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martes, 3 de enero de 2017

Detalle de la pintura de Joseph Caraud -
María Antonieta y la pequeña Madame Royale (1870).
“Ella siempre se mantuvo vinculada en su trabajo de caridad, lleno de huéspedes, y siempre era hospitalaria para cualquier persona que mostró respeto a la causa de los legitimistas. La señora de La Ferronnays describe a María Teresa como tener un corazón que era un tesoro de la indulgencia… podía ser divertida y disfrutar de momentos alegres con amigos y familiares, donde se visualiza un lado de su personalidad que, cuando era niña, su madre le había llamado “muselina”.

-Susan Nagel – Marie-Therese: el destino de la hija de Marie Antoinette (2009)

domingo, 20 de noviembre de 2016

MARIE ANTOINETTE SE NIEGA A EMPARENTAR CON NAPOLES

Madame Royale, en un retrato de Heinrich Fügerora.
En 1787, la reina María carolina envió en secreto a Francia, como se desprende de las memorias de madame de Campan, al caballero de Bressac, un coronel francés que se unió al ejército en Nápoles. La reina tenía en mente un matrimonio entre su hijo, francisco, duque de Calabria y heredero del trono, con la hija de María Antonieta, que tenía unos nueve años. El mensajero tuvo entonces la tarea de informar sobre un acto puramente formal y por fuera, el proyecto de carolina a María Antonieta. La reina, al tiempo que reconoce la propuesta de una unión entre las dos familias, se negó argumentando que ya se había decidió un matrimonio con el duque de Angulema, por lo que Marie Theresa Charlotte no perdería el rango de hija del rey, que prefería esta posición a la una reina en otro país, que nada en Europa podría ser comparado con la corte francesa.

María Antonieta no quería exponer a la pequeña princesa a los remordimientos, enviarla a Nápoles desde entonces como los recuerdos y las comparaciones que habían causado las mismas penas que había sufrido cuando era adolescente, tomada por un tribunal que le gustaba. La reina estaba consciente de las dificultades encontradas con su hermana carolina en el reino de Nápoles, siempre en desacuerdo con España; la razón por la que quería evitar dolores de cabeza a su hija, verse mezclada en cuestiones políticas.

Francisco Duque de Calabria en un retrato de Elisabeth Vigée Le Brun
Es razonable suponer que, si bien María Antonieta estaba convencida dela superioridad de la corte francesa, lo utilizo solo como una excusa para no separarse de su hija. No sabemos la reacción de carolina que, políticamente astuta, había contado con tal unión, no solo porque madame Royal era la hija de su hermana favorita, sino también porque estaba interesada en recibir el apoyo de Luís XVI. Pues en caso de dificultad con España, el rey francés, quien podría negarse a intervenir para defender a su cuñada, seria movido por medio de su hija.

Así carolina volvió al asalto, esta vez proponiendo a su hija María Amelia como la novia del delfín de Francia, Luís José. Sin embargo, la unión entre el Delfín y Amelia se frustro debido a la prematura muerte del niño que murió a la edad de 7 años. María Amelia, a pesar de que nunca había conocido en persona, fue muy afectada por la muerte de su primo y muchos años más tarde, escribió recordando está perdida: “llore amargamente la muerte de mi primo, pero al final era mi destino convertirme en reina de Francia…”.
  
Luis Felipe en 1793, en los días en que era un maestro de escuela
Amelia se casó con el futuro rey Luis Felipe. La unión con Orleans (pues Luis Felipe era hijo de Felipe Egalite que había votado la muerte de su primo Luis XVI) no fue bien recibida en la corte de Nápoles, pero Fernando y María carolina estaba en un sentido obligados a aceptar el matrimonio. María Amelia corría el riesgo de que siguiera siendo una solterona y ya era grande para los cánones de la época. La mala voluntad de los reyes de Nápoles se refleja en las cuentas más contemporáneas. El rey Fernando en presencia del hijo futuro siempre hablo en napolitano para no hacerse entender, y durante la última visita que le hizo Luis Felipe, le pregunto si había ido allí para tomar sus medidas del ataúd.

En cuanto a francisco, duque de Calabria y futuro rey de las dos Sicilia, a quien María Antonieta se negó como posible hijo en ley, carolina eligió para él otra sobrina, María clementina, hija de su hermano Leopoldo II. María clementina nació en la villa imperial en Florencia, dulce y tímida, bastante educada, la niña no podría definir como una gran belleza, en parte debido a las cicatrices que le dejo la viruela, pero era alta y delgada y tenía una mirada elegante.

