Entre tanto María Antonieta intentó convencer a su esposo para huir con la familia a Metz donde había tropas reales. Sin embargo, el rey se negó a huir. Cuando en las próximas semanas el rey una y otra vez rehusó abolir oficialmente los derechos feudales, la gente sospechó que tras la terquedad del rey estaba su mujer, y la austriaca se convirtió en el blanco principal del odio del pueblo. Entonces cundió con la rapidez de un rayo una anécdota que ejemplificaba su altivez cínica y desalmada. María Antonieta, se decía, habría preguntado, durante un paseo que dio con su cochero, por qué toda la gente parecía tan desgraciada. «Majestad, no tienen pan para llevarse a la boca», le respondió. En efecto, la mala cosecha del año 1789 había hecho explotar los precios del pan; el hambre amenazaba. Y María Antonieta habría contestado a esa explicación: «Si no tienen pan, que coman pasteles.» (S’ils n’ont pas de pain, qu’ils mangent de la brioche.)Seguramente María Antonieta jamás dijo estas palabras. No obstante, en la Francia de 1789 todo el mundo creía que este comentario cínico sólo podía haber salido de labios de María Antonieta. A lo largo y ancho del país, la reina fue insultada en panfletos y obras de teatro.
“Cada vez que recorto el presupuesto en los hogares, las
hojas de escándalo, simplemente informan de que malgasto mas dinero que nunca. Apenas
la semana pasada, después de dar de mi propio dinero para traer comida a la
parte mas pobre de la ciudad, las revistas no solo olvidaron mencionar mi donación,
pero ingeniosamente han inventado nuevas palabras de mis labios. Al parecer,
todo el mundo en parís cree que tengo una nueva solución para aquellos que no
tienen pan: “que coman pastel!”. Mis acciones reales se han convertido en
irrelevantes”.( María Antonieta: El color de la carne -Joel Gross, 2007)
Cuenta Jean Jacques Rousseau en 1769 que una cortesana, al escuchar al pueblo clamar bajo la ventana, preguntó a su doncella:”¿Qué sucede? ¿Por qué se lamentan?”. "Porque tienen hambre y carecen de pan” , le explicó la sirvienta. A lo que la dama concluyó: “ Si no tienen pan, que coman pastel!". Tradicionalmente se atribuye esta anécdota a María Antonieta, aunque cuando Rousseau la escribió en 1769, la futura reina de Francia aún era una niña, archiduquesa austriaca alejada de brillante mundo de Versalles.
jueves, 5 de noviembre de 2009
viernes, 23 de octubre de 2009
MARIE ANTOINETTE ES LLAMADA "MADAME DEFICIT"
La significación histórica del proceso del collar consiste en que arroja la agria y dura luz de la publicidad sobre la persona de la reina y las interioridades de Versalles; en tiempos revueltos, siempre es peligroso el hacerse visible. Pues para tomar las armas, para llegar a ser activo, todo estado de descontento, todavía en situación pasiva, necesita siempre una figura humana, ya sea como abanderado de su idea, ya como blanco para el acumulado odio; un bíblico chivo expiatorio. A ese ser misterioso que es el «pueblo» sólo le es dado pensar antropomórficamente, sólo partiendo de seres humanos; las ideas no son nunca plenamente claras para su capacidad de concepción, sino sólo los personajes: por ello, dondequiera que hay una culpa quiere ver al culpable. El pueblo francés sospecha ya oscuramente, desde hace mucho tiempo, que hay una injusticia que le es infligida no sabe desde dónde. Durante largos años se ha inclinado obediente, esperando, crédulo, tiempos mejores: al advenimiento de cada nuevo Luis siempre ha tremolado con embeleso las banderas, siempre ha cumplido piadosamente con sus señores feudales y la Iglesia en el pago de censos y prestaciones personales; pero cuanto más se somete, tanto más dura llega a ser la presión de los impuestos que, ávidamente, le chupan la sangre. En la rica Francia están vacíos los graneros, empobrecidos los arrendatarios; en la más fértil tierra de Europa, bajo los más bellos cielos, escasea grandemente el pan. Alguien tiene que ser el culpable; si los unos carecen totalmente de pan, tiene que ser porque otros devoren demasiado; si los unos se ahogan bajo la carga de sus deberes, tiene que haber otros que se arroguen demasiados derechos. Aquella sorda inquietud que siempre precede a toda idea y a todo pensamiento creador se extiende, poco a poco, por todo el país. La burguesía, a quien un Voltaire y un Jean-Jacques Rousseau han abierto los ojos, comienza a juzgar por sí misma, a censurar, a leer, a escribir, a instruirse: a veces un relámpago abrasa los cielos anunciando la gran tormenta; son saqueadas las granjas y amenazados los señores feudales. Un gran descontento pesa desde hace tiempo, como una niebla, sobre todo el país.
Entonces, uno detrás de otro, dos deslumbradores relámpagos cruzan el espacio a iluminan toda la situación a ojos del pueblo: el proceso del collar es uno de ellos; el otro las manifestaciones de Calonne sobre el déficit. Estorbado en la realización de sus reformas, acaso también por secreta animosidad contra la corte, el ministro de Hacienda, al hablar de la situación financiera, ha citado por primera vez cifras exactas. Se sabe ahora lo que se silenció durante tanto tiempo: en doce años de reinado, Luis XVI ha tomado a préstamo mil doscientos cincuenta millones. Todo el pueblo se queda lívido ante el resplandor de este relámpago. Un millar doscientos cincuenta millones, cifra astronómica, ¿en qué y por quién han sido consumidos? El proceso del collar da la respuesta; saben por él los pobres diablos que por algunos zancajean trabajosamente jornadas enteras que, en ciertos círculos sociales, son presentados como corrientes regalos amorosos, diamantes por valor de millón y medio, que se adquieren palacios por diez o veinte millones, mientras que el pueblo se muere de hambre. Y como todo el mundo sabe que el rey, ese humilde zote, esa alma de pequeño burgués, no es capaz de participar en esta fantástica dilapidación, toda la mala voluntad, a modo de catarata, se precipita sobre la reina fascinadora, pródiga y aturdida. Se ha encontrado a la culpable de las deudas del Estado. Ahora se sabe ya por qué los billetes tienen menos valor de día en día, el pan está cada vez más caro y los impuestos cada vez más altos; es porque esa zorra dilapidadora hace revestir, en su Trianón, toda una habitación con brillantes y porque le envía secretamente a su hermano José, a Austria, centenares de millones de oro para pagar su guerra: porque colma de pensiones, empleos y prebendas a sus amantes y amiguitas. La desgracia tiene de pronto una causa, la bancarrota un autor, la reina un nuevo nombre. Desde un extremo de Francia hasta el otro se la llama «Madame Déficit»: la palabra quema sus espaldas como un hierro candente.
la reina comparada con las peores reinas de francia, Fredegunda y Catalina de Medicis. |
la reina retratada como una bruja! |
Cuantas más perversidades sabe referir de la reina, tantas más quieren conocer. Los libelos suceden ahora a los libelos; cada uno excede al anterior en lascivia y ordinariez; pronto aparece una pública «Lista de todas las personas con las cuales ha tenido la reina relaciones licenciosas»; contiene nada menos que treinta y cuatro nombres de uno y otro sexo, duques, comediantes, lacayos, el hermano del rey, así como su ayuda de cámara, la Polignac, la De Lamballe y, por último, para abreviar, routes les tribades de Paris , incluyendo a las mozas perdidas de las calles, castigadas a latigazos. Pero estos treinta y cuatro nombres no agotan, ni con mucho, todos los compañeros de vicio que atribuye a María Antonieta la opinión de los salones y la de la calle, artificialmente excitadas; toda una nación se ha apoderado de una mujer, y se le adjudica, hoy como en esos tiempos, en forma de alud, todos los excesos y perversiones imaginables. Otro libelo, La vie scandaleuse de Marie-Antoinette , tiene noticias de un vigoroso bárbaro que ya en la corte imperial austríaca tenía que apaciguar los inextinguibles Fureurs utérines (éste es el delicado título de un tercer libero) de la muchacha de trece años; con mucho detalle se describe en el Bordel royal (otro título de libelo) el comercio de la reina con sus mignons et mignones , y se ponen al alcance del embelesado lector con numerosos grabados pornográficos que representan a la soberana, con sus diferentes colegas, en aretinescas posturas amorosas. Cada vez más alto salpica la basura; las mentiras son cada vez más odiosas y es creída cada una de ellas porque se desea creer todo lo que se diga sobre aquella «criminal». A los dos o tres años es imposible ya salvar a María Antonieta, infamada en toda Francia como la mujer más lasciva y depravada, más astuta y tiránica que cabe imaginar.
