domingo, 4 de febrero de 2018

LA FIDELIDAD MATRIMONIAL DE LUIS XVI

Como se trataba de la corte de Francia y por primera vez no hubo amante real a la vista, se hicieron esfuerzos esporádicos para poner a otras mujeres en el camino del rey. En enero de 1778, incluso María Antonieta se había preparado a sí misma para que el rey tomara una amante ahora que su matrimonio fue totalmente consumado. Ella prometió a su hermano José en una carta que si no hubiera enlaces, haría todo lo posible para ganar al rey de vuelta.
 

No fue por nada que Henri IV, de virilidad celebre, fue el rey más popular en la historia de Francia; la imagen tanto de Luis XIV y Luis XV incluso proezas sexuales. A si el supuesto interés del rey en una actriz de la comedia francesa o incluso su inspección casual a una mujer joven en una fiesta -le pregunto con quién estaba- causo entusiasmo lascivo.

Cuando María Antonieta contrajo el sarampión y se instaló en el Trianon para su recuperación, la proximidad del rey con la condesa de Chalons, tía de madame de Polignac, causo todo tipo de rumores en la corte, el conde Mercy, por su parte, en una carta a la emperatriz, declaro que estos rumores no tenían fundamento.


A todo esto la reacción del rey es mejor resumida por un incidente en el que el duque de Fronsac, heredero de la disipada familia de los Richelieu, engañaba a su mujer con una cantante de la opera conocida como “la petite Zacharue”, parloteando su aventura delante del rey: “vete Fronsac” -dijo el rey con disgusto- es obvio que no tienes respeto hacia tu esposa”.

En febrero de 1782 el propio rey hizo su posición muy clara: “todo el mundo quiere que yo tome una amante, pero no tengo intención de hacerlo. No deseo volver a crear las escenas de los reinados anteriores...” la obstinación que le había permitido resistir a la consumación de su matrimonio durante tantos años no era probable que el rey abandonara ahora a su esposa a favor de una conducta que él encuentra tanto desagradable e inmoral. Sin embargo la posición de amante real sin llenar significaba que había en un sentido una vacante en la corte. Los cortesanos no podían buscar favores de una “favorita” como lo había sido en reinados anteriores, no podían jugar con la amante real contra la consorte real. El futuro demostrara que María Antonieta, contra los precedentes, ocupo el puesto y disfruto de la influencia tanto de la esposa y la amante.

sábado, 27 de enero de 2018

MOZART EN LA CORTE DE MARIE ANTOINETTE (1778)

Ahora a sus veintidós años, Wolfgang Amadeus Mozart decidió ir a parís en compañía de su madre, que, dada la conexión de los Habsburgos, se espera “una carta de presentación de alguien de Viena para la reina”. Pero la coincidencia del primer embarazo de María Antonieta significaba que Mozart no pudo asegurar su patrocinio como él de otro modo podría haber hecho. Una oferta separada de trabajar como organista en Versalles fue rechazada como indigno a pesar del consejo enfático de Leopold Mozart que una cita de este tipo seria la forma más segura de ganar “la protección de la reina”.

Mozart et Marie-Antoinette
Mozart en un Retrato póstumo, obra de Barbara Krafft, 1819.
¿Estaba Mozart en condiciones de tener éxito en parís? ¿Cuál fue la atención que la buena sociedad realmente le dio? ¿Fue su fracaso tan completo como generalmente se presenta? ¿Cuáles son las verdaderas causas de lo que hoy parece más una fecha perdida?

Después de varios intentos infructuosos en Munich y Mannheim, parís sería el último y decisivo paso en esta busqueda. Los recursos musicales ofrecidos por la ciudad de la luz fueron suficientes para darle esperanzas: “es el único lugar donde puedo ganar dinero y ser honrado... cualquiera que haya escrito algunas operas en parís recibe algo arreglado cada año. Y luego está el concierto espiritual, la academia de aficionados... si das clases, la costumbre es que ganes 3 Louis de oro por 12 lecciones. Sonatas, tríos y cuartetos se graban para la suscripción”.

Mozart et Marie-Antoinette
Como parte de su viaje europeo, el joven Mozart llega a Versalles con su padre Leopold y su hermana Nannerl. Un semitono quedarse.El 18 de noviembre de 1763, Leopold Mozart llega a París para presentar sus dos hijos prodigio: Marie-Anne, conocida como Nannerl, de 12 años, Y especialmente su pequeño Wolfgang, 6 años. Esperan actuar en la corte de Versalles. Barón Friedrich Melchior Grimm, famoso autor alemán, amigo de enciclopedistas, los presentará. Una visita privada se lleva a cabo a mediados de diciembre. Louis XV los recibe con Madame de Pompadour. Leopold la encuentra muy hermosa, pero llena de orgullo. ¡Ella parece una emperatriz! Él se ríe cuando Wolfgang susurra que se parece a Threzel, ¡su cocinero! Después de tocar para ella, Mozart quiere besarla. La marquesa se niega, lo que arruina al niño. ¿No besó a la emperatriz María Teresa de Austria? El hecho es que los Mozart están impresionados por la rigidez del Tribunal de Francia.
El reinado de Luis XV había visto florecer el patrocinio musical múltiple en parís. Cientos de compositores dedicaron sus trabajos a personas de alto rango. Los conciertos privados, numéricamente los más importantes, constituían tener reconocimiento, protección, intercesión y, en ocasiones, apego permanente. La llegada de Mozart coincidió con una fase de recomposición que estaba en línea con la expansión del mercado musical. Las experiencias del Concert Des Amateurs, la vida musical de las logias masónicas, en particular la sociedad olímpica, el apoyo aristocrático para el concierto benéfico y los proyectos de teatro lirico dieron testimonio de esta ampliación. Mozart podría referirse al éxito parisino de muchos músicos alemanes, como Christoph Gluck, cuyas operas habían revolucionado la escena operística.

El 23 de marzo de 1778, Mozart y su madre llegaron a parís. Desde el comienzo de la estancia, Mozart entro en relación con el duque de Guines, uno de los protegidos de la reina. Todos acordaron alabar el talento de Guines para la flauta, empezando por el propio Mozart: “creo que ya te escribí... que el duque de Guines toca incomparablemente la flauta”. El duque lo contrato como maestro de composición de su hija mayor, también arpista. En este punto, Mozart parecía bastante satisfecho de su alumno: “ella tiene un gran talento, genio y sobre todo una memoria incomparable: juega todas las piezas de memoria y ciertamente sabe 200”. su padre Leopoldo ve, de lejos, las ventajas que podría sacar de ello: “Mi querido hijo, procura conservar para ti la amistad del duque de Güines y disfrutar de su crédito. A menudo leo menciones sobre él en los periódicos, es muy influyente en la corte real. Como la reina ahora está embarazada, habrá grandes festejos en el momento del nacimiento, tal vez tengas algo que hacer para tu felicidad, porque en tales circunstancias, uno hace lo que la reina desea. Es realmente un conocimiento muy auspicioso” Las clases acabaron cuando se decidió que la chica estaba apta para casarse.

