad personal, todo esto parecía bastante razonable, al menos desde el punto de vista de la reina.

El precio de 6.000.000 libras fue alto, pero podría ser cubierto por otras ventas, como el castillo de la Trompette en burdeos. Naturalmente, el emperador José saludo con entusiasmo “esta nueva muestra de ternura” por parte del rey, ya que reforzaría la posición de su hermana.

representación de St. Cloud atribuido a Jean-Baptiste Mallet. Este es un gouache que representa el parque de Saint-Cloud en 1782.
Lamentablemente hubo otros intereses en el trabajo más allá de la preocupación materna. La idea de adquirir saint-cloud como una propiedad personal fue probablemente la inspiración de la casa real nombrado en noviembre de 1783, el barón de Breteuil, que lo veían como “el anillo en el dedo de la reina”.

La brecha de manipulación de Breteuil en la venta de saint-cloud en contra de la contraloría de finanzas, el señor de Calonne, María Antonieta nunca le gusto este último, a pesar de ser parte del conjunto polignac. Su reacia negativa a la adquisición de saint-cloud estaba en la superficie  una repulsión predecible contra el gasto. Este palacio provoco una oleada de impopularidad con la decisión imprudente para ser una propiedad personal. No había ninguna tradición de este tipo de regalos a una reina consorte francesa y saint-cloud no era una “casa de placer” apartada como el trianon. Fue, de hecho, lo sufrientemente cerca de parís para que todos tomen nota del comando desconocido “por orden de la reina”. Hubo protestas en cartas patentes del regalo del rey fueron registradas en el parlamento de parís. Uno de los miembros de la cámara grito que era "políticamente incorrecto e inmoral un palacio perteneciente a la reina".

Cualquiera que fuera la hostilidad por la posesión, saint-cloud proporciono a María Antonieta con una nueva oportunidad de disfrutar su amor ardiente por la decoración de interiores, la reina mostro discernimiento en lo que ella escogió y comisiono. De hecho, el elegante espíritu de maría Antonieta es quizás mejor representado por esas exquisitas piezas de su mobiliario que sobreviven hoy para apreciarlas.

festin celebrado en los jardines del saint-cloud en 1786.
58 piezas era de madera con incrustaciones de laca y adornadas con bronce dorado, a menudo con motivos de flores o niños jugando. Los diseñadores, tales como el ebanista Jean Henri Riesener que hizo más de 700 piezas de la colección real en general. La reina tenía una debilidad por los muebles con dispositivos mecánicos, David Roentgen de Neuwied, diseño una hermosa mesa de escribir coronada por la figura realista de una señora tocando un pequeño cavicornio. Sillas doradas y cómodas marquetería con monturas de bronce dorado en el sabor más rico Luis XVI estaban siendo entregadas a Saint-Cloud derecho a los primeros días de la Revolución Francesa. En 1790, Saint-Cloud fue el escenario de la famosa entrevista entre María Antonieta y Mirabeau.

domingo, 17 de mayo de 2015

EL DUELO DEL CONDE ARTOIS (1778)

Durante el carnaval de 1778 el conde Artois despedido por la ligereza de sus costumbres provoco un duelo de espadas con el duque de Borbón, en el centro de este evento se vieron involucradas dos mujeres.

El conde Artois - cuadro de Henri Pierre Danloux.
En este tiempo el conde Artois se había convertido en amante de madame Canillac y esta a su vez ya había tintineado en el lecho del duque de Borbón. Según el barón de Besenval: “la señora de Canillac, en su primera juventud, era pequeña, tenía un muy buen cutis, características agradables, excepto la nariz, las fosas nasales eran demasiados abiertas y de la boca que era desagradable, pero en general, fue una mujer bonita, cuya frescura desvaneció los defectos... El duque de Borbón pronto la convirtió en su amante, la duquesa se dio cuenta pero en lugar de utilizar o retener el papel de una mujer abandonada o medios suaves para atraer a su esposo, ella dio paso a las etapas de brillo que produjeron las cosas hasta el punto que la señora Canillac se vio obligada a retirarse”.

Bajo estas disposiciones en el baile de la ópera, el conde Artois, que dio su brazo a madame de Canillac, ambos enmascarados hasta los dientes. Se aferró a sus pasos y permitieron la libertad de la danza en el permiso del disfraz. Madame Canillac señalo a su amante a la duquesa que también se encontraba en la ópera y le pidió que fuera desagradable con ella, en una especie de venganza.

El conde Artois se dirigió a ella en la más insultante manera. La duquesa no pudo contener su ira, le arranco las cuerdas de la máscara y él igualmente furioso rompió la máscara que ocultaba el rostro de la dama.

Según los relatos de Alexander Dumas: "Una noche, en el baile de máscaras de la ópera, el conde de Artois dio su brazo a una mujer encantadora, un poco de luz al igual que las damas de la época. Se llamaba la señora de Canillac. Primero dama de honor de la señora de Borbón, algunos de unión, el ruido fue hasta el escándalo la obligó a salir de la casa de la princesa. Esa noche, la señora de Canillac cenó con el conde de Artois y este, en un momento de entusiasmo por los bellos ojos de la señora de Canillac, como Champagne hizo aún más chispeante la noche, el conde de Artois, protegido a sí mismo bajo la máscara, había prometido a su hermosa invitada vengar las declaraciones equivocadas hechas en su contra por la señora duquesa de Borbón: la oportunidad de cumplir su palabra pronto se presentó. Apenas entrado al baile, Su Alteza reconoció la señora de Borbón en un brazo de la máscara; se fue directo a ella, y abordar el caballero que le acompañaba, que trataba la princesa casi como si ella era una hija de alegría. Mientras la señora de Borbón, furioso y con ganas de saber lo que era la máscara que tuvo la audacia de atacar a ella, la señora de Borbón arrancó la máscara y reconoció al conde Artois”.

La duquesa tuvo la prudencia de no decir nada, se olvidó del insulto y todo lo relacionado con ello. El duque de Borbón no estaba satisfecho con las disculpas del conteo realizado en presencia del rey y la familia real, por lo que reto a un duelo de caballeros al conde Artois en el Bois Boulogne para defender el honor de su esposa.

El príncipe de Conde pidió la intervención del rey. Su majestad envió a ambas partes a su gabinete y como cabeza de la familia, les aconsejo pedirse disculpas y ser amigos, olvidando la ofensa. Ellos se reconciliaron al parecer, pero ni el duque ni la duquesa de Borbón estaban satisfechos. El duque no podía impugnar directamente al hermano del rey, pero no pudo ocultar su resentimiento, como descendiente de Enrique IV expresó su deseo de batirse en un duelo.


