domingo, 19 de mayo de 2019

MARIE ANTOINETTE POR ALEXANDER KUCHARSKI

ALEXANDER KUCHARSKI

La plena transformación de Maria Antonieta en las tullerias lo atestigua también un retrato, el único y último que la reina se dejó hacer en las Tullerías. Kucharski, un pintor polaco, trazó un fácil bosquejo que la huida a Varennes le impidió terminar; no obstante, es el más acabado que poseemos. Los retratos de etiqueta de Wertmüller, los de salón de madame Vigée-Lebrun, se esfuerzan incesantemente por recordar al que los mira que aquella mujer es la reina de Francia. Con magnífico sombrero adornado de soberbias plumas de avestruz sobre la cabeza, deslumbrante de diamantes, el vestido de brocado, aparece el personaje cerca de su trono de terciopelo, y hasta los que la han representado en un traje mitológico o campestre han consignado, en cualquier detalle, un signo visible que hace saber que esta señora es una elevada dama, la más alta del país, la reina.

Este retrato de Kucharski deja a un lado todas estos maravillosos ropajes: una mujer opulenta y hermosa se ha sentado ante un espejo y mira soñadora ante sí. Parece un poco cansada y agotada. No se ha puesto ninguna gran toilette , ningún adorno: ninguna piedra preciosa sobre su escote, no se ha preparado especialmente; han pasado los artificios de comediante, ya no es tiempo de ello; la aspiración de agradar se ha trocado en tranquilidad, la vanidad en sencillez. Rizados y naturales caen los cabellos, dispuestos sin estudio, en los cuales brillan ya las primeras hebras de plata. Con naturalidad pende el traje de los hombros, siempre redondos y lucientes, pero nada en su actitud está buscado para producir un efecto de seducción. La boca ya no sonríe, los ojos ya no solicitan admiración; aparece, en una especie de luz otoñal, todavía hermosa, pero ya de una belleza suave y maternal; en un crepúsculo entre el deseo y la renuncia, como mujer entre dos edades, ya no joven y todavía no vieja; ya no deseosa y, sin embargo, aún deseable; así mira, soñadoramente, delante de sí esta mujer.

ALEXANDER KUCHARSKI

Mientras que en todos los otros retratos se tiene la impresión de una mujer enamorada de sí misma y que en medio del curso de sus bailes y risas se ha dirigido por un momento, a toda prisa, hacia el pintor, para volver rápidamente a su aturdido vivir, se percibe aquí que esta mujer se ha vuelto tranquila y que ama la calma. Después de los millares de ídolos, encerrados en preciosos marcos o tallados en mármol y marfil, este dibujo a medio hacer muestra, por fin, lo que es la criatura humana, y, único entre todos los otros retratos, permite por primera vez sospechar que en esta reina hay también algo a modo de un alma.

Citado: Marie Antoinette - Stefan Zweig (1932)

1 comentario:

  1. Contar de quien proviene el texto hubiese sido un detalle. Si, del mismo Stefan Zweig. Ha esto de le llama plagio? O despiste intencionado?

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