Mozart et Marie-Antoinette
Leopold Mozart con sus hijos Wolfgang y Nannerl al piano, el retrato de su difunta madre en la pared. Óleo sobre lienzo de Johann Nepomuk Della Croce, hacia 1780.
Mozart no hizo nada por participar en un mínimo de eventos sociales, fuente inagotable de encuentros y recomendaciones. Incluso su protector, "ese buen Monsieur Grimm", no le sirve de nada y, peor aún, acaba desprestigiando ante sus ojos el microcosmos parisino que pretende conquistar, antes de devolverle un poco a su lugar de origen. elegante después de seis meses: todo esto empuja a Mozart a hacer, en la pequeña sociedad de habla alemana en la que se desenvuelve en París, unos comentarios despectivos sobre los franceses que difícilmente le serán perdonados. No deja de burlarse de la incompetencia de los cantantes de la Ópera que, según él, “gritan, braman, y a todo pulmón, ¡nariz y garganta!". Del mismo modo, las expresiones despectivas que utiliza en su correspondencia con su padre (“esos estúpidos franceses”, “los franceses son y siguen siendo burros”, “rayan en la rudeza y son abominablemente orgullosos”) no presagian nada bueno para sus relaciones sociales. 

Es cierto que el mundo aristocrático parisino hace poco por acogerlo, emplearlo o remunerarlo; también lucha por olvidar esa imagen de niño prodigio que se le pega a la piel: “Lo que más me fastidia es que estos estúpidos franceses crean que todavía tengo solo siete años porque me vieron a esa edad. Es perfectamente cierto; Madame d'Epinay me lo dijo muy en serio. A partir de entonces aquí me tratan como a un principiante, salvo los músicos, ¡que piensan diferente... pero es el público el que hace todo!” Finalmente, Mozart no escucha las recomendaciones de su padre que le insta a presentar sus obras al Concert des Amateurs; sin saber si es por celos o por incompatibilidad de temperamentos, se niega a colaborar con el Chevalier de Saint-George (protegido de la reina) que es la piedra angular. De ahí a imaginar que ese rechazo al brillante mulato pudo haberlo inspirado con la oscuridad física y moral del moro Monostatos en su futura Flauta Mágica, sólo hay un paso, dado por varios de sus biógrafos...

Las desilusiones fueron grandiosas, en la medida de las esperanzas alimentadas por este costoso viaje. Ellos se añadieron al drama íntimo del joven hombre con la muerte de su madre el 3 de julio. El compositor paso por una larga fase de depresión con dos sonatas en un menor para violín y piano k304. Anna Maria Mozart murió de fiebre el 3 de julio de 1778, durante una gira por París con su hijo. Su funeral tuvo lugar en la iglesia de Saint-Eustache en París en presencia de su hijo, y su cuerpo fue enterrado en el cementerio contiguo a la iglesia.  El registro de la parroquia de Saint-Eustache, dijo: "En este día, Marie-Anne Pertl, de 57 años, esposa de Leopold Mozart, maestro de capilla en Salzburgo, Baviera, que murió ayer, fue enterrado en el cementerio en presencia de Wolfgang Amedee Mozart, su hijo, y François Heine, trompeta  de la  caballería de la Guardia Real, un amigo ". 

Frente a la adversidad, Mozart busco la comodidad de sus compañeros músicos de Mannheim que también estaban presentes en parís, como Wendling y el tenor Anton Raaf. También se puso en contacto con el conde Von Sickingen, enviado desde el palatinado de parís, un pianista y compositor aficionado. Una verdadera complicidad conecta de inmediato a los dos hombres. Mozart fue regularmente a sus casa, paso días enteros allí buscando las partituras de la ópera del recuento y para hacerle descubrir sus nuevas obras como la sinfonía de Re mayor K.297 (300a) conocida como “parisiense” creada en el concierto espiritual el 18 de junio de 1778.

Mozart et Marie-Antoinette

¿Se enteró María Antonieta de la estancia de Mozart en París? Todo nos lleva a pensar que sí, tan bien informada está de lo que sucede musicalmente a su alrededor; además, asistió esa noche del 13 de junio a la Ópera durante la cual se representaron Le Finte Gemelle de Piccinni y el ballet Les Petits Riens de Mozart. ¿Se quedó hasta el final ya que el rey salió de la habitación después del primer acto de la ópera? Y si vio todo el espectáculo, nada dice tampoco que supiera quién escribió este ballet: el coreógrafo Noverre se cuidó de ocultar el nombre de este extranjero poco conocido por el público francés para resaltar mejor el suyo propio. ¡Curioso espectáculo en el que la reina acude a aplaudir la coreografía del maestro que le enseñó danza en Viena cuando solo tenía trece años y la música del que escuchaba en Schönbrunn cuando tenían seis años! Cualquiera que sea su grado de conocimiento de la presencia de Mozart en París, no le corresponde a ella dar el primer paso de todos modos.

También es un mal momento para concentrarse en la vida musical parisina: cansada por su embarazo por el que se protege mucho, atormentada por la crisis diplomática con Austria (lo que se conoce como el "asunto de Baviera"), ocupada por los numerosos viajes de la corte a Marly en mayo-junio, luego a Choisy en agosto y septiembre, la reina otras preocupaciones; ella se vuelve verde y ciertamente no se siente atraída por París. El único momento en que vive en Versalles y podría aceptar audiencias es precisamente este mes de julio cuando muere Anna Maria Mozart: ¡una especie de desgracia pesa sobre este encuentro! Por su parte, Wolfgang no intentó encontrarse con ella ni con ninguna otra figura destacada de la corte; sin embargo, en una carta del 10 de diciembre anterior, mucho antes de su viaje, parecía preocupado por obtener "una carta de presentación para la Reina de Francia, si la cosa fuera fácilmente factible".

Durante el verano, mientras que una ola de calor golpeo la cuenca de parís, Mozart fue invitado por el duque de Noailles en su castillo de Saint-Germain en Laye. El duque fue un importante benefactor y bajo su patrocinio, Mozart pasó diez días agradables en compañía de músicos alemanes amigos del duque, el castrato italiano Tendecci y el hijo menor de Johann Sebastian Bach, Johann Chritian.

Este respiro fue de corta duración. Tan pronto como regreso a parís a finales de agosto, Mozart se encontró confrontado con el barón de Grimm, quien dudaba seriamente de su capacidad de triunfar en parís y decidió informar a Leopold de ello sin que el compositor lo supiera. Los dos hombres, uno en parís y el otro el Balzburgo, los mismos hombres que había hecho todo lo posible para tener éxito, comenzaron un asedio metódico para devolver al músico a su tierra natal.