Orquestado por el padre de este, el príncipe de Conde, la reunión se llevó a cabo el 16 de marzo en el Bois Boulogne. El conde Artois rasgo el brazo de su oponente, por esta “primera sangre” el duelo fue detenido. El duque de Borbón y el príncipe Conde dieron las gracias al conde Artois por haberles hecho el honor de cruzar la espada con un príncipe de su casa. Los príncipes se abrazaron, convencidos de que cada uno había cumplido con su deber.

Según el barón de Besenval: “Tan pronto como entraron en el bosque, donde estaban unos veinte pasos; El conde de Artois tomó su espada en la mano; el duque de Borbón imitado. En él, cada uno tomó su espada desnuda bajo el brazo, y los príncipes se apartaron un lado de la otra, haciendo juntos. Todo el mundo se puso de pie en la puerta de madera, excepto el caballero de Crussol, que acompañaron a Su Alteza Real y el Sr. Vibraye, que había seguido los Borbones.

Al llegar a la pared, Sr. Vibraye que representaban a los dos campeones había mantenido sus espuelas, que puede afectar negativamente a ellos.

- Está bien, dijo a los príncipes.


Sr. Crussol tomó las del Conde de Artois; Sr. Vibraye elimina las del duque de Borbón. Este pensamiento caro al principio porque, levantándose, tomó bajo el ojo en la punta de la espada que el duque de Borbón aún bajo el brazo; un poco más arriba, se perforó el ojo.

El espolón eliminado, el duque de Borbón pidió permiso al señor conde de Artois a quitarse el abrigo, con el pretexto de que le molestaba. El conde de Artois echó; y el pecho descubrimiento, comenzaron a pelear. De repente el color montada en la cara de Su Alteza Real; ganó la impaciencia; redobló, y apretó lo suficiente el duque de Borbón para hacerle romper la medida. En ese momento, el duque de Borbón se tambaleó; la punta de la espada del conde de Artois le pasó bajo el brazo; De Crussol y el Sr. Vibraye convencido de que el duque estaba lesionado, se adelantó para instar a los príncipes de suspender”.


En cuanto al rey, la práctica del duelo estaba prohibido, por lo que condeno a los delincuentes al exilio de unos días: al conde Artois lo envió a pagar su penitencia a Choisy y el duque de Borbón a Chantilly.

domingo, 5 de abril de 2015

MADAME DE POLIGNAC ES NOMBRADA INSTITUTRIZ REAL

La reina fue ocupada en lo personal de la educación de sus hijos. Tal preocupación la manifestó a través de sus cartas a su amiga la princesa de Hesse. Una quiebra inesperada y horrible de una familia noble a principios del otoño de 1782, fue por lo tanto de interés particular para la reina porque se trataba de la real institutriz de sus hijos. Esta era la princesa de Guemenee que solo un año antes había desfilado tan felizmente con el delfín recién nacido en medio de las filas de cortesanos.

La quiebra por la suma de 33 millones de libras fue el mayor escándalo en Versalles. Los Rohan-Guemenee, como pareja, habían sido deslumbrante y por un tiempo era difícil creer en el colapso de su futuro tan brillante. La princesa finalmente renuncio a su puesto, el rey y la reina se comportaron tan bien y generosamente con la pareja, a pesar de los consejos del conde Mercy y Vermont que la reina evitara cualquier enredo en este asunto. María Antonieta aseguro una enorme pensión para la princesa en la rendición de su puesto, mientras que el rey compro la propiedad Guemenee en Montreuil.

¿Por tanto quién ocuparía este puesto tan importante? educar al futuro monarca desde niño significaría una influencia enorme de grande. Corrieron rumores de que la reina elegiría a su idolatra madame Polignac. Sin embargo la favorita seducida por la importancia del empleo, trato de anticiparse a decir que no lo aceptaría y siguió manteniendo su punto de vista de elegir una buena ama de llaves. Los cortesanos que se consideraban agraviados, de todos lo que se le concedió, siguieron circulando intrigas contra ella.


El rey se debatió entre dos mujeres; la princesa de Chimay y madame de Duras, pero antes faltaba la opinión de la reina: “me temo, en la adoración aprobada por la princesa de Chimay podría garantizar en nuestros niños el sentimiento de la verdadera piedad. En cuanto a la señora de Duras, ella es muy inteligente y la educación superior va en detrimento de la dedicación. Así que mucho conocimiento puede ser esencial para un gobernador, pero me parece perjudicial para una ama de casa que debe limitarse a desarrollar el alma y el carácter de sus alumnos”.

El rey impresionado por esta sentencia pensó en que su esposa elegiría madame Polignac y se apresuró a difundir que esta iba a ser nombrada institutriz, Luis XVI dio plena confianza y estima a la favorita y más aún en dejar en sus manos la educación de los hijos de Francia. Por tanto la camarilla Polignac tejió una red para ratificar la confianza de la una y ablandar la apatía de la otra. El astuto barón de Besenval estuvo a cargo de este espinoso asunto: “aproveche el momento en que la reina iba de una habitación a otra -dice- me fui a ella y le pregunte lo que pensaba sobre los rumores que circulaban en el palacio, sobre la jubilación de la señora de Guemenee y su reemplazo por madame Polignac. La reina se detuvo y me miro como alguien que presenta una idea totalmente nueva, se quedó un momento sin hablar - ¿madame Polignac?- majestad tiene todas las cualidades necesarias para este puesto, creo que desagradara en el ojo público sino diera esa confianza a su amiga”.

En cualquier nivel normal, la Duquesa de Polignac tenía un carácter dulce y era una buena opción. Compartió las preocupaciones de la maternidad; su cuarto hijo, Camille, nació tres meses después del delfín.

Madame Polignac hablo con la reina. Con lágrimas manifestó su gratitud, luego hablo de las repercusiones que podrían surgir en su contra, pues la duquesa de Grammont codiciaba esta oficina: "no he prometido el puesto a nadie –respondió la reina- y yo solo daré a usted antes que cualquier persona. Confió ciegamente en que usted educara muy bien a mis hijos".


Pero Versalles no era un mundo normal. El peligro no radica en los vicios retratados en los folletos sobre la Polignac con títulos como “la princesa de priape” o “la mesalina francesa”. Tampoco Luis XVI que tomo la molestia de asegurar a la duquesa de antemano que iba a confiar fácilmente a sus hijos. Su dependencia agradeció en la capacidad de Yolanda de aliviar las amarguras de la reina.

Según el conde Mercy “la elección como institutriz no ha recibido la aprobación general”, La noticia no solo sorprendió a Versalles, el disgusto llego hasta Viena donde José II escribió a Mercy mostrando su desagrado: “el nombramiento de la señora Polignac, lo admito, me sorprendió como todas las personas sensatas, pero aun así, es un hecho y yo soy cuidadoso de no hablar en esos términos a la reina, pero no dejo de mostrar mi disgusto como una mujer tan impúdica se le asigné un cargo de tanta importancia”.