María Clementina en un retrato de Hickel

domingo, 11 de octubre de 2015

Cuando Madame Polignac renuncia a su cargo de institutriz, la reina confía su hijo a una nueva aya, madame de Tourzel, redacta, para que le sirva de guía, una descripción psicológica, en la que de pronto se nos muestra deslumbradoramente toda su capacidad, hasta entonces oculta, para juzgar a los hombres y sus instintos espirituales.


«Mi hijo tiene cuatro años y cuatro meses menos dos días -escribe-. No hablo aquí de su estatura ni de su exterior; basta verlo. Su salud ha sido siempre buena; pero ya en la cuna se advirtió que sus nervios eran muy delicados y que el menor ruido extraordinario producía efectos sobre él. Ha sido tardío para sus primeros dientes, pero le nacieron sin enfermedad ni accidente. Sólo en los últimos, y creo que fue en el sexto, tuvo una convulsión. Después ha tenido dos: una en el invierno del 87 al 88 y la otra cuando su vacunación, pero esta última ha sido muy pequeña. 

La delicadeza de sus nervios hace que un ruido al cual no esté acostumbrado le produzca siempre espanto. Tiene miedo, por ejemplo, de los perros porque los ha oído ladrar cerca de él. No le he obligado jamás a verlos, porque creo que a medida que aumente su razón pasarán esos temores. Como todos los niños fuertes y saludables, es muy aturdido, muy ligero y violento en sus cóleras; pero es un buen niño, tierno y hasta cariñoso, cuando su aturdimiento no puede más que él. Tiene un amor propio desmesurado que, guiándolo bien, puede, algún día, redundar en provecho suyo. Mientras no tiene bastante confianza con cualquier persona, sabe dominarse y hasta devorar sus impaciencias y sus cóleras para parecer dulce y amable. Es de una gran fidelidad cuando ha prometido alguna cosa, pero es muy indiscreto, repite fácilmente lo que ha oído decir, y a veces, sin intención de mentir, añade lo que le ha hecho ver su imaginación. Éste es su mayor defecto, del cual es preciso corregirle.

Por lo demás, lo repito, es un buen niño; y con dulzura, al mismo tiempo que con firmeza, sin ser demasiado severo, siempre se hará de él lo que se quiera. Pero la severidad le llena de enojo, porque tiene mucho carácter para su edad. Y para poner un ejemplo: desde su infancia más temprana, la palabra "perdón" le ha ofendido siempre; hará y dirá todo lo que se quiera cuando ha cometido una falta, pero la palabra "perdón" no la pronuncia sino con lágrimas a infinitas penas. Siempre he acostumbrado a mis hijos a tener gran confianza en mí, y, cuando han cometido una falta, a decírmela ellos mismos. Esto procede de que, al reñirlos, adopto un aire más apenado y afligido por lo que han hecho, que enojado. Los he acostumbrado a todos a que un "sí'' o un "no" pronunciado por mí es irrevocable; pero les doy siempre una razón al alcance de su edad para que no puedan creer que es capricho de mi parte. Mi hijo no sabe leer y aprende muy mal; es demasiado aturdido para aplicarse. No tiene en la cabeza ninguna idea de su categoría y deseo mucho que eso continúe; nuestros hijos siempre aprenderán demasiado pronto lo que son. Quiere mucho a su hermana y con todo su corazón. Todas las veces que algo le gusta, ya sea el ir a algún sitio o que le den alguna cosa, su primer movimiento es siempre el de pedir lo mismo para su hermana. Ha nacido alegre: tiene necesidad, para su salud, de estar mucho al aire libre...»

solo una madre desde lo mas profundo de su corazón conoce a un hijo. que hermosa descripción.

domingo, 4 de julio de 2010

LOS ABORTOS INVOLUNTARIOS DE LA REINA MARIE ANTOINETTE


El nacimiento de Marie Theresa significó que la presión de tener un heredero varón continuo, y María Antonieta le escribe a su madre sobre es estado de salud preocupante, que podría haber contribuido a un aborto involuntario en julio de 1779. Antonia Fraser expresa dudas acerca de si hubo un embarazo en 1779. Las memorias de la señora campan, señala explícitamente: poco después la reina quedo embarazada, ella no había discutido su condición al rey, su medico, ni a los pocos galardonados de su intima confianza, cuando, habiendo levantado fuerte la ventana de su coche, ella sintió que se había lesionado y ocho días después provoco un aborto involuntario. el rey paso toda la mañana cerca de su cama, la consoló, le dio todas las señales de tierna preocupación. la reina lloraba mucho, el rey la tomo amorosamente en sus brazos y sus lágrimas se mezclaban con las de ella. la reina repitió varias veces que estaba contenta de no haber hablado de su embarazo a la familia... el rey ordeno a las pocas personas educadas que presenciaron este lamentable suceso, que seguía siendo en gran parte desconocido. la reina tomo un tiempo para restablecer su salud, el rey estaba muy ocupado y espera con impaciencia el momento de concebir nuevas esperanzas".