Mozart et Marie-Antoinette
Mozart à la cour de Marie-Antoinette
El 26 de septiembre de 1778, un Mozart espumeante de rabia, con la sensación de haber sido tocado en dirección opuesta abandono Francia. Esta partida apresurada impuesta por Grimm, seria definitivamente el fracaso de esta estancia parisina, sin obtener su objetivo de acariciar el patrocinio de María Antonieta.

Mozart et Marie-Antoinette
En la víspera de su muerte, [Mozart] hizo que la partitura del Requiem se llevara a su cama, y ​​él mismo (eran las dos de la tarde) cantó la parte alta; Schack, el amigo de la familia, cantó la línea de soprano, como siempre lo había hecho antes, Hofer, el cuñado de Mozart, tomó el tenor, Gerl , más tarde un cantante de bajo en el Teatro de Mannheim, el bajo. Estaban en los primeros compases de la Lacrimosa cuando Mozart comenzó a llorar amargamente, dejó el marcador en un lado, y once horas después, a la una de la madrugada (del 5 de diciembre de 1791, como es bien sabido), partió este vida.

domingo, 21 de enero de 2018

LA PETICIÓN DE GRACIA DE MADAME DE BELLEGARDE A LA REINA MARIE ANTOINETTE

En la prensa inferior se representa María Antonieta se concede la petición de perdón de Madame de Bellegarde para su marido. La Reina, que era entonces casi 22 años de edad, está rodeado por el conde y la condesa de Provenza. Por el conde y la condesa de Artois y el emperador José II que estaba entonces en una visita a Versalles.

Antoine-Jean Duclos después vizconde Charles Henri Desfosses de 1778.
El Coronel de Bellegarde había sido encargado por Choiseul para reorganizar los arsenales de París, sobre todo en lo que se refiere a la eliminación de las armas obsoletas que iban a ser transportados por el desguace de la fábrica de Saint-Etienne. Las nuevas armas se fabrican, pero venden bajo el mostrador para los estadounidenses a precios considerados demasiado bajos. Bellegarde fue acusado del delito de colusión con el principal comprador. Luis XV ordenó que fuera llevado a la justicia junto con un militar llamado Moutier. Los dos acusados, incapaces de defenderse, fueron condenados a prisión, (veinte años encarcelados. Bellegarde-Pierre en la fortaleza Encize, mientras que Moutier, en la Abadía de Saint-Germain, fue liberado el 7 de octubre de 1775 tras pagar una fianza 250.000 libras).
  
La reina María Antonieta perdona al marido de Madame Bellegarde. quien se arrodilla con su hijo ante María Antonieta y 15 damas y caballeros, y ruega misericordia. Mayo de 1777.
Con la llegada de los nuevos gobernantes, Madame de Bellegarde le pidió perdón por su marido a María Antonieta. La reina solicitó una revisión de los actos y un nuevo juicio que tuvo 17 de enero de 1778 y donde fue absuelto Bellegarde.

Bellegarde fue probablemente la colusión, pero la gracia se hizo hincapié en la solicitud de la parte Choiseul cuando la reina siempre fue agradecida por la boda francesa, así como de los militares.

domingo, 14 de enero de 2018

LAS HIJAS DE LA EMPERATRIZ MARIA TERESA EN EL MERCADO MATRIMONIAL EUROPEO

tras la muerte del emperador Francisco Esteban, Maria Teresa desidiria llevar luto durante el resto de su vida.
Tras la muerte de francisco esteban, la emperatriz compartiría su poder con su hijo de veinticuatro años, elegido emperador bajo Joseph II. Pero ella no permitiría que nada, ni luto, ni la promoción de José, a interrumpir su política diligente de planificar los matrimonios de sus hijos. Habían de ser víctimas de esta aplicación monolítica, dando un nuevo significado al lema de la familia: “deja que otros hagan la guerra, tu feliz a Austria, cásate!”. Sus hijas son en este momento las más cortejadas del mundo. Si alguien en Europa tiene derechos sobre un trono y no tiene esposa, envía sus pretendientes, ancianos y niños, hombres y adolescentes. Hace mucho tiempo que el mercado matrimonial política no estaba tan surtido. Porque el matrimonio con una princesa sigue representando para un soberano la forma más cómoda de ampliar su poder. No fue mediante la guerra, sino a través del matrimonio, como se construyen los grandes derechos hereditarios. Ahora, atrae el brillo de las últimas joyas valiosas de Europa.

durante la trágica muerte del emperador, la archiduquesa Maria Cristina fue de gran apoyo para su madre, lo que le resulto mas fácil convencerla de casarse con su primo Alberto de Sajonia.
Pero había un beneficiario de la prematura muerte del emperador y esta fue la archiduquesa María cristina. La hija predilecta había puesto su corazón en un primo por parte de su madre, el príncipe Alberto de Sajonia. Este joven inteligente y sensible, cuatro años mayor que María cristina, había llegado a Viena en 1759 junto a su hermano más joven, clemente. Ambos lucharon en el ejercito de María Teresa durante la guerra de los siete años; clemente de Sajonia entre a la iglesia y, posteriormente se convirtió en el arzobispo electo de Treveris. Alberto, sin embargo, se enamoró de la joven archiduquesa mientras compartían un trueno en Schonbrunn. Por desgracia para todas sus cualidades, su inteligencia y sus intereses artísticos, Alberto no presento ningún tipo de partido para la hija de un emperador.

María Antonia, que era trece años menor que Mimi, llegó a detestar a su hermana, cuyo estilo mandón, soberbio y esnobismo intelectual la dejó con un miedo permanente y sospechoso de lo que más tarde se llamaría 'bluestocking'.
Alberto fue el cuarto hijo de la gran familia de augusto III de Sajonia, rey de Polonia y no podría ofrecer ningún tipo de posición. En cualquier caso, francisco esteban había querido que María cristina se casara con el hijo de su hermana, el duque de Chablais, subrayando así la conexión Lorena. La muerte de su padre y el aumento de la dependencia de su madre le dieron a María cristina la oportunidad. Ella se casó con Alberto en abril de 1766 con una boda en silencio debido al luto de su padre. El veneciano Polo Renier, escribiendo sobre este evento, dice: “la joven archiduquesa, dotada de más que la belleza ordinaria, la vivacidad y con modales encantadores y graciosos, apareció cubierta de esplendidos diamantes... causando que muchos envidiaran a su marido”. Fue un golpe brillante en más de un sentido. En primer lugar, mimi había logrado esa rareza entre los matrimonios de las princesas, una unión por amor.

