El 12 de mayo de 1774, Luis XVI notifico al Bey de Túnez de su acceso al trono de Francia. Y a partir del 3 de junio del mismo año, el señor de Saizieu, cónsul informado y prudente de Francia en Túnez, se apresuró a renovar el tratado de paz y comercio celebrado en septiembre de 1770 entre Luis XV y Bey Ali. De hecho, era apropiado mantener entre la regencia y el rey de Francia esta política “buena vecindad y correspondencia máxima” vigente desde hace más de un siglo.
Y en este sentido Ali, quien, reino de 1759 a 1782, fue uno de los mejores Beys de Túnez y mantuvo personalmente las mejores relaciones con el excelente cónsul de Saizieu, quien, durante dieciséis años, es decir, hasta su jubilación en 1778, participo en la regencia. En la corte del Bey, el cónsul francés fue objeto de singular atención, encontrándose allí una sala de espera reservada para él solo; autorizado a llevar el uniforme de la marina, espada a un lado y a guardar sus zapatos de corte: todos los signos de consideración que suscitaron, en particular entre los ingleses, muchos celos y que “era aconsejable no dejar que se perdiera”
Por su parte, el Bey tenía todo el interés en mantener
buenas relaciones con Versalles: las escuadras francesas que navegaban por el mediterráneo
protegían a sus barcos; con el mal tiempo, encontraron ayuda y refugio en los
puertos de Provenza. la salud de Ali requería especiales cuidados, todo le llegó
desde Francia a petición suya, y un cirujano de la corte se encargó de su
tratamiento. en estas condiciones, en 1775, Ali Bey anuncio su intención de
enviar un embajador a la corte sin demora, para una visita de alta cortesía.
Suleiman Aga - por Jean-Bernard Restout |
el embajador se embarcó entonces con una suntuosa suite de
catorce personas y muchos sirvientes, llegando a principios de 1777 a Toulon
donde, después desembarco hacia parís dejando una fuerte impresión con sus
lujos y suntuosos regalos. Luis XVI recibió a Suleiman Aga en marzo, el embajador
se había vestido con pompa, "preciosa pelliza carmesí" y turbante. le
entrego la carta de su maestro al rey y luego entro en la gran galería de los
espejos para ser recibido por María Antonieta (visiblemente impresionada por
los imponentes turbantes de los dignatarios), rodeada de una multitud de cortesanos.
después de entregar al príncipe sus credenciales, el enviado se expresó así: "señor, el Bey de Túnez, mi amo me ordeno venir ante su majestad imperial para felicitarlo por su acceso al trono de sus antepasados. ansioso por cumplir con todos los deberes prescritos por su apego inviolable a ala augusta casa de Francia, he venido para presentarle el homenaje de sus sentimientos, su pesar por la muerte de su amigo y aliado, el rey Luis XV, de gloriosa memoria y su completa felicidad que la providencia ha preparado para la casa francesa a un joven monarca que se encuentra en el más alto grado de virtudes y cualidades destacadas. los deseos más ardientes para la prosperidad de su imperio, las marcas más profundas de su respeto y su completa dedicación a su sagrada persona".
después de esto se confirmó lo que se esperaba a su llegada con su suntuosa comitiva: ofreció al rey seis esplendidos caballos árabes con sillas de montar y ornamentados con arneses de oro, además de dos leones, hermosos bordados, sables y dagas. el rey, por su parte, le ofreció preciosos objetos al embajador. Suleiman Aga debió permanecer al final cinco meses en Francia donde asistió a teatros, salones y espectáculos, estando muy interesado en las carreras de Sablons, en las corridas de toro en Pantin y asistiendo al único baño turco de parís en ese momento, propiedad de un rico armenio.
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