“a pesar de los placeres del carnaval soy siempre fiel a mi
arpa, y encontró que estoy haciendo progresos”.
María Antonieta (13 enero 1773)
Para el siglo 18 la elite francesa, la música no solo era un
placer social, sino también una actividad que equipara una vida de privilegios,
refinamiento y riqueza. El interés por la música era “fundamental en el
concepto y la práctica de la vida artística del siglo 18”, una parte esencial
de los placeres cotidianos de los ricos, la música evoca un estilo de vida de
la clase alta que animo las interacciones sociales, esto se ve especialmente en
el instrumento musical de la arpa, la cual, debido a su tamaño y sonido
delicado, enfatizo tales nociones.
Las funciones principales de la música para los ricos eran
para el entretenimiento, el disfrute y la apreciación. Solo la clase alta podía
darse el lujo de estudiar música en sí misma, y por lo que fueron por lo general
los compradores y empleadores de músicos. Para la clase alta, la presencia del
arpa creo situaciones sociales de intercambio o música de lección dio lugar a
espacios muy íntimos de placer.
La música en Francia en la ilustración es una historia de mujeres.
Entre los que cuentan en la renovación de las artes, el primer lugar pertenece
claramente a María Antonieta.
En la música, la estética “Louis XVI” se define
principalmente por un amplio espectro estilístico de gran opera trágica
“neoclásica” como Gluck y ópera cómica de Gretry y Monsigny; todos protegidos
por la reina. Es imposible comparar a María Antonieta con Luis XIV, pues las
artes eran objeto de propaganda y poder, una extensión natural de la energía.
María Antonieta no veía tan lejos, lo demuestra loas representaciones en la que
se produjo en su pequeño teatro privado en Trianon. Sin embargo, su ecléctico
gusto y buen juicio casi hizo la técnica de todas las estrategias, sin saberlo
revoluciono las artes en Francia.
salón de música de la reina en el trianon |
Para María Antonieta, el arpa era la manera perfecta para
entretenerse y tal vez mostrase a sus invitados. También permitió una
expectativa más íntima de la reina de Francia, a pesar de no utilizar su ajuar
completo, María Antonieta llevo un sencillo vestido en la mañana mientras ella
elegantemente tomaba lecciones, a pesar de su conjunto casual, ella fue todavía
una gran reina.
“la reina ha utilizado un par de horas todos los días a la
música –según el informe del embajador Mercy- sobre todo a tocar el arpa,
un instrumento para el cual muestra progreso… tiene casi todas las tardes un
concierto que sirvió para mostrar lo aprendido en las lecciones de la mañana.
Los progresos realizados por la reina en la música aumentan el saber por este
tipo de entretenimiento”.
El arpa era no solo un instrumento musical, sino también un
apoyo social, que, si se usa correctamente, podría resaltar el cuerpo a su
ventaja. Una manera de controlar los actos de ocio de la sociedad privilegiada.
El arpa tenía la capacidad de representar interacciones humanas, el arpa es el
foco central de la escena, ya que sus resultados dan intimidad, sensualidad y
romance. El arpa demuestra ser un poderoso instrumento de seducción y un
estimulante sexual para los jugadores de arpa y espectadores.
Jean-Henry Naderman, un maestro Luthier, hizo una hermosa arpa para María Antonieta y se la dio en versalles para su cumpleaños número 19 en 1774. El instrumento fue pintado a mano, represento a Minerva, la patrona de los artistas. La reina a menudo toco canciones de cuna en esta arpa para calmar a sus hijos, especialmente al pequeño Luis Carlos.
Para los ricos, la musicalidad, eran aspectos positivos asociados
con un alto estatus y gusto. La aptitud musical fue visto como un “signo de
feminidad refinada, lo que eleva las perspectivas de matrimonios de una mujer
joven”. La reina alentó al tribunal para seguir su afición por el instrumento
lo que se convirtió en la nueva moda francesa. Las facturas de arpas en época de
Luís XVI alcanzo sin precedentes de refinamientos, hermosos terminados,
suntuosamente decoradas, farolas, adornos como ramos de flores, querubines,
guirnaldas y escenas pintadas.
En 1774 Jean Baptiste Gautier pinto a María Antonieta en su dormitorio
en versalles precisamente con su pasatiempo favorito: el arpa. Era una composición
encantadora. Llevaba un vestido de gasa gris claro bajo un envoltorio con un
toque de la cinta color melocotón en el pecho, una lectora tendió un libro, un
cantante toco la música, una doncella extendió una cesta de plumas para poner
en el pelo y en la esquina un artista contemplo su paleta. Aquí la reina afirma
su feminidad a través del simbolismo del arpa, que se posiciona a si misma para
acentuar su figura y manos delicadas.