domingo, 2 de julio de 2023

EL FAMOSO "ARMARIO DE HIERRO" DE LUIS XVI

Francois Gamain et Louis XVI
L'armoire de fer "iron chest" Louis XVI, ilustración de Alexandre Dumas 
Durante los últimos días de junio y parte de julio madama Campan no se acostó. Una noche, a eso de las dos de la madrugada, estando sentada aquella junto al lecho de la reina y solas ambas, oyeron andar con cautela en el corredor inmediato al aposento y cuyas dos extremidades estaban cerradas con llave. Madama Campan salió para llamar al ayuda de cámara, que entró en seguida en el corredor, dejándose oír el ruido de dos hombres que reñían. La reina se arrojó en los brazos de madama Campan.

-"Oh! ¡qué existencia! -exclamó- ultrajes de día, asesinatos por la noche!"

-"¿Qué es esto? qué pasa?" preguntó madama Campan al ayuda de cámara, hombre de atléticas fuerzas.

-"Un malvado a quien conozco y del que me he apoderado, señora" contestó aquel.

-"Soltadle, gritó la reina, abridle la puerta. Venía a asesinarme, y mañana le llevarán en triunfo los jacobinos"

En vista de esta orden reiterada dos veces, el ayuda de cámara echó afuera a aquel hombre. Era un mozo al servicio del rey, que había tomado del bolsillo de su Majestad la llave del corredor, y que sin duda trataba de introducirse en el cuarto de la reina para asesinarla.

Al día siguiente el señor de Septeuil hizo mudar todas las cerraduras de la habitación del rey, y madama Campan verificó lo propio en la de la reina.

Por entonces fue cuando Madame Campan tuvo noticia de la existencia del armario de hierro. He aquí algunos pormenores sobre tan misterioso asunto.

Francois Gamain et Louis XVI

Ya se acordarán nuestros lectores de aquel cerrajero, compañero de fragua de Luis XVI, llamado Gamain. Desde la invasión del 6 de octubre, época en que el rey se marchó de Versalles, Gamain había permanecido en aquella última ciudad y no había ido a verle a las Tullerías, pues creyó que el rey no tenía mucho tiempo para pensar en la cerrajería. Gamain se engañaba, como va a verse.

El 21 de mayo de 1792, hallándose en su tienda, un hombre a caballo se detuvo delante de la puerta, y le llamó por su nombre. El disfraz del recién llegado, que iba vestido de carretero, no le impidió de reconocerle: era un tal Durey, a quien Luis XVI había tomado en clase de ayudante de fragua, y que se presentaba en nombre de aquel a suplicar a Gamain que fuese a las Tullerías, pasando por las cocinas, a fin de que nadie le viese.

Sin embargo, Gamain era un miserable, cuya menor falta era la ingratitud, y como el rey era desgraciado, temió comprometerse y se negó a ir a Paris.

Durey volvió aquel mismo día, renovando sus instancias y descendiendo hasta suplicarle, sin que con ello lograse persuadir a Gamain. Volvió al día siguiente con un billete escrito por el rey, en el cual este suplicaba a su antiguo compañero que fuese a ayudarle en un trabajo muy difícil. Esta vez el amor propio del maestro cerrajero se vio lisonjeado; vistiéndose a toda prisa, se despidió de su mujer y de sus hijos, sin decirles adonde iba, y marchó a Paris, prometiéndoles volver aquella misma noche.

Durey condujo a Gamain a las Tullerías, y aunque era difícil introducirle sin que fuese visto, pues el palacio estaba custodiado como si fuese una cárcel, llegaron por fin hasta el taller de Luis XVI, donde Durey dejó al cerrajero para ir a anunciar su llegada a su real aprendiz.

armoire de fer louis xvi
"Luis XVI iluminando al cerrajero Gamain en el proceso de elaboración del armario de hierro", ilustración extraída de la "Historia de los girondinos" (1866), de Lamartine.
Durante los cortos instantes que estuvo solo, Gamain reparó una puerta de hierro, recién construida, con una cerradura que abría a ambos lados, perfectamente trabajada al parecer, y una arquilla toda de hierro, con un resorte oculto, que, a pesar de ser tan hábil, el cerrajero no pudo descubrir a la primera ojeada.

En esto volvió a entrar Durey acompañado del rey.