Por último tiene que sufrir la última afrenta: el teniente de Policía anuncia de una manera embozada que sería aconsejable que la reina se abstuviera de visitar París por el momento, no fuera a darse el caso de que se produjesen incidentes enojosos, de los cuales no hubiera modo de defenderla. Ahora desde el pulpito, en voz alta y clara, se exige un proceso contra la pecaminosa, el estado eclesiástico después de la ofensa contra el cardenal de Rohan exige que se juzgue a la reina. De domingo en domingo, los sacerdotes adoptan tonos cada vez más ásperos. Igual de imperdonable, gritan desde los pulpitos a la entusiasmada multitud, es el adulterio, el derroche, la frivolidad y el crimen cometido por una reina que por la mujer más insignificante del país. Pronto el odio desciende de la iglesia a la calle y con especial celo braman las mujeres contra la reina. Cada vez más furioso ruge el grito “¡matar a la puta!” “muerte a la ramera de Versalles!”. La agitación hasta entonces contenida en la totalidad del país se desencadena salvajemente ahora contra una sola persona y, arrancada repentinamente de su despreocupación, despertada al ser golpeada y azotada por ese látigo de odio, solloza desesperada la reina, dirigiéndose a sus últimos fieles: « ¿Qué quieren de mí? ¿Qué les he hecho?».
Inmediatamente después de esto es otra, con la energía quebrada, el valor destrozado. Como un fuego arde la conciencia en su cuerpo, con mirada petrificada, loca, se espanta a sí misma. Una única y loca ambición envenena su cerebro atormentado: la ambición del dejar de saber, del no tener que pensar en ello, la mina. Algo en sus rasgos, en su ser, ha cambiado de forma permanente, la habitual ligereza y seguridad ha desaparecido. Camina, vive y actúa como una persona sometido a una fuerte presión. Se encierra en su habitación y a través de las puertas las camareras la oyen gemir y sollozar. Normalmente confiada, esta vez no confía en nadie. Sus labios están sellados, y nadie sospecha el terrible secreto que lleva a través de sus días y sus noches y que poco a poco le asfixia el alma. Espantoso despertar, en que los sentidos se concentran y deslumbra el reconocimiento de las locuras cometidas.
Este cambio, e incluso sus rasgos muestran tan extrañeza en comparación con su ser anterior: la que era indiferente a lo que el mundo pensara de ella, si es inteligente o sensato lo que emprendiera. Tan solo adelante, adelante, no detenerse y no reflexionar. ¡Tan solo dejar de pensar, dejar de saber, dejar de ver, dejar de oír, tan solo avanzar y avanzar hacia la locura!. Ya no recuerda en nada a la mujer alegre, prudente, locuaz, segura de sí misma, que era hace algunos años. Se encierra en sí misma, se oculta, se esconde. Quizá sigue esperando que el mundo callara y la ola negra pasara clemente sobre su cabeza.
Pero cuando las voces empiezan a preguntar, a apremiar, cuando por los salones de Versalles, por las calles de parís, cuando el mundo entero exige de ella explicaciones, respuestas y sentencia, se sume poco a poco en la confusión. Sabe que tendría que hacer algo para ocultar el hecho, para disculparlo. Pero le falta fuerza para dar una respuesta convincente, para decir una palabra inteligente y engañosa. Indefensa, impotente y desesperada María Antonieta quiere huir de las voces, las que advierten y amenazan.
Tenía que caer un crepitante rayo para hacer salir con espanto a María Antonieta de su orgulloso a indiferencia. En este momento está despierta; ahora comienza a comprender lo que ha omitido de sus obligaciones aquella mujer mal aconsejada y sorda a todo favorable aviso en su debido momento, y, con la nerviosa impetuosidad que le es propia, se apresura a enmendar de una manera bien visible lo más irritante de sus faltas.
De una sola plumada limita inmediatamente el costoso tren de su vida. A mademoiselle Bertin se le firma la licencia: en el vestuario, en el régimen doméstico, en las caballerizas, se adoptan limitaciones que economizan más de un millón al año; los juegos de azar, con sus banqueros, desaparecen de sus salones; se interrumpen las nuevas construcciones del palacio Saint-Cloud; se venden con toda rapidez posible otros palacios; son destituidos los ocupantes de una porción de cargos inútiles, en primer lugar los de sus favoritos de Trianón. María Antonieta permanece firme. Desde que mira con despiertos ojos, conoce mejor muchas cosas. Se retira visiblemente de la fatal sociedad de los Polignac y vuelve a acercarse a sus antiguos consejeros, a Mercy y al hace mucho tiempo despedido Vermond. Por primera vez, María Antonieta vive con el oído alerta; por primera vez no obedece a la antigua potencia, la moda de su mundo, sino a la nueva, la opinión pública. Es como si su tardío buen sentido quisiera justificar póstumamente a María Teresa por sus inútiles advertencias.
Pero «demasiado tarde»: esta funesta frase será desde ahora la respuesta a cada uno de sus esfuerzos. Todas estas pequeñas renuncias pasan sin ser notadas en el general tumulto; estas economías precipitadas no son más que gotas que rezuman del enorme tonel de las danaides del déficit. Reconoce ahora, con espanto, que con medidas parciales y accidentales no puede ya salvarse nada; es necesario un Hércules que aparte, por fin, a un lado los gigantescos peñascos del déficit.
«Tiemblo sólo con la idea» -escribirá al conde Mercy- «perdóneme usted esta debilidad» , «mi destino es atraer la desgracia», «necesito mucho que un amigo tan bueno y fiel como usted me sostenga en este momento», tales palabras no se han oído ni leído jamás como brotadas de la anterior María Antonieta. Hay un nuevo tono; es la voz de un ser humano conmovido y removido hasta lo más profundo de su intimidad; ya no el acento leve y cargado de aleteos de risa, de la adulada joven dama; María Antonieta ha mordido la amarga manzana del conocimiento y pierde su seguridad de sonámbulo, pues sólo quien desconoce el peligro está siempre sin miedo. Comienza ahora a darse cuenta del tremendo precio con que está gravada toda gran posición: la responsabilidad. Por primera vez siente el peso de la corona, que hasta ahora había llevado fácilmente, como un sombrero a la moda. ¡Qué temeroso se hace ahora su paso desde que percibe sordos ruidos volcánicos bajo el frágil suelo! ¡No avanzar ahora, mejor retroceder! Preferiría permanecer alejada de todas las resoluciones; para siempre fuera de la política y de sus turbios negocios; no mezclarse más en determinaciones, que tan fáciles estimó antes, y de las cuales reconoce ahora todo el peligro.
Una transformación total se produce en la conducta de María Antonieta. La que hasta ahora había sido feliz en medio del ruido y de la agitación, busca actualmente el silencio y el apartamiento. Evita el teatro, las redoutes y mascaradas, no quiere ni siquiera asistir al Consejo del rey; sólo respira todavía en el círculo de sus hijos. En esta cámara, llena de risas, no penetra la pestilencia de odios y envidias. Como madre se siente más segura que como reina. Todo podría ser aún reparado; sólo desea vivir tranquila y en un ambiente íntimo y natural; no provocar más al destino, ese misterioso adversario cuya fuerza y malignidad comprende ahora por primera vez.
Pero precisamente en el momento en que todo en su corazón ansía la calma, el barómetro de la época marca tempestad. Justamente en la hora en que María Antonieta conoce sus faltas y quiere retroceder para que no se note su presencia, una despiadada voluntad la empuja hacia delante, al centro de los más emocionantes acontecimientos de la Historia.
«Tiemblo sólo con la idea» -escribirá al conde Mercy- «perdóneme usted esta debilidad» , «mi destino es atraer la desgracia», «necesito mucho que un amigo tan bueno y fiel como usted me sostenga en este momento», tales palabras no se han oído ni leído jamás como brotadas de la anterior María Antonieta. Hay un nuevo tono; es la voz de un ser humano conmovido y removido hasta lo más profundo de su intimidad; ya no el acento leve y cargado de aleteos de risa, de la adulada joven dama; María Antonieta ha mordido la amarga manzana del conocimiento y pierde su seguridad de sonámbulo, pues sólo quien desconoce el peligro está siempre sin miedo. Comienza ahora a darse cuenta del tremendo precio con que está gravada toda gran posición: la responsabilidad. Por primera vez siente el peso de la corona, que hasta ahora había llevado fácilmente, como un sombrero a la moda. ¡Qué temeroso se hace ahora su paso desde que percibe sordos ruidos volcánicos bajo el frágil suelo! ¡No avanzar ahora, mejor retroceder! Preferiría permanecer alejada de todas las resoluciones; para siempre fuera de la política y de sus turbios negocios; no mezclarse más en determinaciones, que tan fáciles estimó antes, y de las cuales reconoce ahora todo el peligro.