Marie Antonieta informa a su hermano JoseII:"mi embarazo y mi salud van perfectamente. tuve un pequeño accidente desde mi ultima carta, pero no ha sido objeto de seguimiento y me pidieron solo un poco de cautela mas"(29 septiembre 1783)María Antonieta sufrió otro aborto involuntario en la noche del 1-2 de noviembre de 1783, siguiendo con los temores de su estado de salud. Tratando de calmar su mente, la reina ocupo su tiempo en la creación de su Hameau.

"Este embarazo particular de 1783 fue terminado en un aborto mal durante toda la noche del 2 de noviembre, cumpleaños vigésimo octavo de la reina; el niño lo perdió por la mañana. fue diez días antes de que Maria Antonieta incluso comenzó a recuperarse. su salud provoco preocupación general" (Marie Antoinette: the journey, Antonia Fraser 2002).

lunes, 5 de octubre de 2009

LA REINA DA A LUZ AL DELFÍN LUIS JOSE


El 22 de octubre de 1781 el tan esperado heredero al trono nació. Trajo la popularidad sin precedentes a María Antonieta, había llegado a ser reina por segunda vez. Los primeros años de la corta vida del delfín era de gozo absoluto de sus padres.

El 22 al despertar, la reina sintió un poco de dolor, sin embargo se dio un baño, el rey, que iba a disparar a Sacle, derogo la partida de caza. Entre las doce y media, su dolor fue mayor, a la una y cuarto el delfín nació. Con el fin de evitar una repetición del accidente que había ocurrido en el nacimiento de madame royal, se había decidido que la multitud no se le seria permitido el ingreso al apartamento real, y que no se sabría el sexo del bebe hasta que la madre estuviera fuera de peligro.


Al enterarse de la noticia a la mitad de las onces, la señora Polignac se había quedado con la reina, las damas y caballeros de la corte que quería presenciar el nacimiento del delfín encontraron las puertas cerradas. Solo pudieron ingresar el conde Artois, madame Lamballe, de Chimay, de Mailly, de Ossun, de Tavennes y de Guemenne. Cuando el niño nació, fue llevado al gran vestidor, donde el rey lo vio lavado y vestido y se le fue dado a la institutriz real, la princesa de Guemenee.

La reina estaba en la cama, ansiosa y sin saber nada, todos los que  la rodeaban controlaron su rostro tan bien que la pobre mujer, al ver su aire limitado, pensó que ella había dado a luz a una niña por segunda vez. “ya ves como soy razonable”, dijo suavemente: “yo no te pregunto”. Pero el rey ya no podía contenerse, se acerco a la cama de su esposa y con lagrimas en los ojos le dijo: ”el señor delfín le pide permiso para entrar”. El niño le fue llevado, la reina lo abrazo con un entusiasmo que no se puede describir.


La escena era indescriptible: todas las restricciones se dejaron a un lado, la alegría broto libremente, la antecámara de la reina era encantadora. Todas las cabezas se envolvieron en risa y llanto, las personas que no se conocían entre sí, hombres y mujeres, se abrazaron. Lo mismo sucedió, cuando media hora después del nacimiento, las puertas de la cámara de la reina se abrieron y el señor delfín se anuncio.

Madame Guemenee, radiante de alegría, lo tomo en sus brazos, hubo aclamaciones de júbilo y aplausos, que penetraron a la habitación de la reina y seguramente a su corazón. Uno de los valientes suizos y amigo intimo de la reina reina, el conde de Stedingk, no podía contener su alegría: “un delfín señora, que felicidad!”. Madame Elisabeth estaba tan encantada que no lo podía creer, ella rio, lloro y caso enferma de emoción.


En cuanto al rey, que estaba intoxicado con su felicidad, no dejo de ver a su hijo, le sonreía y lagrimas corrían de sus ojos. El extendió, sin distinción, la mano a cada uno que lo felicitaba, su alegría se sobrepuso a su habitual reserva. Buscaba cualquier ocasión para pronunciar las palabras: “mi hijo el delfín”, y tomo al niño en sus brazos, lo levanto en la ventana, con una expresión de contenido que toco a cada uno de los presentes.