miniatura de Alberto de Sajonia.
En una carta a ella inmediatamente después de la boda, María teresa le escribe: “creo que estoy bastante bien, pero no tranquila. Mi corazón ha recibido un golpe que todavía se siente, especialmente en un día como este. En ocho meses he perdido al marido más adorable, a un hijo que merecía todo mi amor, y una hija que después de la muerte de su padre fue mi principal objetivo, mi consuelo, amiga mía. Yo era lo suficientemente infantil esta tarde, cuando vi pasar a tus hermanas a través de mi habitación, para imaginar por un momento que mi mimi estaba con ellos”.

detalle de una pintra de Johann Karl Auerbach, donde nos muestra el banquete de boda, se puede ver a la joven pareja Maria Cristina y Alberto.
Eso fue en si mismo suficiente para despertar los celos de sus hermanas que estaban reservadas a destinos menos románticos. Pero había algo más en la envidia. Alberto no era un hombre rico, María teresa procedió a empatar. María cristina le dio una gran dote, mientras que Alberto recibió el ducado de Teschen que la emperatriz adquirió para él. Además de la gobernación de los países bajos austriacos sobre la muerte del príncipe Carlos de Lorena. Mientras tanto Alberto se hizo gobernador de Presburgo en Hungría, con su gran castillo a orillas del Danubio. La posición de Presburgo hizo fácil para la emperatriz visitar a la joven pareja, a quienes les resultaba un placer ver juntos. La consecuencia fue que María cristina disfruto el mayor premio de todos, el don constante de la compañía de su madre. Como María Antonieta escribiría con nostalgia a María teresa: “¡como envidio a María cristina, la felicidad de verla tan a menudo".

Una miniatura de Maria Christina de Austria y su esposo Albert Casimir, Duque de Teschen.
A principios de 1767, los hijos varones de la emperatriz estaban comprometidos: el emperador José unido a la princesa Josefa de Baviera, Leopoldo, ahora gran duque de Toscana, estaba casado y Fernando estaba en preparativos para una unión con María Beatriz de Módena. En cuanto a sus hijas se quedó con cinco en sus manos. La encantadora Elizabeth de veintitrés años, Amalia de casi veintiuno y Josefa, otra belleza, tenía dieciséis años, Charlotte que tendría quince en agosto y Antonieta, que estaba en su duodécimo año. Debido a su juventud, la última no fue llamada en este punto un jugador vital en el juego imperial, a pesar de que se menciona vagamente con sus coetáneos, los príncipes franceses.

retratos de Fernando de Parma y Nápoles ubicados en el palacio de Innsbruck.
Los dos Fernandos, Parma y Nápoles, ambos nacidos en 1751, eran premios que María teresa determino para garantizar alianzas simbólicas. Luis XV, aconsejando a su nieto don Fernando de Parma, tomo una actitud mundana sobre el asunto: ¿Qué importa quién es ella, siempre y cuando él tenga una esposa adecuada?. Carlos III de España, por otra parte, se opuso a la elección de Amalia para Fernando de Nápoles pues ella era seis años mayor que su novio prospectivo. Esto hizo que la archiduquesa Josefa de dieciséis años fuera el candidato obvio para este Fernando. Josefa era la hermana favorita del emperador José, que era muy aficionado a ella, María teresa dijo que esta hija nunca le había dado ningún problema sino solo satisfacciones y que la única falta que ella podía ver en ella era una ligera tendencia a la obstinación.

la archiduquesa Josefa Amaba tiernamente a la joven archiduquesa María Antonieta; la puso sobre sus rodillas, la abrazó con lágrimas, y le dijo que estaba a punto de dejarla, no por Nápoles, pero que nunca volvería a verla.
Sin embargo María teresa sentía considerables dudas respecto a las perspectivas del futuro joven. En una carta a la condesa Lerchenfeld la emperatriz expreso su preocupación: “la educación de una mis hijas, pero de quien en cuatro años será llamada a ascender un trono y no solo para gobernar un reino sino para hacer su marido feliz. Se trata de su felicidad y lo que es más, el bienestar de su alma. Ella tendrá un marido joven que desde su más tierna infancia no conoce a nadie más alto que él... quien siempre ha sido rodeado de aduladores italianos... la corte de España me permite enviar una o dos personas con mi hija... ¿y donde las encontrare?... el corazón de una madre es muy inquieto. Yo miro la pobre Josefa como un sacrificio a la política. Si solo ella cumple con su deber para con dios y su esposo y asiste al bienestar de su alma, estaré contenta aunque ella no sea feliz. El joven rey no muestra ningún gusto por nada, es inusualmente infantil, no aprende nada y no sabe nada excepto el mal italiano provincial, y en varias ocasiones ha dado prueba de dureza y arbitrariedad. Él está acostumbrado a tener su propio camino y no hay nadie con él que pueda darle buena educación... dicen que es justo, como la familia Sajón. Ojala tuviera su buen corazón”.

A continuación, en 1767 una serie de desastres golpeo a la emperatriz. En la primavera María cristina dio a luz a una hija, que solo vivió unos minutos y casi le costó la vida a la archiduquesa. Mientras María teresa se recuperaba del terror y ansiedad de la enfermedad de María cristina. La segunda esposa de José atrapo la viruela, un momento en que toda la familia imperial y el tribunal vieron con intenso dolor el fallecimiento de Josefa de Baviera. La emperatriz fue a ver a su nuera y con dificultad persuadió al emperador José hacer lo mismo. Hizo todo lo posible para consolarla y luego se retiró, dando órdenes que los archiduques Fernando y Maximiliano y las archiduquesas Elizabeth y Josefa, que no habían tenido la viruela, se mantuviera fuera del camino de la infección. Pero era demasiado tarde, la enfermedad rápidamente avanzo y en pocos días Josefa de Baviera estaba muerta y la emperatriz madre atrapo la viruela.
 
detalle de la tumba de la Emperatriz María Josefa, 1739-1767 en la Cripta Imperial.
En la capital, multitudes acudían a las iglesias para orar por la recuperación de su amado soberano. María teresa vio lo suficientemente cerca la muerte para recibir el 1 de junio los últimos sacramentos, que le fueron administrados por el arzobispo de Viena en presencia del emperador José y las archiduquesas Marianne y Amalia. Europa tembló ante la noticia, mientras que su propia familia estaba en shock.

