“Madame Elisabeth hizo mucho esfuerzo en ayudar a la reina en la educación del joven príncipe
y Madame Royal, porque a pesar de la falta de ayudas necesarias, su educación no
fue descuidada… ni un momento se perdió. Incluso los juegos se convirtieron en
buenas lecciones. Era imposible no sentirse conmovido por la visión del joven príncipe
de ocho años sobre su pequeña mesa, leyendo la historia de Francia con la mayor
atención, y luego repitiendo lo que había leído y escuchando con avidez las observaciones
de su madre y su tía”.
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