- "Hola, mi buen Gamain -dijo Luis XVI tocando con familiaridad en la espalda al maestro- mucho tiempo hacía que no nos habíamos visto ¿verdad?"

- "Si, Señor -respondió Gamain- en realidad lo siento; pero por prudencia, tanto por vos como por mí, he debido suspender mis visitas que eran mal interpretadas. Ambos tenemos enemigos que desean perjudicarnos, y por eso en un principio vacilé ayer en obedeceros".

- "efectivamente -dijo el rey- los tiempos andan muy inciertos, y no sé cómo acabará todo esto"

Después, recobrando su alegría y mostrando al maestro cerrajero la puerta y la arquilla:

"¿Qué dices de mi talento? -añadió- yo solo he concluido ese trabajo en menos de diez días; verdad que soy discípulo tuyo". Gamain dio las gracias al rey, el cual, mirándole fijamente, le dijo:

- "Gamain, siempre he tenido confianza en ti, y la prueba de ello es que no vacilo hoy en poner en tus manos mi suerte y la de mi familia"

El cerrajero miró con asombro a Luis XVI.

- "Ven" -continuó el rey y pasando delante, le condujo primero a su alcoba y después a un oscuro pasillo que iba de esta al aposento del Delfín. Una vez allí, Durey encendió una bugía, y por orden del rey levantó un tablero de la ensambladura, detrás del cual Gamain descubrió un agujero de dos pies de diámetro.

Francois Gamain et Louis XVI
Originalmente instalado en el Palacio de las Tullerías, En 1808, fue trasladado a los Archivos Nacionales, en el barrio del Marais, primero en la antigua sala de guardia del Hôtel de Soubise y luego, en 1865, en el corazón de la majestuosa sala Grands Dépôts donde se celebró siempre. 
Luis XVI reparó en la admiración de Gamain.

- "He hecho este escondite -le dijo- para guardar en él algún dinero. Durey me ha ayudado a taladrar la pared, y va a arrojar al rio los escombros. Ahora es preciso cerrar la abertura con esta puerta de hierro, y como no sé qué medio emplear para concluir esta operación te he enviado a buscar para que me prestes este servicio que espero de ti"

Gamain puso manos a la obra, acto continuo: limó todas las partes de cerrajería que no tenían buen juego; modeló la llave en la fragua de modo que quedase enteramente distinta de las comunes, y clavó en la pared los goznes y la chapa de la cerradura tan sólidamente como lo permitieron las precauciones de que debió hacer uso para apagar el ruido del martillo. El rey le ayudó tan bien como supo, suplicándole a cada momento que hiciese menos ruido y sobre todo que se despachase, temeroso de que les sorprendiesen en aquel trabajo que duró todo el día. Terminado aquel, pusieron la llave en la arquilla de hierro, ocultando está bajo una baldosa al extremo del corredor.

Para cerrar el armario no se necesitaba llave, pues los pestillos se ponían en movimiento por sí mismos cuando se hacía mover la puerta de hierro sobre sus goznes.

Dejemos ahora que hable Gamain; más adelante continuaremos su odiosa declaración desde donde la abandonamos esta vez:

"Había trabajado sin interrupción durante ocho horas, y el sudor bañaba copiosamente mi frente; me hallaba deseoso de descansar, y me sentía desfallecer de hambre, pues no había comido nada absolutamente desde que me levanté. Me senté un minuto en el cuarto del rey, quien me ofreció por sí mismo una silla, excusándose de la molestia que me había causado; me rogo que le ayudase a contar dos millones de luises, que colocamos en cuatro sacos de cuero, y mientras que por complacencia me prestaba a ello, vi que Durey transportaba algunos legajos de papeles, que juzgué debían ser guardados en el armario secreto. En efecto, el dinero solo era un pretexto para distraer mi atención, y estoy seguro de que únicamente ocultaron los papeles"

"Cuando iba a retirarme, la reina entró de repente por la puerta secreta que había al pie de la cama del rey; traía en la mano un plato y un vaso de vino, se acercó hacia mí, que la saludé con asombro porque Luis XVI me había asegurado que la reina ignoraba la construcción del armario".