Sin embargo, un día o dos más tarde la emperatriz se sintió un poco mejor y poco después empezó con temblorosa mano una carta a María cristina, que había permanecido ignorante de la enfermedad de su madre, diciéndole que había tenido la viruela pero ahora estaba fuera del peligro. Viena estaba ahora llena de júbilo, se dio acción de gracias por la recuperación de la emperatriz y por todas partes el regocijo prevaleció.

miniatura de la pequeña Josefa.
Los preparativos fueron hechos en una escala magnifica para el matrimonio de la archiduquesa Josefa con el rey de Nápoles. Aunque ella era la quinta hija de María teresa, fue la primera que estaba a punto de cumplir uno de los más ardientes deseos de la emperatriz. Su ajuar era ordenado con un esplendor inusual, la joven archiduquesa, resigno al destino que no pudo evitar, la demanda formal en el matrimonio fue hecha por el embajador de Nápoles y su institutriz, al condesa Von Lerchenfeld, sujeto el sujeto el retrato del rey de Nápoles a su ramillete en señal de esponsales. Por primera vez desde la muerte de francisco esteban, la emperatriz apareció en público en las magníficas recepciones dadas en honor al matrimonio de su hija, el emperador José declaro su intención de escoltar a su hermana favorita a Nápoles y en agosto la acompaño en su peregrinación a la iglesia de Mariazell, según la costumbre de la familia imperial.

El próximo desastre fue, de hecho, indirectamente causado por María teresa misma. En las bóvedas de la cripta imperial fueron sepultados el emperador francisco esteban y otros miembros de la familia y en esas sombrías profundidades en ocasiones María teresa solía descender con sus hijos a orar en el féretro de su marido, insistió en que Josefa hiciera lo mismo antes de abandonar Viena. La archiduquesa se asustó al pensar en ello y rogo a su madre con lágrimas no forzarla a ir allí. Todo fue inútil, la emperatriz no escuchaba, Josefa estallo en llanto al entrar al carruaje y se estremeció todo el tiempo en la sombría bóveda en la que también estaba el féretro de Josefa de Baviera, que había muerto cuatro meses antes de la viruela y cuya tumba no estaba lo suficientemente sellada.

Detalle de la archiduquesa María Josefa de Austria, tomada de un retrato de familia.
Poco después al volver al palacio, la joven archiduquesa se quejó de sentirse enferma, se fue a la cama y muy pronto se dictamino que se había contagiado de viruela. El emperrado José, nunca dejo su cama, la dulce muchacha a quien cada uno amaba estaba muriendo, se le dieron los últimos sacramentos y falleció paciente y resignada. Ella murió en los brazos del emperador el 15 de octubre de 1767, mismo día en que debía partir a Italia. El terrible acontecimiento sorprendió al público, la enfermedad y muerte de Josefa fue atribuida a su visita forzada a la bóveda. La viruela acechaba las casas reales como un espectro con una guadaña. Fue una suerte para Antonieta haber contraído en la edad de dos años, una versión suave.

tumba de la archiduquesa Josefa en la cripta imperial.
La archiduquesa Elizabeth también contrajo la enfermedad, ella vivía por su belleza que fue destruida completamente. Fue una tragedia personal para la archiduquesa, pues si no hubiera sido por esta desfiguración, muy posiblemente se hubiera convertido en reina de Francia. En términos públicos, significaba que ella fue eliminada inmediatamente y sin piedad del mercado matrimonial europeo.

La archiduquesa María Elisabeth, llamada "Liesl", era encantadora, pero como Mimi también tenía una lengua filosa. detalle de un retrato en el palacio de Innsbruck.
El problema era la concertación de una novia para el rey Fernando de Nápoles, que esperaba la pronta llegada de una joven esposa. El proyecto de alianza con la casa de Borbón se considera de suma importancia, María teresa se puso en acción una vez más. Inmediatamente después de la muerte de la archiduquesa Josefa, se dirigió con el conde Franz Couoredo, embajador de Austria en Madrid, para dar el primer paso en el asunto. Pero no había ninguna dificultad en esto, el rey de España, igualmente ansioso por la alianza, escribió a la emperatriz proponiendo que otra de sus hijas ocupara el lugar de la perdida.

La emperatriz estaba muy inquieta, y aunque la posibilidad de renunciar a la alianza nunca entro en su mente, tenía dos posibilidades: Amalia, cinco años mayor que este Fernando, podría influir en él y evidentemente era una difícil posición peligrosa, y Charlotte, aun impetuosa, todavía en manos de su institutriz, debía sr enviada a gobernar sin restricción sobre un tribunal licencioso del sur, como la esposa de un niño vicioso, sin educación, de bajos gustos y pasiones descontroladas, cuya conversación, ideas y hábitos deben ser igualmente sorprendente y chocante para ella.

La archiduquesa María Amalia tenía una disposición obstinada y era la única hija que se negaba incluso a fingir seguir los consejos de su madre después de casarse. La emperatriz la rechazó, aunque sus hermanas más jóvenes la apreciaron mucho.
Se propuso un marido mucho más adecuado para Amalia, Charles Von Zweibrucken, primo y presunto heredero del elector de Baviera y el elector Palatino. El príncipe paso algún tiempo en la corte de Viena donde pidió la mano de Amalia, y como era guapo, inteligente y sobre la misma edad de la archiduquesa, se pensó en que María teresa lo aceptaría. Pero la emperatriz instigada por Kaunitz, denegó su consentimiento, no era lo suficientemente de altura para convertirse en su yerno. La archiduquesa Amalia fue sacrificada, más aun cuando los cálculos de la emperatriz y Kaunitz resultaron ser bastante mal. Charles tuvo éxito en la herencia en la que Kaunitz declaro que era ridículo y Amalia podría haber sido no solo una poderosa princesa sino una mujer feliz si no hubiera sido por este error.

Charles Von Zweibrucken, pasado por alto por la emperatriz para casarce con Amalia. el Príncipe está destinado a gobernar un pequeño principado que bordea el Rin Imperio y Francia. Ni siquiera es miembro del Colegio Electoral y, lo que es peor, ni siquiera es católico. Sus esperanzas de suceder a su primo lejano, el Elector de Baviera, no están establecidas. El matrimonio por lo tanto es rechazado.
En una carta dirigida a Carlos III de España la emperatriz escribió: “te concedo con verdadero placer una de mis hijas restantes destinadas a reparar la perdida... yo actualmente tengo dos que podrían caber, una es la archiduquesa Amalia, que se dice que tiene una cara bonita y cuya salud debe prometer una numerosa prole, y la otra es la archiduquesa Charlotte que también es muy saludable y un año y siete meses más joven que el rey de Nápoles. Dejo a vuestra majestad la libertad de elegir”. Para el rey de España era indiferente cual fuera la archiduquesa, pero el rey de Nápoles no le gustaba la idea de una esposa cinco años más vieja que él y urgió a su padre, que lo consulto sobre el tema, a escoger a Charlotte. Era cierto que cuando se trataba de Charlotte, María teresa, sentía una obligación a Luis XV y su casa. Pues ella paso a ser ahijada de Luis XV y María luisa de Parma también pensó que Charlotte sería una excelente elección para casarse con el heredero del trono francés. Ella solo era dos años mayor que Luis augusto, ex duque de Berry, cuyo padre muerto en 1765 lo convirtió en el nuevo delfín de Francia.

