domingo, 30 de julio de 2023

LA AMADA CONDESA JUDITH DE BRANDEIS

La gouvernante, Judith de Brandeiss
probablemente la única representación de la condesa Brandeis junto a la pequeña Antonieta, de un detalle de una pintura hecha con motivo de la celebración de la boda del archiduque heredero Joseph e Isabel de Parma.
Es comúnmente aceptado que Madame de Brandeis muestra demasiada clemencia con su alumna, y que es despedida de sus funciones por haberle realizado sus tareas en numerosas ocasiones. Sin embargo, Madame Campan nos relata:

“las grandes maestras, sin tener inspección que temer de maría Teresa, buscaban hacerse amar por sus alumnos siguiendo el camino tan censurable y tan común de una indulgencia fatal para el progreso y la felicidad futura de la infancia. María Antonieta hizo despedir a su gran amante al confesarle a la emperatriz que todas sus páginas de escrituras y todas sus cartas generalmente estaban dibujadas a lápiz; la condesa de Brandeis fue nombrada para reemplazar a esta institutriz y cumplió con sus deberes con gran pasión y talento. La reina considero una desgracia para ella haber sido encomendada a su cuidado demasiado tarde y siempre mantuvo una relación de amistad con esta dama”.

Según este relato, la amante demasiado complaciente y la condesa de Brandeis no son la misma persona.

“la institutriz, la condesa de Brandeis, era una mujer de gran amabilidad y de inteligencia mediocre que colmaba a la pequeña Antonieta de muestras de afeo que tal vez no recibió de su madre. Ella la abrazo y la mimo y Antonieta la adoro a cambio” – nos dice Antonia Fraser.

La gouvernante, Judith de Brandeiss
Madame Antonieta en 1760, acuarela de Johann Christoph Von Reinsperger
La condesa de Brandeis fue reemplazada, debido a su excesiva complacencia hacia su alumna, por la ex institutriz de maría Carolina, la condesa Lerchenfeld, quien permaneció en su cargo hasta su muerte en 1770. Luego fue reemplazada por la condesa de Trautmaussdorfft

“el día 5 entregue a Madame la delfina una carta que me había enviado el príncipe Starhemberg y que era de la condesa Brandeis. Su alteza bromeo un poco sobre esta correspondencia, y no demostró que estuvieras muy apegada a ella; me tome la libertad de decirle que en este caso lo más fácil era no contestar” -escribe Mercy a la emperatriz.

“mi muy querida Brandeis, te doy un cumplido; cree bien mi querida Brandeis, que los deseos que te expreso para tu felicidad son dictados por el corazón mas agradecido…” carta de maría Antonieta (17 febrero 1773).

El conde Mercy cree prudente cortar con esta comunicación por el tipo de cuentos que puede relatarle a la delfina. La emperatriz, por su parte, le contesta: “tampoco me tranquiliza la correspondencia de mi hija con la condesa de Brandeis, que muy bien podría estar basada en anécdotas infundadas o no dignas de ser relatadas. Esto se lo hice sentir a esta señora, que alega como motivo de su correspondencia las comisiones que le paga mi hija”.

La gouvernante, Judith de Brandeiss
Estos son los términos en los que maría Antonieta habla de Madame Brandeis en una carta a su madre: “hace un mes que no recibo cartas de Brandeis. Me preocupa mucho, no solo porque temía que estuviera enferma, sino porque me resultaba muy agradable recibir noticias semanales de mi querida familia y de los acontecimientos públicos de Viena. Como las cartas de la oficina de correos me las da mi dama de honor, se noto que ya no recibí ninguna, y eso tuvo un efecto negativo. Le agradeceré mucho, mi querida madre, que la induzca a escribirme con mayor frecuencia”.

“el martes 6 de este mes, estando en Versalles, Madame la delfina me llamo a su estudio. La encontré muy afectada y triste, me dijo que, como estaba acostumbrada a recibir una carta de la condesa de Brandeis todas las semanas, las había perdido durante un mes; que no podía maginar otra causa sino que su majestad había prohibido la regularidad de esta correspondencia, que era sin embargo la única por la que tenia noticias de la salud de su majestad y la familia imperial, y que si vuestra majestad creyera que no podía prescindir de esta noticia, haría mucho daño a su amor, a su augusta madre y al tierno apego a su familia. Madame la archiduquesa derramaba lagrimas…" (el conde Mercy, 20 abril 1773).

María Teresa escribe al mismo tiempo a su hija: “pero para la correspondencia de Brandeis, querrás dejarlo en manos del mensajero”.

Y al conde Mercy: “como la correspondencia de la condesa Brandeis puede resultar en noticias capaces de infundir prejuicios en mi hija contra diferentes personas que puedan sentir el efecto de la misma, cuando lega a Francia, me parece mejor suprimir esta correspondencia, acusando a su vez a alguien de la familia para darle regularmente nuestras noticias”.

Weber cita dos veces a la condesa Brandeis como una persona de grandes cualidades. Esto confirma el testimonio de Madame Campan. María Teresa no estaba interesada en sus hijas, Vermond solo es bueno para conspira… solo existe esta Brandeis a quien la joven archiduquesa lamentara no haberle sido confiada antes y a quien conservara su afecto.

La gouvernante, Judith de Brandeiss

La historia nos ha guardado tres nombres, Brandeis, Lerchenfeld y Trautmannsdorff. La buena amante llena de cualidades a la que maría Antonieta conservara su gratitud es en efecto la condesa Brandeis, a quien escribe todavía en 1780.

El 16 de marzo de 1780 María Antonieta advierte a su madre de una decisión que ha tomado: “el barón me había hablado de un primo de Brandeis que estaba destinado a ser abad. Le escribí al respecto, sin que ella me lo mencionara nunca. Estoy encantada de poder hacer algo por ella. Si mi querida madre lo aprueba, lo traeré a Francia para que termine sus estudios”.

María Teresa se apresura a hacerlo a vuelta de correo:

“gracias por lo que quieres hacer por el primo de Brandeis. Esto hace honor a vuestro corazón, y yo apruebo que lo hagáis venir inmediatamente, para que se beneficie de los principios y ciencias necesarias a este estado”.

¡qué atención prestada a una mujer despedida de sus funciones! ¿y si Madame Campan tuviera razón? En cualquier caso, la correspondencia de María Antonieta corrobora plenamente su testimonio.

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