Marie Antoinette retratada como bruja |
El odio hacia ella fue creciendo, al mismo tiempo que su
vanidad, la reina baratija de plumas de cerebro, engalanada como sus jardines,
se convirtió en la perversa María Antonieta, la reina disoluta de la matriz
madre. Sus excesos se reducen a lo infrahumano (era peor que un animal) y la
catapulto mucha más allá de la humanidad (que era una bruja, un azote, un
vampiro, la reina malvada de los cuentos de hadas). Sus vicios no solo
amenazaba la salud de los ciudadanos de Francia y el estado financiero de la nación,
sino también en equilibrio del mundo: - a lomos de un monarca humano/ veo a la
madre de vice/ sumergida en los placeres de miedo dos veces/ una reina puta,
una corte principesca/ un patán como príncipe, una reina prostituta – (la mujer
de Austria en el alboroto, 1789).
Como si no hubiera sido suficiente esparcir en el pueblo la
imagen de una reina extravagante, corrompida la transformación de la corte de
Francia en un burdel y al rey en un cornudo todopoderoso… un golpe más de la
depravación tenía que añadir: a María Antonieta le gustaban las mujeres. Se
agoto de los hombres sin amarlos. En realidad, ella estaba interesada en su
propio sexo. La imagen se pone peor: lo que fue un estremecimiento de
incorrección se convirtió en un asco, nauseas, una imagen repulsiva de una
reina de Francia. María Antonieta antes bienvenida, ahora era vilipendiada lo
largo y ancho del país.
Lo pero era la cuestión de su relación “sáfica” con los
dioses –vosotros que se deleitan experimentando una noche encantadora- las
acusaciones sonaron tan felizmente con la noción popular de la reina como
viciosamente pervertida e inmoral. El “asunto” con Artois era una cosa, los
episodios sexuales con la Lamballe y la Polignac resonaron alegremente con
tanto detalle que era poco natural darlo por falso. Además de atacar también su
familia austriaca, especialmente su hermano José: “fue el más ambicioso de los
soberanos, el hombre más inmoral, hermano de Leopoldo, en definitiva, quien
gozo de las primicias de la reina de Francia. Acumulo en él, por decirlo así,
la pasión del incesto, los gozos más sucios, el odio a Francia, la aversión a
los deberes de esposa y madre, en una palabra, todo lo que rebaja a la
humanidad al nivel de las bestias feroces” (la vida privada, libertina y
escandalosa de María Antonieta de Austria, 1793).
Otro aspecto de estas denigraciones fue la comparación de la
reina: “el monstruo escapo de Alemania”, para otras notoriamente era igual a
malas mujeres y lascivas de la historia: era pero que cleopatra, mas orgullosa que
Agripina, mas lubrica que mesalina, mas cruel que Catalina de Medicís… este fue
el canto misógino vicioso que continuaría con la muerte de María
Antonieta y mas allá de ella.
Nos vamos a Louise Robert, una mujer que tuvo la tarea de
acusar a la reina: “pero puede ser que Antonieta, superando todo su gusto,
infecto a la corte de Francia con un tipo de libertinaje que nunca antes regia allí,
mi pluma…. Me falla, Antonieta! ¿Quién de ahora en adelante en el mundo entero podría
ser tan impuro como para oír su nombre sin estremecerse de horror?
-Extractos del libro "la malvada reina: orígenes del mito sobre Maria Antonieta" de Chantal Thomas.
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