Retrato de Mary Caroline, Reina de Nápoles, Archiduquesa de Austria por Mengs, 1768.
En consecuencia, el rey escribió a María teresa, con muchas frases de cortesía, diciéndole que aunque le agradecía profundamente, la archiduquesa Amalia era cinco años mayor que su hijo y el rey de Nápoles expreso el deseo más fuerte de que Charlotte y ninguna otra debería convertirse en su esposa. Charlotte, con su nuevo nombre María carolina no estaba mejor satisfecha que Josefa cuando le dijeron que iba a casarse con el rey de Nápoles. Ella protesto, lloro, suplico, aludió a la muerte de su hermana su mala suerte; además ella había oído bastante sobre Fernando para hacerle desagradar la perspectiva de él como marido. Pero todo fue inútil. La emperatriz y Kaunitz habían resuelto el sacrificio de las dos archiduquesas para asegurar la alianza de Nápoles y Parma, y ambas estaban obligadas a someterse.

miniatura de Fernando de Napoles y Maria Carolina.
Amalia estaba peor que carolina, pues aunque las cuentas recibidas en Viena del joven duque de Parma eran mucho mejores que las reportadas por el rey de Nápoles, no fue en absoluto probable que una joven de veintitrés años deseara casarse con un muchacho de diecisiete años, su rango como duquesa de Parma estaba muy por debajo de la de su hermana menor, reina de Nápoles, mientras que sus futuras casas no podrían ser comparadas. La diferencia de la pequeña capital de Parma, en medio de la amplia y cálida llanura que se extiende hacia los Alpes y los Apeninos, con la gran ciudad de Nápoles, su mar azul y su escenario encantador. Además el duque de Parma resulto bastante diferente del joven cultivado y bien educado que describió la emperatriz a su hija, una vez que fue liberado de sus estudios y casado, resulto ser un notable estúpido, ocioso, que, como su primo de Nápoles, era encantado de divertirse asando castañas y arreglando relojes. Amalia, una chica aburrida, fría, apática, la menos amada de las hijas de la emperatriz, era infeliz e impopular en Parma.

La pareja ducal Fernando de Parma y Amalia en 1769.
María carolina quedo bajo el cuidado de la condesa Von Lerchenfeld. Esta señora, había pasado tres años educando a Josefa para ocupar el trono de Nápoles, ahora debía preparar a carolina en nueve meses para la misma posición exaltada. La emperatriz también se esforzó por todos los medios en su poder para fortalecer y preparar a la joven para las pruebas, los peligros y tentaciones de la vida en la que estaba tan pronto a enfrentar. “nunca he emprendido nada como ahora estoy interesada y ocupada -escribe María teresa- tener tanta consideración y tanto placer como los esfuerzos que ahora estoy haciendo para prepararte para su posición”, y ella le da el consejo más excelente sobre sus deberes como reina y como esposa, como nuera del rey de España y como gobernante de la corte: “evita la coquetería, recuerde que muchas cosas que son inofensivas en una niña no lo son en una mujer casada, aunque despreciable en cualquiera... ama a tu esposo y este firmemente unido a él, esa es la única verdadera felicidad en la tierra”.

retrato de Fernando de Napoles.
La emperatriz exigía a sus hijas más de lo que era posible. Las forzó a casarse con hombres viciosos, sin atractivos o estúpidos, -tal vez como en el caso de Amalia, años más joven que ellas mismas-, no querían casarse y mucho menos obligarlas a amar a sus maridos. Para María teresa fue fácil amar a francisco esteban, uno de los más bellos y fascinantes hombres de su tiempo, o para su hija María cristina amar a Alberto de Sajonia, un brillante soldado y un hombre de alto carácter y notable atractivo, pero para desear que Amalia ame al niño de Parma era absurdo y en cuanto a Fernando de Nápoles, la única maravilla que él ofrecía era la diadema de reina.

Retrato de Fernando de Parma.
Sabiendo que María carolina era intensamente alemán en gustos y afectos, que amaba los cielos grises, verdes prados y bosques profundos de su tierra natal y que Italia no tenía atracción por ella, María teresa escribió: “no hables siempre de nuestro país, o compares nuestras costumbres y las suyas. Hay cosas buenas y malas en cada país... en tu corazón y la rectitud de su mente será alemán, debes parecer napolitana”. Con mucho cuidado le explico a la joven que incluso si le resultaba imposible amar a su marido, en ningún caso debe permitirle percibirlo, pero debe actuar siempre como si estuviera apasionadamente enamorada de él. Teniendo en cuenta el carácter y educación de Fernando, fue evidente que si los asuntos siguieran adelante con prosperidad tolerable, María carolina no solo debe gobernarlo a él sino gobernar el reino.

par de retrato de los reyes de Napoles.
El 17 de abril de 1768, María carolina estaba casada por poder en la iglesia de los agustinos en Viena, el rey de Nápoles estaba representado por su hermano Fernando. Inmediatamente después de su regreso de la iglesia, se puso su vestido de viaje azul y oro y luego vino la amarga separación de casa, país, madre, hermanos y hermanas y amigos, para ir para siempre a una tierra extranjera, como un extraño, tal vez un mal marido, con muy pocas perspectivas de volver a ver a los más queridos de nuevo. El emperador José no iría con ella, como tenía la intención de hacerlo con su amada Josefa, solo prometiendo hacerle una visita al año siguiente.

La familia ducal de Parma en 1773.
Para el 2 de noviembre de 1767 la enfermedad había robado a María teresa de todas las demás disponibles archiduquesas. Ciertamente la desaparición de María carolina en dirección a Nápoles, significaba que ya no había ninguna cuestión de las decisiones que planteo el matrimonio real francesa. Las posibles consecuencias de la unión contundente con la altamente sexuada María carolina con el futuro Luis XVI, en lugar de la más suave María Antonieta, deberá permanecer para siempre en el dominio de la especulación histórica. Fue así como una rápida caída de una serie de fichas de dominó hizo a Antonieta el foco de atención de su madre. Por primera vez, la emperatriz contempla adecuadamente el material que tenía en mano, aunque en muchos aspectos, se encontró claramente poco prometedor.

retrato de la pequeña Antonieta.
Para el ojo crítico de la emperatriz, el aspecto de la chica era bastante satisfactorio, y donde no era, podría fácilmente ser fijado. Sus dientes, por ejemplo, estaban en mal estado y torcidos; pero los cables estaban empezando a ser utilizados para enderezar los dientes feos, en un sistema conocido como “el pelicano”, inventado por un francés que sería más adelante el dentista real. Tres meses de este tratamiento le dio a Antonieta la sonrisa requerida. Sus ojos grandes, bien esparcidos, de un sutil color gris azulado, fueron ligeramente miopes.