Una transformación total se produce en la conducta de María Antonieta. La que hasta ahora había sido feliz en medio del ruido y de la agitación, busca actualmente el silencio y el apartamiento. Evita el teatro, las redoutes y mascaradas, no quiere ni siquiera asistir al Consejo del rey; sólo respira todavía en el círculo de sus hijos. En esta cámara, llena de risas, no penetra la pestilencia de odios y envidias. Como madre se siente más segura que como reina. Todo podría ser aún reparado; sólo desea vivir tranquila y en un ambiente íntimo y natural; no provocar más al destino, ese misterioso adversario cuya fuerza y malignidad comprende ahora por primera vez.
Pero precisamente en el momento en que todo en su corazón ansía la calma, el barómetro de la época marca tempestad. Justamente en la hora en que María Antonieta conoce sus faltas y quiere retroceder para que no se note su presencia, una despiadada voluntad la empuja hacia delante, al centro de los más emocionantes acontecimientos de la Historia.
lunes, 5 de octubre de 2009
LA REINA DA A LUZ AL DELFÍN LUIS JOSE
El 22 de octubre de 1781 el tan esperado heredero al trono nació.
Trajo la popularidad sin precedentes a María Antonieta, había llegado a ser
reina por segunda vez. Los primeros años de la corta vida del delfín era de
gozo absoluto de sus padres.
El 22 al despertar, la reina sintió un poco de dolor, sin
embargo se dio un baño, el rey, que iba a disparar a Sacle, derogo la partida
de caza. Entre las doce y media, su dolor fue mayor, a la una y cuarto el delfín
nació. Con el fin de evitar una repetición del accidente que había ocurrido en
el nacimiento de madame royal, se había decidido que la multitud no se le seria
permitido el ingreso al apartamento real, y que no se sabría el sexo del bebe
hasta que la madre estuviera fuera de peligro.
Al enterarse de la noticia a la mitad de las onces, la
señora Polignac se había quedado con la reina, las damas y caballeros de la
corte que quería presenciar el nacimiento del delfín encontraron las puertas
cerradas. Solo pudieron ingresar el conde Artois, madame Lamballe, de Chimay,
de Mailly, de Ossun, de Tavennes y de Guemenne. Cuando el niño nació, fue
llevado al gran vestidor, donde el rey lo vio lavado y vestido y se le fue dado
a la institutriz real, la princesa de Guemenee.
La reina estaba en la cama, ansiosa y sin saber nada, todos
los que la rodeaban controlaron su
rostro tan bien que la pobre mujer, al ver su aire limitado, pensó que ella había
dado a luz a una niña por segunda vez. “ya ves como soy razonable”, dijo
suavemente: “yo no te pregunto”. Pero el rey ya no podía contenerse, se acerco
a la cama de su esposa y con lagrimas en los ojos le dijo: ”el señor delfín le
pide permiso para entrar”. El niño le fue llevado, la reina lo abrazo con un
entusiasmo que no se puede describir.
La escena era indescriptible: todas las restricciones se
dejaron a un lado, la alegría broto libremente, la antecámara de la reina era
encantadora. Todas las cabezas se envolvieron en risa y llanto, las personas que
no se conocían entre sí, hombres y mujeres, se abrazaron. Lo mismo sucedió,
cuando media hora después del nacimiento, las puertas de la cámara de la reina
se abrieron y el señor delfín se anuncio.
Madame Guemenee, radiante de alegría, lo tomo en sus brazos,
hubo aclamaciones de júbilo y aplausos, que penetraron a la habitación de la
reina y seguramente a su corazón. Uno de los valientes suizos y amigo intimo de
la reina reina, el conde de Stedingk, no podía contener su alegría: “un delfín señora,
que felicidad!”. Madame Elisabeth estaba tan encantada que no lo podía creer,
ella rio, lloro y caso enferma de emoción.
En cuanto al rey, que estaba intoxicado con su felicidad, no
dejo de ver a su hijo, le sonreía y lagrimas corrían de sus ojos. El extendió, sin
distinción, la mano a cada uno que lo felicitaba, su alegría se sobrepuso a su
habitual reserva. Buscaba cualquier ocasión para pronunciar las palabras: “mi
hijo el delfín”, y tomo al niño en sus brazos, lo levanto en la ventana, con
una expresión de contenido que toco a cada uno de los presentes.
A las tres de la tarde el niño recién nacido fue bautizado como Louis Joseph francois Xavier en la capilla de Versalles por el cardenal de Rohan. Después de la ceremonia, el conde de Vergennes y el conde de Segur le entregaron las insignias del cordon bleu y la cruz de san Luis. Por la noche hubo fuegos artificiales en la place d`armes.
El era un niño de excepcional belleza y de una fuerza
sorprendente. Las damas de la corte, admitieron al mirar al niño real, “tan
bello como un ángel”. Los cortesanos disputaban sobre la elección del futuro
gobernador del delfín, y se dieron cuenta, no sin malicia, el semblante
decepcionado del duque de Guines, que pensaba ilusionado que ese lugar debería ser para él y cuya
reciente desgracia le había robado la esperanza. Cuando el presidente del tribunal
de cuentas se acerco con elogios al delfín declaro: “el nacimiento es nuestro
gozo, su educación será nuestra esperanza, la virtud será nuestra felicidad”.
En parís, no era menos vivo, cuando el señor Croismare,
teniente de los guardias anuncio la gran noticia en el hotel de Ville. La gente
se echo a reír y se abrazaron unos a otros en las calles.
En su diario, escrito día a día, Luis XVI, trazaba
brevemente, aunque con sequedad, los mas pequeños actos de su vida privada. Esta
vez, para nuestra gran sorpresa, entra en detalle, gracias a su alegría de
haber tenido un heredero a la corona:
“la reina paso una noche muy cómoda el 21 de octubre. Se sentía
algo de dolor leve al despertar por la mañana, pero esto no le impidió el baño,
el dolor continuaba, pero esta vez en gran medida. Hasta el mediodía interrumpí
la partida de caza que se realizaría en Sacle.
Entre las doce y media, el dolor se hizo mas grande; la
reina se fue a la cama y solo una hora y cuarto mas tarde, según mi reloj dio a
luz aun niño. Solo estaba presentes la señora de Lamballe, el conde Artois, mis
tias, la señora de Chimay, la señora de Mailly, madame d`Ossun, la señora de Tavannes y madame de Guemenee.
De todos los príncipes a los que la señora de Lamballe había
enviado al mediodía para anunciar la noticia: debido a que el señor de Orleans llego
antes del momento critico (estaba cazando en Fause), permaneció en la cámara o
en el salón de la Paix. El señor de conde, el señor de Penthievre, el duque de Chartres, madame de Chartres, la señora princesa de Conty y la señora de conde
llegaron también… Mi hijo fue llevado
al gran vestidor, donde fui a verlo vestido y me lo puso en las manos la señora
de Guemenee, la institutriz. Después me acerque a la reina y yo le dije que era
un niño, y le fue llevado a su cama…”
“La reina dio a luz a un delfín. Madame de Polignac fue
convocada a las once y media. El rey estaba de salida para la caza en el
momento con el conde de Artois. El rey fue a la habitación de la reina y la encontró
en el sufrimiento, aunque ella no lo admitía. Su majestad revoco la caza, lo
que fue la señal para que todo el mundo se precipitara al apartamento de la
reina… el rey, sin embargo, continuaba con su traje de caza. Las puertas de la
antesala se cerraron, al contrario a la costumbre, lo que fue una gran mejora. La
reina acudió primero a la casa de la duquesa de Polignac, donde estuvo
acompañada por la duquesa de guiche, la señora de Polastron, la señora condesa
de Gramont, la señora de Deux-Ponts y la
señora de Chalons. Después de un cruel cuarto de hora, una de las mujeres de la
reina, llego toda salvaje y despeinada y grito: “un delfín! Pero no debe ser
contado”. Nuestra alegría era demasiado grande para contenerla”.
martes, 1 de septiembre de 2009
MARIE ANTOINETTE Y SU PASION: EL TEATRO!
La pasión de la Reina por el teatro se remonta a su infancia. Una vez Delfina de Francia ella no iba a dejar de ensayar, ahora con sus cuñados, distintas obras en francés. Esta actividad la mantenía bastante en secreto, porque no correspondía por protocolo.
María Antonieta no podía resistirse a la tentación de actuar, y menos cuando por fin logro que el rey le permitiera construir un teatro para ella misma, el cual podía considerar su propio escenario. Para ello, recluto a sus cuñados y amigos mas íntimos formando así La Compañía De Los Lores.