A las tres de la tarde el niño recién nacido fue bautizado como Louis Joseph francois Xavier en la capilla de Versalles por el cardenal de Rohan. Después de la ceremonia, el conde de Vergennes y el  conde de Segur le entregaron las insignias del cordon bleu y la cruz de san Luis. Por la noche hubo fuegos artificiales en la place d`armes.


El era un niño de excepcional belleza y de una fuerza sorprendente. Las damas de la corte, admitieron al mirar al niño real, “tan bello como un ángel”. Los cortesanos disputaban sobre la elección del futuro gobernador del delfín, y se dieron cuenta, no sin malicia, el semblante decepcionado del duque de Guines, que pensaba ilusionado  que ese lugar debería ser para él y cuya reciente desgracia le había robado la esperanza. Cuando el presidente del tribunal de cuentas se acerco con elogios al delfín declaro: “el nacimiento es nuestro gozo, su educación será nuestra esperanza, la virtud será nuestra felicidad”.

En parís, no era menos vivo, cuando el señor Croismare, teniente de los guardias anuncio la gran noticia en el hotel de Ville. La gente se echo a reír y se abrazaron unos a otros en las calles.


En su diario, escrito día a día, Luis XVI, trazaba brevemente, aunque con sequedad, los mas pequeños actos de su vida privada. Esta vez, para nuestra gran sorpresa, entra en detalle, gracias a su alegría de haber tenido un heredero a la corona:

“la reina paso una noche muy cómoda el 21 de octubre. Se sentía algo de dolor leve al despertar por la mañana, pero esto no le impidió el baño, el dolor continuaba, pero esta vez en gran medida. Hasta el mediodía interrumpí la partida de caza que se realizaría en Sacle.
Entre las doce y media, el dolor se hizo mas grande; la reina se fue a la cama y solo una hora y cuarto mas tarde, según mi reloj dio a luz aun niño. Solo estaba presentes la señora de Lamballe, el conde Artois, mis tias, la señora de Chimay, la señora de Mailly, madame d`Ossun, la señora de Tavannes y madame de Guemenee.


De todos los príncipes a los que la señora de Lamballe había enviado al mediodía para anunciar la noticia: debido a que el señor de Orleans llego antes del momento critico (estaba cazando en Fause), permaneció en la cámara o en el salón de la Paix. El señor de conde, el señor de Penthievre, el duque de Chartres, madame de Chartres, la señora princesa de Conty y la señora de conde llegaron también… Mi hijo fue llevado al gran vestidor, donde fui a verlo vestido y me lo puso en las manos la señora de Guemenee, la institutriz. Después me acerque a la reina y yo le dije que era un niño, y le fue llevado a su cama…”

Otro relato, no tan conocido y poco mencionado es el escrito enviando al rey de Suecia por el señor de Stedingk, amigos intima tanto de la reina como de Luis XVI:

“La reina dio a luz a un delfín. Madame de Polignac fue convocada a las once y media. El rey estaba de salida para la caza en el momento con el conde de Artois. El rey fue a la habitación de la reina y la encontró en el sufrimiento, aunque ella no lo admitía. Su majestad revoco la caza, lo que fue la señal para que todo el mundo se precipitara al apartamento de la reina… el rey, sin embargo, continuaba con su traje de caza. Las puertas de la antesala se cerraron, al contrario a la costumbre, lo que fue una gran mejora. La reina acudió primero a la casa de la duquesa de Polignac, donde estuvo acompañada por la duquesa de guiche, la señora de Polastron, la señora condesa de Gramont, la señora de Deux-Ponts  y la señora de Chalons. Después de un cruel cuarto de hora, una de las mujeres de la reina, llego toda salvaje y despeinada y grito: “un delfín! Pero no debe ser contado”. Nuestra alegría era demasiado grande para contenerla”.


martes, 1 de septiembre de 2009

MARIE ANTOINETTE: Y FINALMENTE QUEDO EMBARAZADA

 
Al fin, fue en 1778 que el evento más esperado por la reina, y por todos aquellos a su alrededor suyo, se hizo realidad: maría Antonieta había quedado embarazada.

La noticia –deseada en Viena- se deja esperar largos meses. El 5 de mayo, el conde Mercy comunica la certeza del hecho; el 4 de agosto, el embarazo es anunciado oficialmente a la corte, después de que la reina, el 31 de julio a las diez y media de la noche, ha sentido los primeros movimientos del niño. “desde entonces –escribe María Antonieta  a su madre- se mueve con frecuencia, lo que me proporciona gran alegría”.