De sus ventajas, su cabello era justo: un color ceniza ligero que probablemente profundizara con los años, pero que ahora compagino con su tez blanca y rosa. Además de una cabellera tan gruesa como María teresa alguna vez lo había tenido. Por otro lado Antonieta tenía una línea de implantación desigual. Junto con la frente alta, la cual fue considerada como un rasgo Lorena y estaba de moda por los estándares de la época, el largo cuello era una ventaja definitiva, pero la nariz era ligeramente aguileña, afortunadamente este no fue un periodo en que las narices cortas fueron admiradas a la exclusión de todos los demás. La nariz de Antonieta se podría describir como una distinguida, adaptada para una archiduquesa o una reina.

Antonieta by Martin van Meytens
No fue sin embargo, nada que hacer al respecto con el famoso labio Habsburgo, un labio saliente inferior visible en los retratos de los Habsburgo durante varios siglos. En lo que toca a la figura de Antonieta, un hombro era más alto que el otro, pero que podría ser corregido con el uso adecuado de corsetería. La archiduquesa era delgada y de pecho plano -en una época en que el pecho femenino adecuado se consideró un atractivo esencial-; también ella no era muy alta. Pero como no había llegado aún a la pubertad, se esperaba que tanto el pecho y la altura seguirían.

Por todas estas fallas menores, el efecto general era muy seductor. Madame Antonieta tenía “una sonrisa suficiente para ganar el corazón” y esa sonrisa indico su deseo general de agradar. Fue así como la dulce Antonieta estaría destinada para el futuro Luis XVI y gobernar el reino francés.

sábado, 13 de enero de 2018

EL ASESINATO DE GUSTAVO III DE SUECIA (1792)


El drama de la revolución no es solo francés, es europeo. Tiene sea aceptación en todos los imperios, en todos los reinos, incluso en las tierras más lejanas. Excita las mentes en Estocolmo casi tanto como en parís. Entre los suecos hay personas cuya mayor deseo seria parodiar los días de octubre y llevar sobre picas las cabezas ensangrentadas de sus adversarios. Las nuevas ideas toman fuego y se extienden como un tren de pólvora. Es la moda ir a los extremos; un frenesí sin nombre y la fatalidad parecen liberarse en esta época de agitaciones y catástrofes. Todos los que, en un momento u otro, han sido invitados en el palacio de Versalles, son condenados, como por una sentencia misteriosa, al exilio o la muerte. 

¿Cómo terminara la brillante carrera del rey de Suecia, que recibió de Versalles y de parís, de la corte y de la cuidad, una recepción entusiasta? Gustavo, el ídolo de los grandes señores, filósofos y las bellezas de moda, que, después de ser el héroe de los enciclopedistas, llego a celebrar su corte en Aix-le-Chapelle en medio de los emigrantes franceses ¿y quién, a su regreso a Estocolmo, preparo allí la gran cruzada de la autoridad, anunciándose como el vengador de todos los tronos? El crimen de Estocolmo está estrechamente relacionado con la lucha a muerte de la realeza francesa. El toque funerario que sonó en esta extremidad del norte tuvo ecos en parís. Los regicidas suecos dieron el ejemplo a los regicidas de Francia.

Gustavo III estaba fuertemente influenciado por la cultura francesa y tenía la corte francesa en Versalles como modelo. Estaba interesado en el lenguaje y el teatro y fundó la Academia Sueca, ya que comenzó varios teatros en Suecia, incluida la Royal Opera de Estocolmo . Muchos artistas, poetas y escritores fueron favorecidos por el rey durante su tiempo en el poder.
Este príncipe, que había mantenido las verdades cristianas tan baratas, era supersticioso para la puerilidad. El no creía en los evangelios, pero creía en los libros de magia. En una esquina de su palacio había dispuesto un armario con un incensario y un par de candelabros, ante los cuales realizaba operaciones cabalísticas en nada más que su camisa. A lo largo de todo su reinado, consulto a una adivina llamada madame Arfwedsson, quien le leyó el futuro en el café molido. Alrededor de su cuello llevaba una caja de oro que contenía una bolsita en la que había un polvo que, según su creencia, ahuyentaría a los espíritus malignos. Las profecías anunciaron su próximo fin los conspiradores se ocuparon de cumplir las profecías.

El duque de Sudermania, el hermano del rey, sin ser cómplice en el proyecto del crimen, alentó las prácticas clandestinas. Los sectarios se acercaron a Gustavo para reprocharle su lujo, sus prodigalidades, sus entretenimientos o le dirigieron advertencias anónimas que, un lenguaje bíblico, lo declararon maldito y rechazado por el señor.

"Veo a todos los que vienen de esta asamblea (y no soy el único soberano del Norte que piense así) mientras los conspiradores se comprometían a encender el fuego de la guerra civil en los diferentes estados, y a sembrar en todas partes la discordia entre los pueblos y sus soberanos" se expresa Gustavo sobre lo importante que es parar la revolución francesa y mantener el equilibrio monárquico.
La cruzada monárquica de la que se proponía ser el líder creció sobre él como el mejor medio para escapar de las incesantes obsesiones que acechaban su espíritu. En vano recordó que Suecia necesitaba dinero y que una guerra de intervención en los asuntos de Francia no era popular. Su resolución permaneció inquebrantable. Conto los días y las horas que todavía lo separaban del momento de la acción: su única idea era castigar a los jacobinos y vengar la majestad de los tronos. 

Devuelto a Estocolmo desde Aix-le-Chapelle, a principios de agosto de 1791, el impetuoso monarca comenzó a ser muy activo en los preparativos bélicos. El marqués de Bouille, que se había visto obligado a abandonar Francia en el momento del viaje infructuoso a Varennes, había ingresado a su servicio y debía aconsejarlo y luchar a su lado bajo la bandera sueca. Al mismo tiempo, Gustavo renovó oficialmente sus promesas de ayuda al rey de Francia. Luis XVI por su parte demostró su gratitud:

“Monsieur, mi hermano y primo. Acabo de recibir las líneas con las que me ha honrado con motivo de su regreso. Siempre es un gran consuelo tener tales pruebas de un sentimiento amistoso como las que me da esta carta. Señor, que tomas en todo lo relacionado con mi interés me toca cada vez más, y reconozco en cada palabra la augusta alma de un rey que el mundo admira tanto por su corazón magnánimo como por su sabiduría”. 
  