María Antonieta no podía resistirse a la tentación de actuar, y menos cuando por fin logro que el rey le permitiera construir un teatro para ella misma, el cual podía considerar su propio escenario. Para ello, recluto a sus cuñados y amigos mas íntimos formando así La Compañía De Los Lores.
Solicitaron a la condesa de Provenza que formara parte de
este grupo, lo que rechazo con altivez.
-pero desde el momento que yo, la reina de Francia, acepte
desempeñar algunos, papeles en la comedia, no debía tener escrúpulos de
negarse, le dijo María Antonieta.
-si no soy reina, en cambio estoy hecha con la madera que
empelan para hacerlas, respondió la condesa.
Pero la real aturdida no comprendió la lección. La reina y
sus amigos trabajaban sin descanso. Pasaban todo el tiempo leyendo y
aprendiendo nuevas obras en un clima de distención. La magia del escenario le permitía
a María Antonieta alejarse de su papel de reina, que a veces parecía pesar demasiado
sobre ella.
“Luego de un mes –escribió el conde Mercy en septiembre de
1780-, todas las ocupaciones de la reina y todas sus atracciones se concentran
en el solo objeto de dos pequeños espectáculos representados en el escenario de Trianon. El tiempo necesario se emplea para aprender papeles, ensayos, se une a
otros detalles de menor importancia… el rey, asistió con asiduidad a todos
estos preparativos, dio pruebas de gusto en este tipo de disipación… el rey en
una marca de satisfacción manifestada por los aplausos constantes, sobre todo
cuando la reina realiza los ensayos de su papel”.
El 1 de agosto de 1780 representaron Le Roi et Fermier y la
Gageure Imprevue, del señor Sedaine. En la primera obra, María Antonieta represento
una pastora enamorada; en la segunda hacia el papel de Gotte, la coqueta
doncella que es cómplice de una ociosa marquesa que ha recibido a un encantador
caballero en su habitación y lo esconde en el armario cuando su marido regresa
inesperadamente.
iniciales de la reina en el techo del teatro en trianon. |
El conde mercy reconoció a si mismo que este gusto era
inofensivo para la reina y no provocaba reproches por parte de la emperatriz: “se
han presentado dos operas cómicas, Rose y Colas; Le Devin Du Village (la
aldea del adivino). El conde de Artois, el duque de guiche, el conde d`adhemar,
la duquesa de Polignac y la duquesa de guiche jugaron en la primera presentación.
La reina ejecuto el silencioso papel de Colette en el segundo acto, el conde de Vaudreuil canto el papel del adivino y el conde d`adhemar era Colin. La reina
tiene una voz muy bonita y muy precisa y su estilo de juego es noble y lleno de
gracia, en total, es un espectáculo de la sociedad. He observado que el rey se
hizo cargo con la atención y el placer que manifestó en su rostro. Había otros
espectadores como el señor Pierre Adolf
Hall, la condesa de Artois y la señora Elisabeth. Las túnicas y los balcones
estaban llenos de gente de servicio bajo el mando sin que hubiera una sola
persona de la corte”.
El barón de Grimm escribió sus impresiones en su diario del
20 de octubre de 1780: las actuaciones en estos días en la hermosa sala de Trianon tiene mucho honor… nunca hemos visto, probablemente ver “el rey y el
agricultor” o “the unexpected”, con una audiencia mas grande y mejor. La reina
jugo por primera vez en el papel de Jenny, en la segunda la de la criada. Todos
los demás papeles fueron ocupados por amigos íntimos de sus majestades y la
familia real. El conde de Artois desempeño el papel de siervo en la primera parte
y la de un guarda de caza en el segundo. El conde de Vaudreuil, el mejor actor
de la sociedad parisiense, fue el papel de Richard, la duquesa de guiche (tan
bella como su madre la condesa de Polignac) seria la pequeña Betz, la condesa
diana de Polignac de la madre y el conde d`adhemar del rey”.
ilustración que muestra los ensayos en el teatro de trianon, probablemente el conde de Vaudreuil, quien era uno de los mejores actores de la sociedad de la reina. |
“comenzó, sino me equivoco, por “the unexpected” y “le devin du villaje”. La reina desempeña en
la primera parte el papel de “Gotti” y “Colette” en la segunda. La condesa
diana de Polignac “Lady Clainville”, madame Elisabeth “Angelique”, el conde de
artois “Etieulettes”, el baron de Besenval “Lafleur”, el conde d`adhemar “Colin”
y él realizo este papel a la perfección,
con una voz muy fresca y gran aplomo! (con una pequeña discrepancia del
testimonio de madame campan, que relata como la voz del conde d`adhemar estaba
temblando)… el rey silbo sin ceremonia, y gritaba “¡abajo con la cábala en la
puerta maliciosa!”, lo que resulto en un
ataque de alegría y risas sin fin. Fui una de las primeras mujeres admitidas
como espectadora en calidad de esposa de un actor, y yo vi jugar a “el barbero
de Sevilla”, “el metromanie”, “rose et colas”, “el rey y el agricultor”… la compañía
triunfo en “plaideurs”, la voz de la reina era falsa pero se le notaba muy
natural. El conde de Artois, con el estudio, se había convertido en un actor
muy bueno, pero por desgracia no sabia su papel. Pero puso un esfuerzo con todo
lo que hizo y disfrutamos de los aplausos”. (Memorias de la condesa d`adhemar).
Pero María Antonieta no iba a permitir que cualquiera viera
su espectáculo: damas de palacio, ministros, funcionarios, guardias ni príncipes
de rango en la corte tuvieron este privilegio. Ya el pequeño duque de Fronsac,
primer caballero de supervivencia, se sintió ofendido por haber sido excluido
de este placer de la reina. Los aislados comenzaron a quejarse y se extendieron
los peores rumores sobre las actividades de la pequeña sala.
EL EMPERADOR JOSE II EN VERSALLES (1777)
El emperador Jose II - por Joseph Hickel, musée de Versailles |
El viaje de Jose II a parís tiene un triple objeto: debe hablar con el rey, su cuñado, de hombre a hombre, sobre la espinosa cuestión de los deberes conyugales, aun no consumados. con su autoridad de hermano mayor, debe reprender a la reina, ansiosa de placeres, y poner ante sus ojos los peligros políticos y humanos de su furia de diversiones. en tercer lugar, debe fortalecer la alianza política entre las dos casas reinantes de Francia y Austria.
El emperador no quiere llamar la atención, llega adornado con el titulo de conde falkenstein y concede inmensa importancia a que nadie descubra este incógnito. se hospeda en el hotel de treville. para el pueblo de parís, que solo conoce a sus reyes envueltos en lujo, produce gran sensación la sencillez de aquel soberano.
el emperador Jose II en imagenes del film (Amadeus 1984) |
Sus maneras excéntricas, su franqueza, a menudo degenera en grosería y su simplicidad evidente le llevo a ser considerado un príncipe singular.La reina hablo con él sobre el apartamento que había preparado para él en el castillo, el emperador le contesto que no lo aceptaría.Comió con el rey y la reina, y ceno con toda la familia. El parecía tener un interés en la joven princesa Elisabeth, un matrimonio proyectado entre él y la joven hermana del rey se informo en su momento, pero creo que tiene ningún fundamento en la verdad”.
“La reina, trajo su correspondencia secreta, nadie hablaba alemán, y después de una hora tomo al emperador por el brazo, lo llevo ante el rey y de allí a sus princesas. La presentación a la corte fue muy breve: “yo no apunto a presentar mi hermano, dijo la reina, pero este es mi hermano”. (Memorias del marqués de lescure).
El rey Luis XVI recibe al emperador José II en Versalles (1777). |
“el rey – añade el conde Mercy- celebro la llegada del emperador y marco un verdadero deseo de parecerle amable y honesto”.
"el primer momento en que el emperador se reunió con la reina fue muy conmovedor, se abrazaron y se mantuvieron en silencio y lleno de emoción por mucho tiempo. luego se fueron al apartamento privado, donde pasaron casi dos horas a solas, allí, sus corazones se abrieron... la reina era capaz de abrir su mente al emperador y le hablo directamente acerca de los aspectos mas esenciales de su posición". (el conde Mercy, 15 junio 1777)
Mas difícil, como mas cargada de responsabilidad es la posición de Jose ante Maria Antonieta: " como un hermano debo sermoneados por vuestra constante afición al juego y tus amistades como la condesa Polignac, en realidad creéis que es la dama de honor indicada para una reina, las fiestas constantes, casi no dejas tiempo para estar a solas con vuestro marido. haces depones ministros, a los otros los mandas desterrados a sus tierras, creas en la corte nuevos destinos dispendiosos.
¿te has preguntado alguna vez con que derecho te metes en los asuntos de la corte y de la monarquía francesa? ¿que conocimiento has adquirido para atreverte a participar en ellos, para imaginarte que tu opinión pueda ser importante, cuando exige especial y profundo saber? ¿tu , una admirable personilla, que en todo el día no piensa mas que en frivolidades, en sus toilettes y diversiones, que no lee nada, que no reflexiona, no piensa en las consecuencias de los que dice o hace? sabes que tienes en tus manos el destino de toda una nación, el pueblo francés espera mucho de su reina, no puedes tomar la corona como si fuera un juguete". a este tono agrio de maestro de escuela no esta acostumbrada aquella mimada y adulada reina.
No necesita esforzarse mucho para conocer a la mala sociedad que rodea a su hermana, ante todo los polignac. la reina comprende cuanta razón tiene en todo sus reproches. José era muy escéptico respecto a la relación de Madame de Polignac y la reina. Vio solo en un punto, la terrible furia de las escenas contra el soberano y el clan Polignac. El 25 de abril María Antonieta y su hermano fueron a la opera en parís para ver la representación de Ifigenia en Aulide, una de las obras de su compatriota Gluck.
"gracias a la influencia del emperador Jose, en el ultimo mes, la reina a asistido a tres obras de teatro, ha acompañado al rey a la caza... la reina pasa una hora y mas casi todos los días sola en su habitación, donde ella lee. la reina es mas digna y amable que antes, especialmente a las personas de mayor rango y ocupan cargos en la corte". (el conde Mercy, 01 julio 177).
"...el torbellino de disipación que rodea a la reina le impide pensar en otra cosa que ir de placer en placer. todas las personas que la rodean la animan en este frenesí, ¿ como podría yo, solo impedírselo? sin embargo, he hecho algunos progresos, sobre todo acerca de su juego que era terrible". (Jose II a su hermano Leopoldo, 02 mayo 1777)
José II, emperador romano santo, detalle de una pintura de Pompeo Batoni de 1769. |
Antes de su partida Jose escribe a su hermano: "vales mas que yo, pero soy mas charlatán, y en este país es preciso serlo. yo soy sencillo con premeditación y por modestia; pero lo exagero intencionadamente; he provocado aquí un entusiasmo que en realidad me es ya molesto. abandono muy satisfecho este reino y sin resentimiento, pues estoy ya harto de representar mi papel".
Cuando José se disponía a regresar a Viena, dejo para su hermana una carta llena de sanos consejos, exhortándola a ser más prudente (29 de mayo de 1777)“como reina, tiene un empleo luminoso…, hay que cumplir con ese cargo…, ya es tiempo de sobra para que usted reflexione…, la edad avanza y usted ya no tienen la excusa de la infancia…, arránquese la venda que le impide ver dónde está su deber y su verdadera dicha”.
Además Jose deja en manos de María Antonieta "la instrucción" para que la reina lo examine después de su partida. desarrolla solo pregunta tras pregunta, una especie de catecismo, para que inducir a la perezosa de pensamiento a que reflexione, se conozca a si misma y responda en conciencia:
·¿Que ocurrirá, que será de ti si vacilas por mas tiempo? una mujer desgraciada y una reina mas desgraciada todavía. ¿buscaras tu, en realidad, todas las ocasiones de serle grata al rey?. ¿correspondes a los sentimientos que él te manifiesta?. ¿no te muestras fría y distraída cuando él habla contigo?. ¿no parece a veces como si te aburriese o repugnara?. ¿Cómo quieres que en tales circunstancias, que un hombre naturalmente frio se aproxime a ti y te ame realmente?. ¿sabes hacerte necesaria al rey?. ¿le convences que nadie le ama mas sinceramente que tu y cuida mas su gloria y su dicha?. ¿te ocupas de las cosas que él descuida en forma que no parezca que quieres méritos a su costa?. ¿ haces algún sacrificio por él?. ¿guardas impenetrable silencio sobre sus faltas y debilidades?.
Pagina tras pagina examina después el emperador Jose el registro de los desenfrenados placeres de la reina: ¿alguna vez haz reflexionado sobre el mal efecto de tus relaciones sociales y tus amistades?. ¿ haz examinado alguna vez las espantosas consecuencias que los juegos de azar puede traer consigo, por la mala sociedad que reúnen y el tono que reina en ellos?. acuérdate que el rey no juega y de que produce un efecto escandaloso el que seas tu el único miembro de la familia que cultiva este mal uso. piensa también, en todas las cosas enojosas que se relacionan con los bailes de la opera, en todas las aventuras de mal genero que tu misma me has referido como ocurridas en ellos. La manera como concurres a cada baile, pues el que te acompañe tu cuñado no significa nada. ¿Qué sentido tiene el que seas allí desconocida y quieras representar el papel de una mascara ignorada?. ¿Qué buscas tu allí?. ¿ para que mezclarte con ese montón de desenfrenados mozos, de perdidas y extranjeros, oyendo conversaciones dudosas?. eso no es decente. El rey solo toda la noche en Versalles y tu en compañía de toda la canalla de parís!.
Y de repente, en medio de la larga predica, brota una frase profética, que no puede ser leída sin un estremecimiento: "tiemblo ahora por ti, pues no se puede seguir de este modo, la revolución será cruel". la siniestra palabra queda aquí consignada por primera vez. aunque pensada en otro sentido, ha sido pronunciada profeticamente, pero solo al cabo de doce años comprenderá Maria Antonieta el sentido de esta frase.
El emperador se despidió de su hermana el 30 de mayo. Ambos se vieron profundamente afectados. La reina, incluso tuvo un ataque de nervios y paso los días siguientes en trianon, con una pequeña suite, que consistía solamente de madame de lamballe y madame de polignac.
josé II a su hermano Leopoldo, 9 de junio de 1777, después de su visita a Versalles:“Ella es una mujer buena y amable, bastante joven e irreflexiva, pero con una base de bondad y virtud, que es estimable en su position. Sumado a esto, ella tiene una inteligencia y rectitud de la percepción que a menudo me ha sorprendido. Su primer impulso es siempre la correcta, si ella lo siguió, que se refleja un poco más y menos a la gente que su mensaje de que hay ejércitos de todo tipo-ideal sería”.
“Salí de Versalles con dolor, como fue realmente también para mi hermana, me encontré en ella una especie de dulzura en la vida que yo había renunciado … ella es agradable y encantadora, me pasaba horas y horas con ella sin darme cuenta de que pasa el tiempo. Su emoción en la despedida fue genial, con una expresión valiente, que necesitaba toda mi fuerza para alejarme”. (José II a su madre, 29 junio 1777).
"fue de esta manera, gracias a los pedidos del emperador Jose, que luis XVI hizo la ultima parada, la consumación de su matrimonio, después de siete años y tres meses... hasta el momento se puso de manifiesta por el hecho de que tanto el rey y la reina posteriormente escribieron al emperador dándole las gracias y "atribuyeron" la consumación con sus consejos".(Marie Antoinette- the journey, Antonia Fraser 2002).
Además Jose deja en manos de María Antonieta "la instrucción" para que la reina lo examine después de su partida. desarrolla solo pregunta tras pregunta, una especie de catecismo, para que inducir a la perezosa de pensamiento a que reflexione, se conozca a si misma y responda en conciencia:
·¿Que ocurrirá, que será de ti si vacilas por mas tiempo? una mujer desgraciada y una reina mas desgraciada todavía. ¿buscaras tu, en realidad, todas las ocasiones de serle grata al rey?. ¿correspondes a los sentimientos que él te manifiesta?. ¿no te muestras fría y distraída cuando él habla contigo?. ¿no parece a veces como si te aburriese o repugnara?. ¿Cómo quieres que en tales circunstancias, que un hombre naturalmente frio se aproxime a ti y te ame realmente?. ¿sabes hacerte necesaria al rey?. ¿le convences que nadie le ama mas sinceramente que tu y cuida mas su gloria y su dicha?. ¿te ocupas de las cosas que él descuida en forma que no parezca que quieres méritos a su costa?. ¿ haces algún sacrificio por él?. ¿guardas impenetrable silencio sobre sus faltas y debilidades?.
Pagina tras pagina examina después el emperador Jose el registro de los desenfrenados placeres de la reina: ¿alguna vez haz reflexionado sobre el mal efecto de tus relaciones sociales y tus amistades?. ¿ haz examinado alguna vez las espantosas consecuencias que los juegos de azar puede traer consigo, por la mala sociedad que reúnen y el tono que reina en ellos?. acuérdate que el rey no juega y de que produce un efecto escandaloso el que seas tu el único miembro de la familia que cultiva este mal uso. piensa también, en todas las cosas enojosas que se relacionan con los bailes de la opera, en todas las aventuras de mal genero que tu misma me has referido como ocurridas en ellos. La manera como concurres a cada baile, pues el que te acompañe tu cuñado no significa nada. ¿Qué sentido tiene el que seas allí desconocida y quieras representar el papel de una mascara ignorada?. ¿Qué buscas tu allí?. ¿ para que mezclarte con ese montón de desenfrenados mozos, de perdidas y extranjeros, oyendo conversaciones dudosas?. eso no es decente. El rey solo toda la noche en Versalles y tu en compañía de toda la canalla de parís!.