- "Querido Gamain -me dijo con cariñosa voz- tenéis calor, bebed esté vaso de vino, y comed un poco, pues esto os sostendrá al menos durante el camino"

Francois Gamain et Louis XVI
Louis XVI et Francois Gamain en el taller de cerrajería
Esto es lo que cuenta Gamain relativamente al famoso armario de hierro. Lo restante de su relato, que no queremos deshonre nuestra pluma, lo que Gamain calló durante un año, pero que fue a declarar a la Convención cuando el proceso del rey, es que aquel plato de comida estaba amasado con arsénico, y que por consiguiente la reina era una envenenadora.

¡Pobre mujer, infeliz reina, bien hacías en no temer la muerte, pues aún podían hacer más que asesinarte!

Este armario de hierro, descubierto después del 10 de agosto por denuncia del mismo Gamain, quien se olvidó entonces de hablar de su envenenamiento, es el mismo de que el rey dio conocimiento a madama Campan a principios de julio.

"Su Majestad tenía aun, sin contar el dinero de la mensualidad entonces corriente, ciento cuarenta mil francos en oro. Quería entregarme toda la cantidad; pero le aconsejé que guardase mil quinientos luises, pues de un momento a otro podía necesitar una suma algo crecida. El rey tenía un gran número de papeles, y por desgracia se le ocurrió la idea de hacer construir secretamente por un cerrajero, que había trabajado a su lado más de diez años, un escondite en un corredor interior de su aposento, el cual, a no ser por la denuncia de aquel hombre, hubiera permanecido ignorado largo tiempo; la pared, en el sitio donde aquel se hallaba, estaba pintada figurando grandes piedras, y la abertura se hallaba perfectamente disimulada por las muescas negras que formaba la parte sombreada de ellas; pero ya antes que el cerrajero hubiese denunciado a la Asamblea la existencia del que después tomó el nombre de armario de hierro, la reina supo que había hablado de él a algunos de sus amigos, y que aquel hombre en quien por lo común el rey tenía demasiada confianza, era un jacobino. Advirtió de ello a Luis XVI, le invitó a que colocase en una gran cartera todos los papeles que más le interesaba conservar, y que me los confiase; delante de mí le incitó a que nada dejase en aquel armario, y el rey, para tranquilizarla, le contestó que así lo había hecho. Quise tomar la cartera y llevarla a mi cuarto; pero pesaba tanto que no podía levantarla, por lo que el rey me dijo que él mismo la llevaría, y le precedí para abrirle las puertas. Cuando la hubo dejado en mi gabinete me dijo estas solas palabras: «La reina os dirá lo que contiene.» De vuelta en el cuarto se lo pregunté, creyendo por las palabras del rey, que era necesario que lo supiese.

Francois Gamain et Louis XVI
Caricatura en la cual se muestra la apertura del armario de hierro. A la derecha el cerrajero Gamain, quien fabricó el armario para Luis XVI, abriéndolo ante el ministro Roland, a la izquierda. El esqueleto de Mirabeau aparece saliendo del armario. Los documentos hallados revelan cartas secretas entre el político y la familia real, lo que provocará su exhumación del Panteón. En un medallón situado encima del armario, el rey Luis XVI aparece representado como una serpiente
"Son -me respondió- documentos que podrían dañar en gran manera a mi esposo, si se llegaba al extremo de encausarle; pero lo que seguramente quiere que os diga es que hay en esa misma cartera el acta de un consejo de Estado, en el cual él opinó en contra de la guerra, cuya acta hizo firmar por todos los ministros, y que creo le será muy útil si llega aquel caso"

Le Pregunté a la reina a quien creía que debía confiar aquella cartera.

"A quien queráis -me contestó- pues vos sois la única responsable; no os alejéis de palacio, ni siquiera en los meses de reposo, pues en ciertas circunstancias podría convenir hallarla al instante"

En efecto, aquella cartera era preciosa; contenía veinte cartas de Monsieur, diecinueve del conde d'Artois, diecisiete de madama Adelaida, dieciocho de madama Victoria, una correspondencia completa de Mirabeau junto con un plan de fuga, y finalmente el acta firmada por todos los ministros.

Es altamente triste ver a aquella desdichada familia real tomando durante la noche y en medio de sus amigos íntimos sus últimas disposiciones, previendo el motín, la acusación, el asesinato, pero menos siempre de lo que sucedió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario