Gracias al clan
de los Polignac, había obtenido el mando del regimiento de dragones de
Chartres, brigadier de infantería, mariscal de los campamentos y ejércitos del
rey, ministro de Bruselas e incluso caballero de honor de Madame Elizabeth. El clan
influye fuertemente para presentar al conde Adhemar como candidato a la cartera
de ministro de guerra.
Bombelles juzga
duramente al conde Adhemar, cuando se habla de cuatro personas para reemplazar
al señor Montbarey como ministro guerra. Estos son Segur, Chatelet, Vogue y Adhemar,
sobre este último Bombelles expresa:
“Quería que el
duque de Orleans le diera el mando de su regimiento de Chartres. El nuevo
coronel hizo gala de los dotes de un buen mayor, hizo de su tropa un conjunto
perfecto de esas máquinas de resorte que se llaman soldados prusianos. Los que
no desertaron fueron sometidos a las reglas de una disciplina que no convenia a
la nación francesa. Habiendo perdido este nuevo método, su mérito después de la
jubilación de Choiseul, los coroneles se vieron obligados a buscar otros medios
para que la gente hablara de ellos. El deseaba alienar la política con sus
puntos de vista, así como con su batallón.
Me comunico sus planes.
Lo anime a que los siguiera porque en medio de tanta ignorancia note espíritu. Poco
después, el señor Adhemar siguió un curso de derecho publico en Estrasburgo. Yo
estaba en el secreto de este tipo de trabajo, que consistía en escuchar durante
una hora al día a un profesito, confuso en sus idas y al que la erudición mas
repulsiva ocupaba el lugar del sentido común.
Después de tal
curso de tres meses, al alumno superficial de un maestro imbécil partido para
viajar. En seis meses vio media Europa, y lo encontré en Versalles decidiendo
sobre la administración de las cortes principales como un hombre que cree
conocer a fondo sus ventajas y defectos. Era justo destacar tal precisión de
mirada y tanta facilidad en las instrucciones, Aiguillon nombro a Adhemar al
cargo de ministro de Francia en Bruselas.
¿es en este
lugar, cuya nulidad es evidente, donde extrajo el gran arte de apreciar las
cosas, tan necesarias al frente de un departamento como el de guerra en Francia?
Esta pregunta es curiosa de resolver”.
Esterhazy relata
como el círculo de la reina pensó en el conde Adhemar para el ministerio de
guerra: “a mi regreso, la corte estaba en Choisy. El señor de Montbarey dejo el
ministerio de guerra, había disgustado a la reina al dar el gobierno de
Gravelinas al señor de Pontecoulant, antes de que ella tuviera tiempo de pedir
al rey en favor del conde Vaudreuil. Trascurrió un intervalo considerable antes
de que se nombrara al sucesor de Montbarey. Quería cambiar la forma de este
ministerio, encomendarlo al señor Adhemar, que era solo brigadier, con otro
nombre. El proyecto trascurrió, se hicieron tantas conjeturas de él y esta elección
parecía tan ridícula que quienes la habían hecho, tuvieron que desistir. El lugar
fue cedido en 1782 al señor de Segur, un teniente general que había perdido un
brazo en la guerra de 1741 y que con un poco de ingenio había hecho buenas
cosas”.
El conde Mercy logro
desbaratar el proyecto, Adhemar fue pasado por alto como candidato para
ministro de guerra. Aunque el conde Adhemar solo había obtenido ventajas sin
resultados duraderos de sus complicadas intrigas, siguió siendo el legislador
supremo de la sociedad de los Polignac. El 13 de noviembre de 1782 la jubilación
del señor Amelot, dejo vacante le ministerio de la casa real. La camarilla arremetió
fuertemente para que fuera nombrado el conde Adhemar, maría Antonieta indignada
ni siquiera quiso prestar atención a la solicitud y en su lugar nombro al barón
de Breteuil.
En 1783 el señor
Moustier fue retirado como embajador en Londres. Vergennes para adquirir el bien
las gracias de Madame Polignac y a través de ella el bien venido de la reina, ofreció
incluso a la duquesa a proponer a su amigo el conde Adhemar, entonces ministro
de Francia en Bruselas. Sin embargo, él debe haber sabido que la reina estaba
muy mal dispuesta por este diplomático a quien ella tomo por un hombre gordo,
ligero y torpe. Era un doble juego del viejo ministro, por un lado, quería
ganarse las simpatías de la reina fingiendo apoyar a sus candidatos, por otro lado,
quería comprobar a los ojos del rey con hechos que las personas designadas por
la reina no eran aptos para os puestos que ella exigía.
La reina confió
el asunto al conde Mercy; ella le dice que, si su mano se ve envuelta en esta
cita, atraería el reproche publico y que, por otro lado, si el proyecto
fracasa, ella estaría expuesta a quejas de su compañía. Para salir de este lio;
llamo al conde Vergennes y le pregunto cual era su opinión sobre el conde
Adhemar. Respondió el ministro que en su opinión este diplomático era un espíritu
vivo y juicioso como lo hacen sus cualidades eran muy específicas de la
embajada de Londres, donde estaba seguro de tener éxito.
Luis XVI tenia en
mente para este puesto al señor Vauguyon, entonces embajador de La Haya, donde había
prestado grandes servicios. Aunque Madame Campan escribió que el conde Adhemar “había
tenido la desgracia de molestar a la reina: para castigarlo, le había dado una embajada”.
Fue gracias a la recomendación de Vergennes, mas que por pura influencia de la
reina, el conde Adhemar fue designado embajador de Londres. Para consolarlo de
esta desilusión, Vauguyon fue nombrado poco después embajador en Madrid.
Toda la compañía de
los Polignac se prepara activamente para la partida, no solo del nuevo embajador,
sino también de los Jules que insisten en acompañarlo para transportar su casa
a Londres, entre ellos Madame Polignac y Madame Chalons. María Antonieta permanece
indiferente, cuando el conde Adhemar fue
llamado al despacho del rey para informarle de su nuevo puesto, la reina le
expreso: “se que es una nulidad desarmarte, pero como estamos en paz con Inglaterra,
no tendrás ocasión para hacer nada ni bueno ni malo”.
Madame Polignac recomiendo
a su amiga la duquesa de Devonshire que le de una calurosa bienvenida al conde
y que lo presente al circulo londinense: “tu sabes por ti misma parte de lo que
vale (el conde Adhemar), pero no es por el lado de las comodidades que quiero
hacerte saber hoy. Incluso quiero que olvides lo que te haya parecido a este
respecto. Lo encontraras sencillo, honesto, seguro en la sociedad, finalmente lleno
de las cualidades esenciales que lo han hecho mi amigo más íntimo, es en esta
capacidad que te lo recomiendo, mi querida Georgina… debo agregarte que, aunque
hasta ahora la fortuna no le ha tratado bien, no es de la mas alta estirpe y
que al nombrarle para la embajada de Inglaterra, no pensó el rey que hacia
menos justicia a su nombre que a su mérito”.
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