Y de repente, en medio de la larga predica, brota una frase profética, que no puede ser leída sin un estremecimiento: "tiemblo ahora por ti, pues no se puede seguir de este modo, la revolución será cruel". la siniestra palabra queda aquí consignada por primera vez. aunque pensada en otro sentido, ha sido pronunciada profeticamente, pero solo al cabo de doce años comprenderá Maria Antonieta el sentido de esta frase.
El emperador se despidió de su hermana el 30 de mayo. Ambos se vieron profundamente afectados. La reina, incluso tuvo un ataque de nervios y paso los días siguientes en trianon, con una pequeña suite, que consistía solamente de madame de lamballe y madame de polignac.
josé II a su hermano Leopoldo, 9 de junio de 1777, después de su visita a Versalles:“Ella es una mujer buena y amable, bastante joven e irreflexiva, pero con una base de bondad y virtud, que es estimable en su position. Sumado a esto, ella tiene una inteligencia y rectitud de la percepción que a menudo me ha sorprendido. Su primer impulso es siempre la correcta, si ella lo siguió, que se refleja un poco más y menos a la gente que su mensaje de que hay ejércitos de todo tipo-ideal sería”.
“Salí de Versalles con dolor, como fue realmente también para mi hermana, me encontré en ella una especie de dulzura en la vida que yo había renunciado … ella es agradable y encantadora, me pasaba horas y horas con ella sin darme cuenta de que pasa el tiempo. Su emoción en la despedida fue genial, con una expresión valiente, que necesitaba toda mi fuerza para alejarme”. (José II a su madre, 29 junio 1777).
"fue de esta manera, gracias a los pedidos del emperador Jose, que luis XVI hizo la ultima parada, la consumación de su matrimonio, después de siete años y tres meses... hasta el momento se puso de manifiesta por el hecho de que tanto el rey y la reina posteriormente escribieron al emperador dándole las gracias y "atribuyeron" la consumación con sus consejos".(Marie Antoinette- the journey, Antonia Fraser 2002).
MARIE ANTOINETTE: Y FINALMENTE QUEDO EMBARAZADA
Al fin, fue en 1778 que el evento más esperado por la reina, y por todos aquellos a su alrededor suyo, se hizo realidad: maría Antonieta había quedado embarazada.
La noticia –deseada en Viena- se deja esperar largos meses. El
5 de mayo, el conde Mercy comunica la certeza del hecho; el 4 de agosto, el
embarazo es anunciado oficialmente a la corte, después de que la reina, el 31
de julio a las diez y media de la noche, ha sentido los primeros movimientos
del niño. “desde entonces –escribe María Antonieta a su madre- se mueve con frecuencia, lo que me
proporciona gran alegría”.
“el servicio de mensajería me trajo el consuelo que yo necesitaba con urgencia… que dios sea alabado y que mi querida Antonieta se consolide en su posición brillante de dar a Francia un heredero! Ninguna precaución es excesiva, me alegro de que ya no recorras parís en la noche… si tan solo pudieras ver la alegría que aquí en Austria se siente acerca de la noticia”. (Marie teresa -02 mayo de 1778).
La posibilidad de un heredero al fin apuntalo la posición de la reina. El método elegido para dar la noticia al público era característico de María Antonieta. A mediados de mayo, la reina le pregunto al rey para enviar 12.000 francos para los deudores en la cárcel de parís, pero no se trataba de ser deudores al zar; debían ser aquellos que languidecen en la cárcel por no pagar a las nodrizas de sus hijos, así como a los pobres de Versalles. “Así que le dio a la caridad y al mismo tiempo notifico a la gente mi estado”, escribió María Antonieta.
Lamentablemente esta exhibición ordenada de compasión no hizo ningún bien a los folletistas satíricos. Se hablaba de la impotencia del rey, se sugirieron varios padres apara él bebe que viene, el más prominente como el duque de Coigny, o más desagradable, como el conde de Artois. Es muy probable que el conde de Provenza y otros cortesanos hayan hecho difundir clandestinamente estas efusiones, o en todo caso los leen y los difunden. En contraste con esto, el propio embarazo prosiguió de forma saludable, y la reina fue capaz, en el rubor de su felicidad, para mantener su indiferencia a estas manifestaciones.“el servicio de mensajería me trajo el consuelo que yo necesitaba con urgencia… que dios sea alabado y que mi querida Antonieta se consolide en su posición brillante de dar a Francia un heredero! Ninguna precaución es excesiva, me alegro de que ya no recorras parís en la noche… si tan solo pudieras ver la alegría que aquí en Austria se siente acerca de la noticia”. (Marie teresa -02 mayo de 1778).
El 16 de mayo de 1778, el Dr. Lassone hizo un examen a la reina y se pronunció satisfecho. Al mismo tiempo, la reina se entrevistó con el futuro comadrón, el hermano del Abad de Vermond. Ella rechazo, tal vez comprensible, ya que él había sido comadrón de la condesa de Artois. Sin embargo, la elección de Vermond fue criticado en el momento ya que se consideró más interesado en sus honorarios que su paciente. Por todos estos preparativos prácticos incluidos la elección de la nodriza, pañales y un apartamento para el nuevo bebe en la planta baja de Versalles para beneficiarse del aire. María Antonieta misma admitió conmovedoramente que hubo “momentos en los que pienso que todo es un sueño”.
A finales de mayo, María Antonieta declaro que estaba “increíblemente gorda” y al mes siguiente se jacto en decir que había aumentado más de cuatro centímetros, sobre todo en las caderas. A mediados de agosto fue declarada mucho más grande de lo que era habitual en cinco meses. Ese verano fue intensamente caliente y madame Campan describió como la reina encontró alivio en el aire fresco de la noche, porque ella mantuvo sus paseos diarios como había prometido a su madre que lo haría. Rose Bertin y otros países respondieron a la nueva situación con prendas de seda conocidas como levitas en los colores fríos que la reina amaba: azul claro, turquesa y amarillo suave.
El peluquero Leonard tuvo que hacer frente a la situación cambiante también. El pelo grueso maravilloso que María Antonieta, una vez había disfrutado se estaba convirtiendo en un problema en el pelo. Según informes, en el otoño de 1776 –una época de la depresión sobre su relación con el rey- su cabello se había caído, pero la pulverización y ahora el embarazo, no ayudo. Sin embargo, en general, la salud de la reina permaneció buena durante todo el tiempo de otoño.
El periodo de espera fue interrumpido de forma natural por las comunicaciones de María Teresa, que ya había sido nombrada madrina con mucha antelación, con el rey Carlos III de España como el padrino. Esto significaba que la emperatriz tendría el privilegio de nombrar al niño, también con mucha antelación, ya que los bautizos reales se llevaron a cabo inmediatamente después del nacimiento. Un príncipe Borbón bebe tendría obviamente alguna variación sobre el tema de Louis. Una niña no deseada sin duda se llamaría la versión francesa del nombre de su famosa abuela, ya que la emperatriz exigió a todos sus primogénitos nietos ser nombradas en su honor.
El parlamento envía sus felicitaciones, el arzobispo de parís ordena publicas plegarias por el dichoso curso de la preñez, con inauditos cuidados, se busca ama para el futuro príncipe y se tienen dispuestas cien mil libras para los pobres. El rey estaba muy contento, este hecho hizo que se vieran como la pareja más unida y feliz de la corte.
LA REINA MARIE ANTOINETTE Y SUS FIESTAS
Luis XVI viene a veces a Trianon y contempla como se divierte la gente joven, intenta a veces hacer tímidas represiones cuando se han traspasado con excesiva despreocupación las fronteras de lo convenido, o cuando los gastos crecen hasta el cielo, pero entonces la reina se ríe, y con esa sonrisa esta concluido todo.
pero aquel buen hombre no perturba jamás largo tiempo, no permanece allí mas que una hora o dos, y después se vuelve al trote de sus caballos hacia Versalles, en busca de sus libros o de su taller de cerrajero. una vez, como esta allí sentado demasiado tiempo y la reina esta ya impaciente por trasladarse a parís, adelanta ella misma, secretamente, la hora del reloj, y el rey, sin notar el mas pequeño engaño, se va a la cama a las diez en vez de las once, y toda la elegante canalla se ríe hasta troncharse.