“el servicio de mensajería me trajo el consuelo que yo necesitaba con urgencia… que dios sea alabado y que mi querida Antonieta se consolide en su posición brillante de dar a Francia un heredero! Ninguna precaución es excesiva, me alegro de que ya no recorras parís en la noche… si tan solo pudieras ver la alegría que aquí en Austria se siente acerca de la noticia”. (Marie teresa -02 mayo de 1778).


La posibilidad de un heredero al fin apuntalo la posición de la reina. El método elegido para dar la noticia al público era característico de María Antonieta. A mediados de mayo, la reina le pregunto al rey para enviar 12.000 francos para los deudores en la cárcel de parís, pero no se trataba de ser deudores al zar; debían ser aquellos que languidecen en la cárcel por no pagar a las nodrizas de sus hijos, así como a los pobres de Versalles. “Así que le dio a la caridad y al mismo tiempo notifico a la gente mi estado”, escribió María Antonieta.

Lamentablemente esta exhibición ordenada de compasión no hizo ningún bien a los folletistas satíricos. Se hablaba de la impotencia del rey, se sugirieron varios padres apara él bebe que viene, el más prominente como el duque de Coigny, o más desagradable, como el conde de Artois. Es muy probable que el conde de Provenza y otros cortesanos hayan hecho difundir clandestinamente estas efusiones, o en todo caso los leen y los difunden. En contraste con esto, el propio embarazo prosiguió de forma saludable, y la reina fue capaz, en el rubor de su felicidad, para mantener su indiferencia a estas manifestaciones.

El 16 de mayo de 1778, el Dr. Lassone hizo un examen a la reina y se pronunció satisfecho. Al mismo tiempo, la reina se entrevistó con el futuro comadrón, el hermano del Abad de Vermond. Ella rechazo, tal vez comprensible, ya que él había sido comadrón de la condesa de Artois. Sin embargo, la elección de Vermond fue criticado en el momento ya que se consideró más interesado en sus honorarios que su paciente. Por todos estos preparativos prácticos incluidos la elección de la nodriza, pañales y un apartamento para el nuevo bebe en la planta baja de Versalles para beneficiarse del aire. María Antonieta misma admitió conmovedoramente que hubo “momentos en los que pienso que todo es un sueño”.
 

A finales de mayo, María Antonieta declaro que estaba “increíblemente gorda” y al mes siguiente se jacto en decir que había aumentado más de cuatro centímetros, sobre todo en las caderas. A mediados de agosto fue declarada mucho más grande de lo que era habitual en cinco meses. Ese verano fue intensamente caliente y madame Campan describió como la reina encontró alivio en el aire fresco de la noche, porque ella mantuvo sus paseos diarios como había prometido a su madre que lo haría. Rose Bertin y otros países respondieron a la nueva situación con prendas de seda conocidas como levitas en los colores fríos que la reina amaba: azul claro, turquesa y amarillo suave.

El peluquero Leonard tuvo que hacer frente a la situación cambiante también. El pelo grueso maravilloso que María Antonieta, una vez había disfrutado se estaba convirtiendo en un problema en el pelo. Según informes, en el otoño de 1776 –una época de la depresión sobre su relación con el rey- su cabello se había caído, pero la pulverización y ahora el embarazo, no ayudo. Sin embargo, en general, la salud de la reina permaneció buena durante todo el tiempo de otoño.


El periodo de espera fue interrumpido de forma natural por las comunicaciones de María Teresa, que ya había sido nombrada madrina con mucha antelación, con el rey Carlos III de España como el padrino. Esto significaba que la emperatriz tendría el privilegio de nombrar al niño, también con mucha antelación, ya que los bautizos reales se llevaron a cabo inmediatamente después del nacimiento. Un príncipe Borbón bebe tendría obviamente alguna variación sobre el tema de Louis. Una niña no deseada sin duda se llamaría la versión francesa del nombre de su famosa abuela, ya que la emperatriz exigió a todos sus primogénitos nietos ser nombradas en su honor.

El parlamento envía sus felicitaciones, el arzobispo de parís ordena publicas plegarias por el dichoso curso de la preñez, con inauditos cuidados, se busca ama para el futuro príncipe y se tienen dispuestas cien mil libras para los pobres. El rey estaba muy contento, este hecho hizo que se vieran como la pareja más unida y feliz de la corte.