El nuevo cargo añadió a la lista de prestaciones de los Polignac, apartamentos en Versalles y el cargo lucrativo de director general de correos, dado al duque de Polignac. Es cierto que por 1782, María Antonieta ya estaba totalmente dominada por el conjunto de los Polignac.

A pesar de todo era una carga muy grande para una mujer de vida tranquila. La infancia del delfín Luis José, nacido débil y delicado, era doloroso, madame de Polignac fue despertada varias veces en la noche por los gritos del joven príncipe, cuya habitación estaba al lado de la suya. Las preocupaciones era la muerte de la esperanza dinástica de Francia. Su angustia se calmo un poco cuando nació el pequeño Luis Carlos, que se produjo tres años más tarde, pero su fatiga se duplica.
 

Mucho cuidado, ya que la rendición de cuantas, había alterado profundamente la salud de madame de Polignac, quien se vio obligada a considerar el retiro. De hecho, la etiqueta prohibió al gobernante alejarse por un momento de los estudiantes. Debía tener el permiso del rey y la reina, que rara vez se concede. Su renuncia no fue aceptada, hemos visto como con dificultad y en qué condiciones se le permitió a madame de Guemenee retirarse.

Esta vez madame de Polignac sintió un rechazo absoluto. Durante el viaje a Fontainebleau y con el pretexto de ir a las aguas solicito por segunda vez la renuncia. El rey termino por aceptada con la condición de que esperara un año para conseguir una persona adecuada para el cargo. La reina agrego que en su retorno de las aguas, ella compartiría con su favorita el cuidado de sus hijos.

Madame de Polignac solo podía retirar su renuncia en presencia de tal testimonio de amistad. Así que fue con su marido a las aguas termales; pasaron dos meses en tierras inglesas. La muerte de la princesa Sofía apresuro su volver.

Pero las horas tristes ya habían comenzado, la furiosa oposición había surgido contra el rey y la reina, en especial con tea la reina que fue criticada por su apego a madame de Polignac. Esta última supuestamente había acorralado todos los cargos, todos los honores para el beneficio de su familia.

domingo, 1 de marzo de 2015

EL DIFÍCIL HABITO DE LA LECTURA!

Aparte de las diversiones, había otras distracciones a la mano para disipar la pesadez de los esfuerzos políticos. Sería una exageración añadir a la lista la lectura entre los placeres de la reina, ella nunca cultivo este habito.


Desde sus tiempos como delfina no le iba tan bien con el abate Vermond, su antiguo maestro, confesor y lector. Pues debía leerle todos los días durante una hora y obligarla a que lea ella misma, debido a que Marie Theresa le pregunta por sus lecturas en casi todas las cartas, no cree exacta la noticia de que toilette lea o escriba todas las tardes: “trata de amueblarte la cabeza con buenas lecturas –amonestará la madre- es para ti más necesario que para cualquier otro. Desde hace dos meses estoy esperando la lista del abate, y temo que no te has ocupado de ello y que los burros y caballos te han quitado el tiempo destinado para los libros. Ahora, en invierno, no abandones esta ocupación, ya que no posees a fondo ninguna otra”.

Por desgracia, Marie Theresa tiene motivos para desconfiar, porque su toilette, de un modo al mismo tiempo ingenuo y hábil, sabe seducir por completo al abate Vermond -¡claro que no se puede obligar a una delfina y futura reina a que haga alguna cosa o imponerle un castigo!- que la hora de lectura se convierte siempre en una hora de charla; aprende poco o nada, y su madre, con todas sus apremiantes admoniciones no consigue dirigirla hacia ninguna trabajo serio.


Como la mayoría de las mujeres europeas de su época y clase, María Antonieta le gustaba leer novelas ligeras, el llamado libres du boudoir. Las referencias en sus cartas sobre los hábitos de lectura tienden a ser dirigidos a su madre y su hermano, con la obvia intención de impresionarlos. Notas como “voy muy avanzada” en su lectura de los protestantes Hume aunque duro un tiempo en que se jactaba por comenzarlo.

No obstante la reina parece inclinarse un poco por las novelas históricas, del tipo que podría relacionarse con su propia experiencia, a juzgar por la cantidad de ellos en su colección. De las novelas extranjeras, tanto Amelia por Fielding y Evelina por Fanny Burney estaban en su biblioteca privada. Los libros de la reina eran generalmente en marruecos rojos, con una desviación ocasional a gamuza verde y la cubierta estaba estampada en oro con los emblemas de Francia y Austria. Los libros en el Petit Trianon, sin embargo, continuaron con la tradición de simplicidad, estaban obligados o la mitad con destino, en piel de becerro y marcado “ct” por Chateau de Trianon en la esquina.

Horas Royal dedicado a la reina María Antonieta. La unión del período llamado "el tulipán" mosaico marruecos rojo en la parte plana de un verde marruecos amapola estilizada en el centro. . el regalo a la joven reina María Antonieta, que entonces tenía 23 años.
Muchos de los libros de la colección de María Antonieta contenían las palabras “dedicado a la reina”, inscrito en la portada. Estos incluían como Mustapha et Zeangir por Sebastien Roch Nicolas de Chamfort, una tragedia en cinco actos, en verso, realizado en Fontinebleau “delante de sus majestades” en 1776 y 1777 más tarde en la comedia francesa.

Aunque la formación de sus diversas bibliotecas en sus distintos palacios para el final hubo casi unos 5000 volúmenes –debido más a las energías de su bibliotecario, Pierre Campan- que a la suya. La colección de libros de música estaban en uso frecuente. Era ciertamente muy amplia, que van desde sonatas para clavecín su favorito, canciones italianas y las operas que disfrutaba.

A pesar de todo tenía una biblioteca amplia pero debemos decir desafortunadamente según unánimes testimonios, María Antonieta jamás en su vida abrió un libro, aparte de ojear rápidamente algunas novelas.

domingo, 21 de diciembre de 2014

LA EPIDEMIA DE SARAMPIÓN (1776)

Charles Philippe, Comte de Artois.
En la primavera de 1776, el sarampión se esparció por todo Versalles. La corte renuncio al viaje a Compiegne. La epidemia afecto pronto al el conde Artois y al conde de Provenza, lo que contribuyo en gran medida a la relativa calma de la corte en Marly por temor al contagio. El conde de Artois tuvo, al tercer día de esta enfermedad, una recurrencia muy aguda que, sin embargo, le privó en varias ocasiones horas de sueño durante la noche. El sarpullido en la espalda que al principio no era muy visible,
en pocos días se manifiesto. La fiebre fue moderada; así como tos.