El joven rey no sabe contar anécdotas maliciosas, no sabe reírse. asustado y tímido, se deja estar sentado en medio de una reunión, como si tuviese dolor de vientre y bosteza de sueño mientras los otros solo a medianoche comienzan a estar animados. no va a bailes de mascaras, no apuesta en los juegos de azar, no le hace la corte a ninguna mujer. para este rey aburrido en las reuniones del Trianon, en el imperio de la reina, en aquellas arcadicas praderas de la frivolidad y la petulancia, esta completamente fuera de lugar.
El rey no demostró ningún impedimento en el camino de las inclinaciones de María Antonieta. esta indiferencia respecto a su diversiones había sido seguido por la admiración y el amor, era un esclavo de los deseos de la reina. María Antonieta emprende sus correrías diurnas y nocturnas por todas las provincias de la alegre ociosidad acompañada de su cuñado y su alocada pandilla.
El embajador Mercy dispara a Viena informe tras informe: " su real alteza olvida plenamente su dignidad externa, apenas es posible amonestarla, porque las diferentes diversiones siguen una tras otra con tal rapidez que solo con el mayor trabajo se encuentra algún momento en que hablar con ella de cosas serias".
"...no estamos aquí para divertirnos, sino para ser dignos del cielo. perdona los sermones... pero como me doy cuenta de las consecuencias de tus acciones. deseo salvarte del abismo hacia el que estas en tu carrera. mi amor me obliga a advertir de estos asuntos, a no despedir mis palabras con demasiada precipitación". (Marie Teresa a María Antonieta, 2 junio 1775).
al cabo de unos años el delirio de placeres de Maria Antonieta alcanza el punto máximo. la mundana reina no falta a ninguna carrera de caballos, a ningún baile de la opera, jamás vuelve al hogar antes de los resplandores del alba, hasta las cuatro de la madrugada permanece sentada delante de la mesa de juego, sus perdidas y deudas provocan ya publico enojo.
En vano la exhorta su madre:" si aun fuera en compañía del rey, guardaría silencio, pero siempre sin él!, y siempre con lo peor y mas joven de la gente de parís, siendo la encantadora reina la de mas edad de toda esa tropa... ya no se oye hablar mas que de carreras de caballos, juegos de zar y noches en vela... no puedo evitar que todo el mundo hable de ellos y me lo refiera" (30 noviembre 1776).
Pero todas esas reflexiones no ejercen ninguna influencia sobre la insensata mujer. ¿Por qué no gozar de la vida? no tiene ningún otro sentido sino ese. y responde a las advertencias maternas que le comunica el embajador Mercy: "¿que quiere? tengo miedo de aburrirme". con esa frase ha pronunciado Maria Antonieta la palabra definidora de su tiempo y de su sociedad.
"en verdad me siento miserable a causa de las diferentes historias que circulan sobre mi". María Antonieta su madre (16 diciembre de 1776).
Semanas después, ya tarde por la noche, hacen enganchar las carrozas y, disfrazados con careta, se dirigen al baile de la opera, en la meca, en parís, la ciudad prohibida. a la mañana siguiente, como se presenta como es debido a la primera misa, esta aventura queda desconocida por completo.
María Antonieta permanece siempre en estas escapadas parisienses, dentro del estrecho circulo centelleante de los placeres mundanos. su furia de diversiones y el ruido que la reina hacia cuando retornaba muy tarde la noche, finalmente molestaron al rey, fue entonces cuando Luis XVI empezó a dormir en su propia habitación. creando escándalo en la corte francesa y en su madre, aparatando la posibilidad de consumar el matrimonio y el tan anhelado heredero.
María Antonieta tiene que volver a quejarse a su madre: "al rey no le gusta dormir acompañado... a veces viene a pasar la noche conmigo y no me creo autorizada a atormentarlo para que lo haga con mayor frecuencia".
pero aquel buen hombre no perturba jamás largo tiempo, no permanece allí mas que una hora o dos, y después se vuelve al trote de sus caballos hacia Versalles, en busca de sus libros o de su taller de cerrajero. una vez, como esta allí sentado demasiado tiempo y la reina esta ya impaciente por trasladarse a parís, adelanta ella misma, secretamente, la hora del reloj, y el rey, sin notar el mas pequeño engaño, se va a la cama a las diez en vez de las once, y toda la elegante canalla se ríe hasta troncharse.
El joven rey no sabe contar anécdotas maliciosas, no sabe reírse. asustado y tímido, se deja estar sentado en medio de una reunión, como si tuviese dolor de vientre y bosteza de sueño mientras los otros solo a medianoche comienzan a estar animados. no va a bailes de mascaras, no apuesta en los juegos de azar, no le hace la corte a ninguna mujer. para este rey aburrido en las reuniones del Trianon, en el imperio de la reina, en aquellas arcadicas praderas de la frivolidad y la petulancia, esta completamente fuera de lugar.
El rey no demostró ningún impedimento en el camino de las inclinaciones de María Antonieta. esta indiferencia respecto a su diversiones había sido seguido por la admiración y el amor, era un esclavo de los deseos de la reina. María Antonieta emprende sus correrías diurnas y nocturnas por todas las provincias de la alegre ociosidad acompañada de su cuñado y su alocada pandilla.
El embajador Mercy dispara a Viena informe tras informe: " su real alteza olvida plenamente su dignidad externa, apenas es posible amonestarla, porque las diferentes diversiones siguen una tras otra con tal rapidez que solo con el mayor trabajo se encuentra algún momento en que hablar con ella de cosas serias".
"...no estamos aquí para divertirnos, sino para ser dignos del cielo. perdona los sermones... pero como me doy cuenta de las consecuencias de tus acciones. deseo salvarte del abismo hacia el que estas en tu carrera. mi amor me obliga a advertir de estos asuntos, a no despedir mis palabras con demasiada precipitación". (Marie Teresa a María Antonieta, 2 junio 1775).
al cabo de unos años el delirio de placeres de Maria Antonieta alcanza el punto máximo. la mundana reina no falta a ninguna carrera de caballos, a ningún baile de la opera, jamás vuelve al hogar antes de los resplandores del alba, hasta las cuatro de la madrugada permanece sentada delante de la mesa de juego, sus perdidas y deudas provocan ya publico enojo.
En vano la exhorta su madre:" si aun fuera en compañía del rey, guardaría silencio, pero siempre sin él!, y siempre con lo peor y mas joven de la gente de parís, siendo la encantadora reina la de mas edad de toda esa tropa... ya no se oye hablar mas que de carreras de caballos, juegos de zar y noches en vela... no puedo evitar que todo el mundo hable de ellos y me lo refiera" (30 noviembre 1776).
Pero todas esas reflexiones no ejercen ninguna influencia sobre la insensata mujer. ¿Por qué no gozar de la vida? no tiene ningún otro sentido sino ese. y responde a las advertencias maternas que le comunica el embajador Mercy: "¿que quiere? tengo miedo de aburrirme". con esa frase ha pronunciado Maria Antonieta la palabra definidora de su tiempo y de su sociedad.
Semanas después, ya tarde por la noche, hacen enganchar las carrozas y, disfrazados con careta, se dirigen al baile de la opera, en la meca, en parís, la ciudad prohibida. a la mañana siguiente, como se presenta como es debido a la primera misa, esta aventura queda desconocida por completo.
María Antonieta tiene que volver a quejarse a su madre: "al rey no le gusta dormir acompañado... a veces viene a pasar la noche conmigo y no me creo autorizada a atormentarlo para que lo haga con mayor frecuencia".
LA PELIGROSA AFICION AL JUEGO Y LAS APUESTAS
La reina efectivamente era adicta al juego. Organizaba un juego cada noche y podía pasar horas apostando. Su madre Marie teresa le había enseñado a su hija a jugar a las cartas, ya que era sabido que en Francia el juego era común, y no quería que estando allí perdiera toda su fortuna por no saber jugar. No obstante, María Antonieta si llego a endeudarse por las apuestas y era Luis XVI quien terminaba pagándolas.
La mesa de juego era un nivelador notorio del comportamiento
de los huéspedes que era con demasiada frecuencia los hermanos del propio del
rey; que eran maleducados, arrogantes y de mal genio. El conde de Provenza, en
una ocasión tan completamente olvidado el respeto a la reina, asalto a un
caballero en su presencia, y el conde de Artois siempre perdió los estribos
cuando perdía su dinero.
Para animar el negocio y aumentar la circulación de
capitales, la reina consiente recibe gustosa a cualquiera que trae dinero, que
se aproxime a su mesa con tapete verde; ganchos y gorrones fluyen allí, y no
pasa mucho tiempo sin que circule por la ciudad la vergonzosa noticia de que se
hacen trampas en el círculo de la reina. Solo una persona no sabe nada de ello,
María Antonieta, porque, deslumbrada por su placer, no quiere aprender otra
cosa.