María Antonieta recogió al pequeño duque de Angulema y lo instalo en su casa en Trianon. “este acto de bondad –escribió la emperatriz- el cuidado que mi hija ha demostrado para su sobrino, el duque de Angulema, en el Petit Trianon…. Estoy segura de que en ocasiones esta naturaleza, nunca dejara los impulsos de su buen corazón”.

"Esta repentina migración de la corte a: Marly, a las diez y media de la tarde, debe dejar claro que la peste ha estallado de repente, y que hay al menos algunos enfermos en agonía. Sin embargo, no hay nada al respecto. El sarampión del señor conde de Artois, bien declarado y bien difundido por todo el cuerpo, ya estaba fuera de ninguna sospecha de peligro o contagio. Pero la oportunidad de moverse era demasiado buena para no aprovecharla" - relato en una carta El abad Maudoux, confesor de Luis XV.

La reina paso días tranquilos en los jardines de Marly rodeada de unos pocos amigos íntimos. Madame de Polignac, el barón de Besenval, el duque de Coigny y el duque de Guines estuvieron entre los elegidos. María Antonieta esperaba la presencia de su intima amiga la princesa de Lamballe pero también sufrió de sarampión mientras se encontraba en Plombiéres. La reina se vio afectada por la noticia y profundamente preocupada por la salud de la princesa.

“Mi queridísima madre –escribe el 14 de julio 1776- el conde Artois fue el más aterrador caso de sarampión en primer lugar, tenía una tos tan violenta y continuo escupiendo sangre, pero se recupero por completo. El sarampión del conde de Provenza estaba más débil y no tiene ningún preocupante síntoma, a pesar de todo, no estaba tan bien restaurado como el conde Artois… de momento nos mantenemos en Marly, no solo durante el sarampión de mis hermanos y su recuperación, pero también hasta estar totalmente libre Versalles, donde había habido muchos contagiados por esta epidemia. La medicina y el régimen del rey, se ha conservado y su salud es muy buena”.

María Antonieta está preocupada por la salud de su amiga como la de su hermano. En honor a ellos, sin embargo, ella organizo una fiesta encantadora en la finca del Trianon para celebrar su recuperación. La familia real tuvo una esplendida cena en el pequeño castillo. El jardín estaba iluminado y la noche termino con un pequeño espectáculo en el que los versos se cantaban en la recuperación exitosa de la princesa de Lamballe.

domingo, 24 de agosto de 2014

EL ESCANDALO DEL "MATRIMONIO DE LE FIGARO"

Las primeras semanas de agosto de 1785 encuentran a la reina extraordinariamente ocupada, pero no porque la situación política se haya hecho especialmente dificultosa y el levantamiento de los Países Bajos someta a la más peligrosa prueba a la alianza franco-austríaca; como siempre, a María Antonieta sigue pareciéndole más importante su teatro rococó en Trianón que la dramática escena del mundo. Su desacostumbrada excitación procede exclusivamente, esta vez, de una nueva primera representación. Están impacientes ella y sus amigos por ejecutar en el teatro del palacio El barbero de Sevilla, la comedia del señor de Beaumarchais. Y ¡qué selecto reparto viene a dignificar los profanos papeles! El conde de Artois, en su propia altísima persona, debe encamar a Fígaro; Vaudreuil, al conde, y la reina, a la alegre Rosina.


¿El señor de Beaumarchais? ¿No será acaso aquel mismo señor Caron, bien conocido de la Policía, que hace diez años fingió descubrir y llegó a presentarle a la amargada emperatriz María Teresa aquel infame folleto que proclamaba altamente ante el mundo entero la impotencia de Luis XVI, el cual, en realidad, había sido escrito por él mismo? ¿Aquel a quien la madre de la reina ha llamado fripon y tunante, y Luis XVI de loco? ¿El mismo que en Viena ha sido encarcelado, por mandato imperial, como manifiesto estafador y que en la prisión de Saint-Lazare ha recibido, a su ingreso, el entonces usual tratamiento de azotes? Sí, precisamente el mismo. Tan pronto como se trata de su placer, María Antonieta tiene una memoria espantosamente corta, y Kaunitz, en Viena, no exagera nada cuando dice que sus locuras no hacen más que crecer y embellecerse. Pues no es sólo que este infatigable y, al mismo tiempo, genial aventurero haya escarnecido a la reina a irritado a la emperatriz, su madre, sino que, además, el nombre de este autor de comedias va unido a la más espantosa burla que jamás se haya hecho a la autoridad real.

La historia de la literatura, lo mismo que la Historia Universal, recuerdan todavía, al cabo de ciento cincuenta años, aquella lamentable derrota infligida a un rey por un poeta; sólo la propia esposa, pasados cuatro años, la ha olvidado ya por completo. En 1781, la censura, con prudente olfato, había adivinado que la nueva comedia de este poeta, Le Maríage de Figaro , olía peligrosamente a pólvora y que, inflamado en una velada el ardiente humor de un público dispuesto a armar escándalo, podía hacer saltar por los aires todo el antiguo régimen; “Las Bodas de Fígaro” tiene en su epicentro dos de los temas más populares de aquél maravilloso siglo XVIII, a saber: el sexo y las nuevas ideas. A diferencia de obras contemporáneas de los grandes ilustrados de la época, la de Beaumarchais tiene la virtud de que, a pesar de resultar menos profunda y revolucionaria, llega a todo el mundo, es fácil de comprender y se hace empleando recursos comunicativos muy populares en la época. 


"Beaumarchais había tenido mucho tiempo una reputación en ciertos círculos de parís –según Madame Campan- por su ingenio y su talento musical, y en los teatros de los dramas más o menos indiferente, cuando su “barbero de Sevilla” le valió una posición más alta entre los escritos dramáticos… después de varios años de prosperidad de la mente de los franceses se había vuelto más crítica en general y cuando Beaumarchais había terminado su monstruosa obra “mariage de fígaro”, fueron todas las personas ansiosas por la satisfacción de oírlo leer… estas lecturas de “fígaro” llego a ser tan numeroso que la gente escuchaba todos los días decir sobre el deseo de verlo realizado en el teatro… el barón de Breteuil y todos los hombres del circulo de madame de Polignac entraron en las listas como los mas cálidos protectores de la comedia”

Unánimemente, el Consejo de Ministros prohibió la representación. Pero Beaumarchais, incomparablemente ágil siempre y cuando se trata de su gloria o, más aún, de su dinero, encuentra cien caminos para conseguir que vuelva a tratarse de su obra una y otra vez; por último logra que le sea leída al propio rey, cuya decisión debe ser la última y definitiva.



“las solicitudes al rey llego a ser tan apremiantes que su majestad determino en juzgar por sí mismo de una obra que había atrapado de tal manera la atención del público, y le pregunto al señor Le Noir, teniente policía, por el manuscrito de “mariage de fígaro”. Una mañana recibí una nota de la reina ordenándome estar con ella a las tres, y no venir sin haber cenado, porque ella me necesitaba por mucho tiempo. Cuando llegue a sus aposentos me encontré a solas con el rey, una silla y una mesita estaban listas situados frente a ellos un enorme manuscrito en varios libros. El rey me dijo: “es la comedia de Beaumarchais, para que la lea para nosotros. Usted encontrara varios lugares problemáticos a causa de las borraduras y referencias. El rey después de escuchar algunas líneas de la lectura se levantó indignado y dijo: - eso es detestable, destruiría la bastilla antes de autorizar la actuación de esta obra, este autor se mofa de todas las cosas que hay que respetar en un estado-“.


Por muy torpe que sea este buen hombre con corona, no es lo bastante limitado para desconocer lo que hay de sedicioso en esta encantadora comedia. «Este autor se mofa de todas las cosas que hay que respetar en un Estado», gruñe con despecho. «Por tanto, ¿no será representada?», pregunta con desilusión la reina, para la cual un estreno interesante es más importante que el bien del Estado. «No, resueltamente no -responde Luis XVI-; puedes estar segura de ello.» Con esto parece quedar pronunciada la sentencia de la obra; el rey cristianísimo, el monarca absoluto de Francia desea no ver representada Las bodas de Fígaro en su teatro, no hay discusión posible sobre ello. El asunto está resuelto para el rey.

Pero en modo alguno lo está para Beaumarchais. Éste no piensa en arriar velas; conoce demasiado bien que la cabeza regia no tiene poder más que en las monedas y documentos oficiales, pero que, en realidad, sobre el rey reina la reina, y sobre la reina, los Polignac. Por tanto, ¡vayamos a esta suprema instancia! Beaumarchais lee diligentemente en todos los salones su obra -la cual, con la prohibición, se ha puesto de moda-, y con aquel misterioso impulso hacia la autodestrucción, que es tan característico de todas las sociedades degeneradas, la nobleza alaba, encantada, la comedia; en primer lugar, porque se ve escarnecida en ella, y en segundo, porque Luis XVI la ha encontrado inconveniente.

Pero aún no basta con esto; es preciso que el rey deje de tener oficialmente razón y la tenga Beaumarchais; la comedia tiene que ser representada en el propio teatro del rey, que la ha prohibido, y precisamente por la razón de haberla prohibido. Secretamente, y según todas las probabilidades con conocimiento de la reina, para la cual una sonrisa de su Polignac es más importante que toda la autoridad de su esposo, reciben orden los cómicos de estudiar sus papeles; ya están repartidas las localidades, ya se agolpan los carruajes delante de las puertas del teatro, cuando, en el último momento, medita el rey en su dignidad amenazada. Ha prohibido representar la obra; se trata ahora de su autoridad. Una hora antes del comienzo impide Luis XVI la representación mediante una lettre de cachet. Se apagan las luces; los carruajes tienen que regresar a casa. Esta prohibición fue considerada como un ataque a la opinión pública. La decepción producida el descontento de tal manera que a opresión y tiranía fueron palabras pronunciadas con más pasión. Beaumarchais con desagrado exclamo: “bueno, señores, no sufran porque no se juega aquí, pero les juro que se jugara, tal vez en el coro de la misma Notre Dame!”

El conde de Vaudreuil aliado con el duque de Fronsac convenció al conde de Artois para pedir el permiso del rey para poder representar esta obra en la casa de campo de Gennevilliers.

-desde mi escritura, mi querido La Ferté… recibí esta noche en parís la nota de la reina, donde me dijo que el rey dio su consentimiento para que el matrimonio de fígaro se jugara en Gennevilliers el 18 y lo hare- aunque según madame de Campan, la reina habría sido la primera en expresar el descontento contra todos los que participaron en esta aprobación, la carta del duque de Fronsac parece demostrar lo contrario, que para ser amable con el conde Artois, el señor Vaudreuil y madame de Polignac, la reina había ayudado a conseguir el permiso del rey. Luis XVI incapaz de decidir que se permitiera la realización de una obra de teatro que consideraba tan peligrosa e inmoral, trato de arrastrar el caso y aun resistir siete meses más.

“Espero, señor, usted me pueda encontrar responsable de obtener la aprobación para el mariage de fígaro se pueda jugar en Gennevilliers… el conde de Artois llego a cazar y madame de Polignac llego con su empresa para la cena. Vaudreuil me consulto para darles un espectáculo, porque hay una habitación muy bonita, y yo le dije que no había más encantador que el matrimonio de fígaro. El conde de Artois y toda su compañía fueron sorprendidos por el show, y su duda sería un gran paso para que sea jugado tal vez en Fontainebleau o Paris”. (El duque de Fronsac a Beaumarchais, 4 septiembre 1783).

Según Bachaumont (27 septiembre 1783): “las boda de fígaro se jugó ayer en la casa de campo del conde de Vaudreuil en Gennevilliers. La reina debía honrar el show con su presencia, pero no pudo estar presente debido a las molestias diplomáticas que se habían producido. El conde de Artois fue allí, la duquesa de Polignac se le permitió asistir a esta obra acompañado por un grupo. El espectáculo no comenzó hasta las nueve. Dicen que las bodas de fígaro fue un gran éxito”.

Pero la descarada camarilla de la reina se divierte ahora en demostrar que su poder, estando unida, es mayor que el de una cabeza coronada sin carácter. El conde de Artois y María Antonieta son enviados por delante para insistir cerca del rey; como siempre, el hombre sin voluntad se doblega tan pronto como su mujer exige algo de él. Tras la aprobación del rey, toda la nobleza estalló en aplausos en la sala con el famoso pasaje: “porque usted es un gran señor, usted piensa que es un genio!... nobleza, fortuna, rango, lugares, todo esto lo hace tan orgulloso! ¿Qué has hecho para tantas propiedades? Usted ha tomado la molestia de nacer y nada más…”

Para cubrir su derrota sólo pide algunas variaciones en los pasajes más provocativos, justamente aquellos que, en realidad, todo el mundo sabe de memoria desde hace mucho tiempo. La representación de Las bodas de Fígaro en el Théâtre Français es fijada para el 27 de abril de 1784; Beaumarchais ha triunfado sobre Luis XVI. El que el rey haya querido prohibir la representación y expresado su esperanza de que la obra tenga mal éxito convierte en sensacional la velada para los aristócratas. La aglomeración es tan grande que son rotas las puertas y destrozadas las barras de hierro de la entrada; con frenéticos aplausos recibe la vieja sociedad aquella obra que, moralmente, le da el golpe mortal, y estos aplausos son, sin que ella lo sospeche, los primeros movimientos públicos del levantamiento, los relámpagos de la Revolución. 


Una mínima idea de decoro, de tacto, de razón, tendría que haber ordenado a María Antonieta, dadas las circunstancias, que se mantuviera apartada de toda comedia de este señor Beaumarchais. Precisamente este señor Beaumarchais. que ha manchado descaradamente con su tinta el honor de la reina y que ha puesto en ridículo al rey delante de todo París, no debería poder alabarse de haber visto personificada una de sus figuras de teatro por la hija de María Teresa y esposa de Luis XVI, cuando ambos lo han hecho prender a él por bribón. Pero instancia suprema para aquella reina mundana: el señor de Beaumarchais, después de su victoria sobre el rey, es la gran moda de París, y la reina obedece a la moda. ¡Qué importan el honor y las conveniencias si se trata sólo de teatro! Y además, ¡qué delicioso papel el de aquella pícara muchacha! ¿Cómo dice el texto? «Imaginaos la más linda y deliciosa criatura: dulce, tierna, cortés, fresca y apetitosa; pie furtivo; talle esbelto, ágil; brazos regordetes, boca de rosa y ¡unas manos!, ¡unas mejillas!, ¡unos dientes!, ¡unos ojos!...» ¿Le es lícito realmente a ninguna otra -¿quién tiene manos tan blancas y brazos tan suaves?- representar este papel encantador sino a la reina de Francia y de Navarra? Por tanto, ¡fuera toda consideración y miramiento! Que venga el excelente Dazincourt de la comedia francesa para que enseñe a moverse de modo realmente gracioso a aquellos nobles aficionados y que le encarguen a Mademoiselle Bertin los más lindos vestidos. Hay que divertirse una vez más todo lo posible y no pensar eternamente en la animosidad de la corte, las malicias de los queridos parientes y las tontas contrariedades de la política. Todos los días está ahora ocupada María Antonieta con esta comedia, en su delicioso teatrillo blanco y dorado, sin sospechar que ya se está alzando el telón para representar otra comedia, en la cual está llamada a desempeñar el papel principal, sin saberlo ni quererlo.

domingo, 27 de julio de 2014

LA BAGATELLE: EL CAPRICHO DEL CONDE ARTOIS!


El conde Artois era el pariente favorito de María Antonieta. Ambos jóvenes ardientes tenían en común una pasión sin límites por las fiestas, los juegos y las risas. Un día, en agosto de 1777, entre una tarde en las carreras nocturnas en la ópera, la reina cuestiono a el futuro Carlos X de construir un palacio en solo cien días, menos de tres meses. La apuesta estaba lanzada. La cuestión es de cien mil francos! El conde Artois promete que el retorno de la corte en Fontainebleau, será capaz de darle en su nuevo palacio una lujosa fiesta en honor a su hermanastra hermosa y caprichosa.

En el borde del Bois de Boulogne, el príncipe de Chimay, tenía una zona muy bonita. El conde Artois se apresura a comprar y demoler el viejo castillo. Iniciado el 21 de septiembre de 1777 el proyecto se empleó durante 64 días. Unos 900 trabajadores fueron contratados para trabajar día y noche, hasta fue necesaria la orden de decomiso en los materiales que hacen faltan, todo para la inauguración proyectada para el 26 de noviembre de 1777.

“el hecho es que la mayoría de trabajadores son desconocidos –según informa el conde Mercy- los materiales que faltan, sobre todo de piedra, cal y yeso, y como no quería perder tiempo en busca de ellos, el conde Artois dio órdenes de que las patrullas del regimiento de guardias suizos rodearan las carreteras, para apoderarse de  todos los coches que contuvieran tales materiales antes mencionados. Se paga sobre el valor de estos materiales, pero a medida que estos productos ya estaban vendidos a particulares, se desprende de este método un tipo de violencia que conmociono a la opinión publica… es inconcebible que el rey tolere la ligereza del joven príncipe y, por desgracia, se añade el punto de protección ofrecida por la reina”

Pero a pesar del precio, el conde Artois fue capaz de afrontar el reto. Para esto hizo llamar a Francois-Joseph Bélanger, primer arquitecto del conde para dirigir la construcción.


El edificio, que tenía dos plantas y un ático, se abrió una puerta flanqueada por dos columnas de mármol fueron incorporados dos nichos y rematado en el entablamento una placa de mármol negro inscrito con letras en oro la frase que había elegido el conde Artois, “parva sed apta” (pequeño pero cómodo).

Los jardines laterales, se ordenó una fachada en torno a una rotonda coronada por una cúpula italiana. La planta baja contiene un salón que sirve como sala de billar, un comedor y una gran sala central flanqueada por dos tocadores. Todas las piezas decorativas hicieron pinturas, tallados en madera y adornos de estuco que contenían pergaminos y medallones, fue dedicado al amor y sus placeres. Diseños inspirados por el decorador Lhuillier Dugourc.

Para cada parte de la casa, el albañil Bocciardi había entregado chimeneas hechas en mármoles preciosos y adornados con friso de bronce dorado por el talento del escultor Gouthiére. La habitación principal en la planta baja, el gran salón circular abrió tres bahías de jardín semicircular y estaba decorada por una cúpula cuya estructura fue italiana se hayan genios alados, esfinges, rosetones y arabescos.


El ebanista Jacod George había entregado a la sala un conjunto de dieciséis sillas incluida la “silla de rey” de nogal tallada y dorada. A cada lado, dos tocadores, llenos de cómodos sofás, una bienvenida para una serie de pinturas que evocan los placeres rurales realizados por el pintor Hubert Robert y el otro, un conjunto que evoca los placeres del amor, que eran obra de Antoine Callet, retratista oficial de Luis XVI.

Una pieza central del príncipe, Roselie Duthé, en pocas palabras su amante, había prestado su cara a una de las dos esfinges de mármol que adornan el jardín delantero. Thomas Blaike fue el encargado de producir más de quince hectáreas al estilo anglo-chino.


En 1787 un juez de Nancy visita la zona:
“la Bagatelle del conde Artois, sus jardines estaban diseñados en inglés y contienen rocas, cuevas con agua que brota, bosques, praderas, desiertos, una montaña, un lago, un rio y una cascada, toda la naturaleza dolorosamente imitada… la sala principal es octagonal coronada por una cúpula, las decoraciones son en yeso, los diversos apartamentos son pequeños y amueblados de forma muy sencilla”.

Pero la parte más espectacular del pabellón era, sin duda, la cámara del conde Artois. Situado arriba, recuerda a las funciones del príncipe, coronel general del regimiento de los Grisones suizo y cuyas banderas enmarcaban grandes brazos que fue diseñado a la manera de una tienda militar.


Las paredes estaban cubiertas de seda azul pálido con rayas y el retenedor blanco en las esquinas por haces de lanzas tipo Giltwood con cascos y que terminan en un velo como techo de tela y la caída en guirnaldas alrededor de la habitación. Toda la decoración del sitio evoco las virtudes guerreras del príncipe: la chimenea estaba decorada con el tema “la ira de marte” y con el apoyo de dos culebrinas en mármol turquí azul con el monograma del príncipe mientras que el reloj era una alegoría de la guerra, apliques incluidos de trofeos, escudo y cascos en el estilo de Delafosse.

El costo total fue de dos millones de libras y el nuevo castillo fue apodado “la folie d’Artois”.

En 1777 fue lanzada una fiesta en honor de Luis XVI y la reina. La fiesta conto con un nuevo juego de mesa que ofrece un pequeño billar con bordes elevados y palillos de señal, el que los jugadores utilizan para disparar bolas de marfil hasta un campo de juego inclinado con pasadores fijos. El juego de mesa fue apodado “Bagatelle” por el conde, poco después se extendió por Francia, desarrollándose en diversas formas que finalmente culminaron en la moderna máquina de Pinball. El juego se extendió como la pólvora, logrando popularidad en las tabernas y los hogares de clase alta de Francia e Inglaterra. Las tropas francesas lo trajeron a la Guerra de Independencia de EE.UU, donde sus aliados yanquis también lo adoptaron como entretenimiento. En Italia, donde este Bagatelle primerizo aún goza de una especial popularidad, llegó con las guerras napoleónicas.


Aunque la apuesta fue ganada, su verdadera inauguración se llevó a cabo el 23 de mayo de 1778, debido a una perdida en la corte austriaca. Se dio la oportunidad para que el libretista Sedaine de la opera cómica presentara la obra de teatro "Rose at Colas", donde la reina jugo a la dama y el conde Artois la de un lacayo.

El jardín que conto con ruinas falsas, un obelisco, una pagoda china, chozas y cuevas de ermitaños primitivas se reducen oculto por un muro. En la atmósfera extravagante, Francois-Joseph Belanger tuvo un invento que hizo un efecto singular al socavar la pared en el exterior y la colocación de la gente con cuerdas para tirar de la pared hacia abajo en una palabra ... había un actor que hizo el papel de un mago que pidió a sus majestades como les gustaba los jardines, la hermosa vista que tenía hacia la llanura pero esa pared la obstruía, pero sus majestades solo solicitaron que dar la palabra que él con su varita encantada haría hacer ese muro desaparecer. La reina le dijo con una sonrisa - "en bien presente ver desparecer" - y en el presente se dio la señal y por encima de 200 metros opuestos, donde la compañía se situó cayo abajo,


Los poetas más famosos de la época que cantaban las bellezas de Bagatelle y la realización de un nuevo palacio y sus jardines entusiastas descripciones. Fue Voltaire y Delille. Este último, en su poema, exclamó:

"Y de los tipos para el príncipe solicitantes fieles,
Cuyo nombre es demasiado modos para indigno de ti,
Un lugar encantador le ofrece lo que le debo,
Un placer rico, suave jubilación ”.

Como el poeta Lemierre, una oda dirigida al conde de Artois, que terminó alabando Bagatelle por la siguiente canción:

“Apolo es una nueva gloria
Siendo él mismo un espectáculo en el disfraz de Artois.
"Todos los placeres que vienen a su palacio,
Y el jardín, su palmar inmortal,
Al jugar, nombrados: Bagatelle
Puede eclipsar el jardín de nuestros reyes".

“La sala está decorada –según Jean-Jacques Gautier-con cuatro bustos de mármol, profunda debajo de las escaleras se encuentra la estatua de una ninfa. En el comedor un cuenco, colocado en la parte inferior de un espejo que recibe dos chorros de agua lanzado por los delfines. El salón italiano, con unos arabescos tiene una hermosa cúpula y un reloj nuestras formas de línea del centro de un trofeo adorna la sala de billar. Una escalera hermosa, con escalones de caoba conduce a los apartamentos superiores, donde el baño estaba decorado con espejos y pinturas de Hubert Robert ... el dormitorio del conde concebido como un rico campo de tienda militar incluye una cama de lanzas de hierro y gruesos pliegues de techo retenidos por la ira de marte. Las jambas de la chimenea para establecer dos culebrinas grabados de cobre colocados en su cabeza, que lleva un friso entablamento de símbolos militares, tiene morillos en forma de abalas y bombas. Escudos en todas las partes, en las paredes cubiertas son colgados atributos de guerreros ”.

domingo, 19 de enero de 2014

MONTREUIL: UN REGALO PARA MADAME ELISABETH

Montreuil fue dado a madame Elisabeth en 1781 como un regalo de parte de Luis XVI y María Antonieta puesto que la vida en el palacio real ofrecía poca o ninguna privacidad, el rey y la reina decidieron dar a la princesa de diecisiete años un lugar para el retiro.

Según Imbert de Saint-Armand:

“En 1781, Luis XVI, que quería mucho a su Hermana, le hizo un regalo apropiado. En la avenida 41 de parís, en Versalles, hay una pequeña calle que corre de norte y sur, llamada Rue Du Bon Conseil. En el número 2 de esta calle esta la entrada a un edificio que se extiende a cierta distancia a lo largo de la avenida de parís. Esta casa fue construida alrededor de 1776, por la institutriz de los hijos del rey, la princesa de Guemenee. Se agrandan para formar unas 8 hectáreas. Las transformaciones, tanto de los huertos familiares se le ha confiado al arquitecto Louis Alexandre de La Brière Barn. Un hermoso jardín fue presentado allí, desde lo alto de una loma, ocho o diez metros de altura, que fue ascendido por una escalera de caracol oculto en la maleza, había una vista distante de parís. Este bonito lugar estaba situado en lo entonces era un barrio de Versalles y fue llamado Montreuil.

En 1781, el príncipe de Guemenee cayó en bancarrota, y la princesa, con el fin de satisfacer en lo posible, los acreedores de su marido, vendió sus diamantes, muebles y propiedades, incluyendo la casa y el parque de Montreuil. Elisabeth había caminado muchas veces allí, puesto que la princesa había sido su tutora, admiraba mucho la sombra y sus flores. A pesar de su amor a la soledad, ella era la única princesa de la familia real que no tenía una casa de campo.

Un día de 1781, María Antonieta y madame Elisabeth estaban conduciendo a lo largo de la avenida de parís. “si te gusta –dijo la reina a su joven hermana- haremos una parada en la casa de Montreuil, en la que te gustaba ir cuando eras una niña”, “yo estaría encantada –respondió madame Elisabeth- porque he pasado muchas horas felices allí”. La reina y la princesa salieron de su carroza, y justo cuando estaban cruzando el umbral, María Antonieta dijo: “hermana, usted ahora tiene su propia casa. Este va a ser su Trianon. El rey tiene el placer de ofrecer este regalo para ti, y me ha dado la alegría de informárselo a usted”.

El rey decidió que tomaría posesión de Montreuil para cuando quisiera dormir hasta que tuviera veinticinco años.

Pero cuando ella entro en la posesión de la herencia querida, paso solo las tardes y las noches en Versalles. A la mañana siguiente iría a isa en la capilla de palacio y luego conduciría con una de sus damas a Montreuil. Las horas de trabajo, el ejercicio de lectura, en soledad o en compañía, fueron cuidadosamente equipadas.

La primera cosa que madame Elisabeth hizo con su nueva propiedad fue dar a madame de Mackau una casa adyacente cerca de la finca. Ella pensó que la mejor forma de inaugurar su toma de posesión fue compartirlo con su instructora anterior. La baronesa de Mackau que no era rica, acepto con gratitud el don de la princesa y se estableció en Montreuil junto a su hija, madame de Bombelles, a quien madame Elisabeth trataba con una vieja amiga.

Madame Elisabeth hizo con su nueva propiedad fue dar a madame de Mackau una casa adyacente cerca de la finca. Ella pensó que la mejor forma de inaugurar su toma de posesión fue compartirlo con su instructora anterior. La baronesa de Mackau que no era rica, acepto con gratitud el don de la princesa y se estableció en Montreuil junto a su hija, madame de Bombelles, a quien madame Elisabeth trataba con una vieja amiga.

Al igual que Trianon, Montreuil tenía una gruta, una Orangerie y una lechería. Madame Elisabeth dono la leche para los niños pobres. Madame Elizabeth se situó en Montreuil una pequeña clínica en una habitación en la casa de los pobres de todo. Estos son tratados por el médico y botánico Louis Guillaume Le Monnier, que son las plantas raras que entran en el jardín del campo.

lunes, 31 de octubre de 2011

PATRONA DE LAS ARTES!

El amor de toda la vida de maría Antonieta fue la música. Fue únicamente para satisfacer a la reina que el director de la opera trajo la primera compañía de actores cómicos a parís. Gluck, piccini y sacchini fueron atraídos a la sucesión. Estos compositores eminentes fueron tratados con gran distinción en la corte.

Inmediatamente a su llegada a Francia, Gluck fue ingresado al baño de la reina y hablo con él todo el tiempo que permaneció con ella. Su majestad le pregunto un día si había traído cerca su gran ópera “Armide” a una conclusión y si le gustaba. Gluck respondió con frialdad, con su acento alemán, “señora, pronto estará terminado y realmente será excelente”. Hubo una gran protesta en contra de la confianza con la que el compositor había hablado de una de sus producciones. La reina lo defendió calurosamente, ella insistió en que no podía ignorar el merito de sus obras, que él bien sabia que era generalmente admirado y que no cabe duda de que temía que la modestia, solo dictada por cortesía, deba ser similar a la afectación en él.

La tragedia de “Mustapha y Mangir” por M. de Chamfort, tuvo gran éxito en el tribunal de teatro en Fontainebleau. La reina adquirió al autor una pensión de 1.200 francos. El día después del estreno de “Zemira y Azor”, Marmontel y Gretry fueron presentados a la reina, maría Antonieta los felicito por el éxito de la nueva ópera y les dijo que había soñado con el efecto encantador del trió Zemira por el padre y las hermanas detrás del espejo mágico.

"mi gusto por la musica no ha terminado, y pasamos mucho tiempo en él. hasta nuestro viaje a Marly, tenia un concierto semanal en mi apartamento en el que yo cantaba con varios otros. empecé de nuevo mi lectura de Echard de Laurence".(Marie Antoinette a su madre, 13 junio 17769).

Según la señora campan la reina protegió realmente a artistas no con mucho honor: "se esforzó poco para promover la literatura y las bellas artes... los artistas masa indiferentes se les permitió tener el honor de pintar a la reina. un retrato de cuerpo entero, en representación de ella con toda la pompa de la realeza, fue exhibido en la galería de Versalles. este cuadro, que estaba destinado a la corte de Viena, fue ejecutado por un hombre que no merece ni siquiera ser nombrado, y disgusto a todas las personas de buen gusto... la reina no había ilustrado criterio, ni siquiera en simples gustos, que permita a los príncipes la promoción y protección de los grandes talentos. confeso abiertamente que ella no vio merito en cualquier retrato mas allá de la semejanza. cuando ella fue al Louvre, corría a toda prisa sobre todos los pequeños "géneros" de imágenes, y tal como ella reconocía sin haber alzado la vista a las composiciones de los grandes".

sábado, 1 de agosto de 2009

LA TEDIOSA CENA

En Versalles el Rey y la Reina cenaban en público. Esta tradición se llevaba a cabo en la antecámara de la Reina, y tanto el público como los miembros de la corte asistían. Aquellos extranjeros que visitaban Versalles se aseguraban su presencia a este evento. La gente no solo se reunía alrededor de la mesa a ver. También estaba permitido caminar por la habitación, observar la decoración y los espejos. Era como caminar en un museo, aunque en verdad nunca se podía llegar a la mesa donde la Realeza se encontraba. Entre el público y la mesa Real había una fila de guardias Suizos. También había guardias en la entrada principal asegurándose que aquellos que asistieran al evento estén vestidos de manera apropiada. Así que si no te vestías bien, no tenías permitido ver a tus soberanos comer!.

El Rey comía con voraz apetito, pero la Reina ni se sacaba los guantes ni desdoblaba su servilleta, estando muy mal aconsejada". María Antonieta literalmente no tocaba su comida. Esta actitud fue interpretada como una marca de desprecio hacia esa reunión. La Reina, sin darse cuenta, reforzaba su imagen de mujer altanera y distante.

la cena citado por madame delors:"el salón de la gran couvert era parte de la gran casa de la reina. el rey y la reina se sentaron en el sillón, frente a la audiencia. duquesas tenia el privilegio de sentarse en una fila de taburetes dispuestos en un semicírculo a unos metros delante de la mesa. mas lejos se encontraba el resto de cortesanos y el publico. cualquier persona decentemente vestida podía ingresar al palacio".

·el conde mercy a marie teresa (23 enero de 1772):"... ella no habla lo suficiente a la gente importante y nunca dice una palabra a los extraños. finalmente, su alteza real rara vez habla en los momentos en que seria halagador que lo hiciera - por ejemplo en sus comidas, cuando siempre hay una gran multitud a su alrededor".