Desde el momento que entra en calor, nadie puede detenerla: días
tras día, juega hasta las tres, las cuatro o las cinco de la mañana, y hasta
una vez, con escándalo de la corte, en la víspera de todos los santos, esta
jugando la noche entera.
Y de nuevo resuena el eco de su madre: “el juego es
indudablemente una de las diversiones mas peligrosas, pues atrae malas compañías
y las peores conversaciones…”.
·EL FAMOSO FARAON!:Antes de María Antonieta, el juego en la corte real era aun una distracción inocente; algo como el billar o la danza: se jugaba al nada peligroso Lansquenet con apuestas insignificantes.
En 1776, durante el viaje a Fontainebleau, María Antonieta descubre, para si y para los otros el famoso faraón, que conocemos como por Casanova como el campo elegido por todos los trapaceros y estafadores. En la primera noche, la reina casi hasta las cuatro de la mañana y perdió cuarenta libras. En el segundo viaje jugo solo tres horas y solo perdió unas cuantas libras.
Según un informe del conde Mercy: “el rey que nunca sale de
su apartamento durante la tarde, no le gustaba las grandes apuestas de juego,
sin embargo, no se atrevió a criticar en esta ocasión, porque tenia consideración
a todo lo que divertía a la reina” (noviembre de 1776).
El que una orden del
rey, expresamente renovada, haya prohibido bajo pena de multa todo juego de
azar, es indiferente a estos puntos: la policía no tiene acceso a los salones de
la reina. Esta frívola pandilla seguirá jugando y los camareros tienen el
encargo, caso de que venga el rey, de dar inmediatamente la señal de alarma.
“los usos de este país, no admite la calidad de la gente que
toma el banco faraón. El duque de Fronsac y el marques d`ossun, complacen a la
reina participando en estos juegos pero se presentan disputas indecentes que
les obliga a retirarse… el conde de Artois se las arrela para mantener el corte
de un juego sin limites y crece día a día… esto provoca escándalo y murmullo en
el auditorio de la reina” (el conde Mercy, 17 octubre 1777).
Una carta de José II al conde Mercy muestra su desagrado por
la conducta de la reina: “yo estoy muy enfadado, la furia del juego tiene tan
poco efecto sobre la mente de la reina. Área su disipación, su necesidad de placer y el de
encontrar aquellos que le proporcione el contenido” (02 noviembre de 1777).
“al jugar a las cartas de la reina, todo el mundo era libre
de escoger si sentarse o pararse, como resultado no hay apariencia de un tribunal,
solo confusión impropia… es increíble y escandaloso como estos juegos se
establecieron por la reina, precisamente cuando el tiempo debe ser dedicado a
la etiqueta. La única respuesta que he recibido de esta observación era que
ella tenia “miedo de aburrirse” (el conde Mercy, 19 noviembre 1777).
En 1778, durante el viaje de la corte a Ghoisy, no sin sorpresa, el rey jugo por primera vez al faraón. Según el conde Mercy: “fue una de las mayores marcas de complacer que podía darle a su esposa real, y no hay temor de que empiece a cultivar este habito. Seria peligroso y dañino, porque esta seria una razón mas para que se abstengan los juegos de azar” (19 noviembre de 1778).
En 1780, una gran parte de los juegos de azar fueron completamente cesados. El conde de Artois, y Luis XVI, tenían gustos sencillos, sobre todo jugando a la lotería. María Antonieta no le gustaba este juego de niños, pero, por respeto al rey, ella jugo cada noche hasta cerca de las once. Su ansiedad le llevo a implorarle al rey jugar solo una vez mas, y este acepto. Pero la reina se las arreglo para que este juego durara tres días más.
LOS BAILES DE MASCARAS
En febrero de 1773, María Antonieta escribe a su madre,
sobre su participación en este tipo de bailes: “fuimos con el señor Delfín, el
conde y condesa de Provenza, el jueves pasado al baile de la opera en parís, se
mantuvo en secreto todo lo mejor posible. Estábamos todos enmascarados…
regresamos a la misa antes de ir a la cama. Todo el mundo estaba encantado con
el Delfín, su actitud frente a esta salida, ya que se creía que era contrario a
ella”.
En enero de 1774, Luis y María Antonieta, una vez más se aventuraron
de incognito en parís para el baile de la opera. Esta es la descripción del
conde Mercy sobre el evento: “los tres príncipes y princesas llegaron el 30 de enero
al baile de mascaras en la opera. Las medidas se habían tomado tan bien que se
mantuvo durante mucho tiempo sin ser reconocidos por nadie. El señor Delfín se
comporto magníficamente, se mezclo en el baile hablando de manera
indiscriminada a todos los que encontraba por el camino, de una manera muy
alegre y decorosa; introduciendo el tipo de bromas adecuadas para la ocasión.
El público estaba encantado con la conducta por parte del Delfín, quien hizo
una gran sensación en parís y no dejo, como siempre sucede n estos casos,
atribuir a la señora delfina la forma de mostrarse a si mismo… los príncipes y
princesas regresaron una segunda vez para el baile de la opera el domingo 6 de
febrero, pero esta vez su presencia no estaba bien escondida y por lo tanto
hubo una mayor afluencia de la gente al teatro”.
Pero a pesar de todo Luis augusto no era el tipo de persona
de estos bailes, acompañaba a su esposa como una manera de acercarse a ella;
era consciente de todos los murmullos y criticas que había sobre las personas
de mala reputación que acudía a estos escandalosos bailes.
“madame la delfina tenía un gran deseo de ir al baile de
mascaras en el teatro de la opera. Pero, a sabiendas de que al señor Delfín no
le gusta este tipo de bailes… le pregunto a la condesa de Provenza hablar con
el señor Delfín y decir que quería ir al baile, y no dejar que el joven príncipe
supiera que la delfina tenía nada que ver con la solicitud. Madame de Provenza se
comprometió a hacer esto, pero más tarde reporto que el señor Delfín no quiso
ir…
Varios días después, el señor y la señora delfina estaban
teniendo una conversación amable y cariñosa y se planteo la cuestión de los
bailes. El señor Delfín le dijo que cuando la señora de Provenza había hablado
con el acerca del baile, ella le dijo que lo mantuviera en secreto, pero que la
señora delfina le había pedido que se lo solicitara y que ella no disfrutaba de
este tipo de diversiones… no comprendía como la delfina solo parecía encontrar
el placer en estos entretenimientos frívolos”.
En el año de 1777 la mundana reina no falta a ningún baile de la opera. Así describe el conde Mercy la actitud de la reina en estas fiestas: “ella no puede resistirse a participar a los bailes de palacio real y los enmascarados de la opera. Ella habla con todo el mundo, coquetea con jóvenes, la mayoría un número de extranjeros, sobre todo ingleses distinguidos”.
Al año siguiente, Luis XVI decidió visitar con ella el baile del la opera. Así describe madame de campan: “el rey quería ir, con la reina al baile de mascaras… donde un carro los esperaba, con el capitán de la guardia de la zona y una dama de compañía. El rey se divertía poco, hablo solo con dos o tres personas que lo reconocieron, se encontró con un tipo de baile de payasos y arlequines”.
Martes 16 de febrero de 1779: Luis XVI tenía planes de regresar al baile de la opera con la reina, pero luego cambio de opinión, estaba de acuerdo en que su esposa se fuera sola. Seguida por un dama y además se adoptaran todas las medidas para el mayor absoluto secreto.
Desafortunadamente el coche era tan viejo y malo que se rompió en la calle a cierta distancia del teatro. La reina se vio obligada a dejar el coche junto con la princesa de Henin, que la acompañaba. Era imposible encontrar un carpintero tarde la noche para repararlo. La reina paro la primera carroza que pasaba para poder asistir al baile. Al día siguiente este suceso causo un efecto escandaloso en Versalles.
Por su parte Luis XVI se echo a reír debido a lo divertido de la aventura; sin embargo por los corredores circulo el rumor de que la reina le había dado una cita en su casa privada a un señor honrado por sus favores, el duque de Coigny. Todo parís fue informado de la aventura de la cabina. Dicen que todo era un misterio en esta aventura de la noche.
Después de que María Antonieta se convirtió en madre en diciembre de 1778, su participación en estos bailes se vio mitigado en gran medida, prefería no estar demasiado lejos de sus bebes durante la vida nocturna en parís. Es triste que el disfrutar de los bailes de mascaras durante sus años de adolescencia daría lugar a muchos rumores falsos acerca de su estilo de vida.
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