"Señor, me ha conmovido la amistad y el interés especial que su majestad me mostrará en su carta del 22 de diciembre. las inevitables desgracias del reino más bello posible agravan nuestros problemas todos los días. Esperemos que el tiempo y sobre todo la convicción traerán la mente y el corazón de los franceses, a sentir que sólo pueden ser felices reuniendo bajo las órdenes y el gobierno de un rey justo y bueno" carta de Maria Antonieta a Gustavo.
Mientras tanto los conspiradores, animados por el rencor personal o las pasiones comunes a los nobles hostiles a su rey, se preparaban secretamente para un ataque. Los cinco líderes eran el capitán Ankarstroem, el conde Ribbing, el conde Horn, el conde Lilienhorn, mayor de los guardias azules y el barón de Pechlin, un anciano de sesenta y dos años, distinguido en las guerras civiles y era el alma de la trama.

El ultimo baile de máscaras de la temporada debía ser realizado en el opera House la noche del 16 al 17 de marzo y se sabía que Gustavo estaría presenta. Golpear al monarca en medio del festival, para castigarlo por su amor al placer fue una idea que encanto a los asesinos.

Grabado que muestra el asesinato del rey.
A Gustavo se le aconsejo que estuviera en guardia. El joven conde Bouille, que entonces estaba en Estocolmo, y que había sido informado por una carta de Alemania de que el rey estaba a punto de ser asesinado, le rogo que aprovechara las advertencias que le llegaban de todas partes. Gustavo respondió que preferiría ir ciegamente a cumplir su destino que atormentarse con las innumerables precauciones que tales sospechas exigían. “si he escuchado -añadió- a todos los consejos que recibo, que ni siquiera podía beber un vaso de agua; además yo estoy lejos de creer en la ejecución de un plan. Mis súbditos, aunque muy valientes en la guerra, son extremadamente tímidos en política. Los éxitos que espero obtener en Francia, cuyos trofeos llevare de vuelta a Estocolmo, aumentaran rápidamente mi poder con la confianza y el respeto general que serán sus resultados”.

Gustav III murió de sus heridas el 29 de marzo y el 16 de abril Jacob Johan Anckarstoem fue condenado. Fue despojado de sus propiedades y privilegios de nobleza. Fue sentenciado a tres días de prisión y el azote públicamente , se le cortó la mano derecha, se le quitó la cabeza y se descuartizó su cadáver . La ejecución tuvo lugar el 27 de abril de 1792. Soportó sus sufrimientos con la mayor fortaleza y pareció regocijarse por haber librado a su país de un tirano. Sus principales cómplices fueron encarcelados de por vida.
Mientras tanto, la hora fatal se acercaba. El baile de máscaras del 16 de marzo estaba a punto de abrirse. Antes de ir allí, Gustavo ceno con unas pocas personas de su casa. Mientras estaba en la mesa, recibió una nota, escrita en francés y sin firmar, en la que se le pedía no entrar en la casa de juegos, donde estaba a punto de morir. El autor de la nota recomendó urgentemente al rey que no apareciera en el baile y, si persistía en ir, sospechara de la multitud que lo presionara, porque este encuentro seria el preludio y la señal del golpe dirigido a él. Lo realmente extraño de esto fue que el hombre que escribió estas líneas era uno de los conspiradores, el conde de Lilienhorn. Sin embargo, Gustavo no hizo reflexiones sobre la lectura de esta nota y fue sin miedo al baile.

La orquesta tocaba salvajemente. Los bailes están animados. La sala, adornada con flores, brilla bajo el resplandor de los candelabros. Gustavo apareció por un momento en su palco. Solo entonces le muestra al barón de Essen, su primer caballero, la nota anónima que recibió mientras cenaba. Ese fiel sirviente le ruega que no baje al pasillo. Gustavo ignora el consejo prudente. Él dice que en lo sucesivo usara una cota de malla, pero que, por esta vez, está perfectamente determinado a ser imprudente ante el peligro.


El rey y su escudero van al salón frente al palco real, donde cada uno se pone un domino. Luego entran al salón por el escenario. Hay hombres esencialmente valientes, que aman el peligro por sí mismos. Gustavo es uno de ellos. Por tanto se complace en desafiar a todos sus asesinos. Mientras cruza el salón verde con el barón de Essen en su brazo, “veamos -dice él- si realmente se atreverán a matarme”.

En el momento en que el rey entra, es reconocido a pesar de su máscara y su domino. Camina lentamente por el pasillo y luego entra al pozo, donde da un paseo durante varios minutos. Está a punto de volver sobre sus pasos, cuando se encuentra rodeado, como había sido predicho, por un grupo de enmascarados que se interponen entre él y los oficiales de su suite. Varios dominós negros se acercan, ellos son los asesinos. Uno de ellos, el conde Horn, le pone una mano en el hombro: “buen día, enmascarado!” él dice. Este saludo de judas, esta bienvenida irónica dada por los asesinos a su víctima, es la señal para el ataque. En el instante, Ankarstroem dispara al rey con una pistola cargada de hierro viejo. 


Gustavo herido en la cadera izquierda, grita: “estoy herido!”. La pistola que había sido envuelta en lana, solo hizo un disparo amortiguado y el humo se extendió por toda la habitación, la multitud no piensa en un asesinato, sino un incendio. Gritos de “fuego! Fuego!” aumenta la confusión. El barón de Essen, cubierto todo con la sangre de su amo, lo trasladan a una habitación donde recuestan al rey sobre un sofá.

El barón de Armfelt ordena cerrar las puertas del teatro y desenmascarar a todos. Ankarstroem, exasperado levanta su máscara ante el oficial de policía y le dice con seguridad: “en cuanto a mí, señor, espero que no sospeche de mi”. Sale en silencio del teatro. Pero, después de que se comete el crimen, sus armas, una pistola y un cuchillo habían caído al suelo. Un armero de Estocolmo reconocerá la pistola y declarara que la vendió unos días antes a un ex oficial de los guardias, el capitán Ankarstroem.


El rey mostro una admirable calma y resignación durante los trece días que aún le quedaba por vivir. Tan pronto como se colocaron los primeros vendajes, llevaron al hombre herido a sus apartamentos en el castillo. Allí recibió a sus cortesanos y a los ministros de relaciones exteriores. Cuando vio al duque de Escars, que representaba a los hermanos de Luis XVI en Estocolmo: “esto es un golpe -dijo él- que va a alegrar a los jacobinos parisinos, pero escribe a los príncipes que si me recupero, no cambiaran ni mis sentimientos ni mi celo por su justa causa”.

En medio de sus sufrimientos, conservo una dignidad por encima de todo elogio. Ni recriminaciones ni murmullos salieron de sus labios. Llamo a su lecho de muerte a sus amigos y a los que habían estado entre el número de sus enemigos. Cuando el viejo conde de Brahe, líder de los nobles de la oposición, se presentó, Gustavo dijo, mientras lo apretaba en sus brazos: “bendigo mi herida, ya que ha traído a un viejo amigo que se había retirado de mi lado. Yo, mi querido conde y que todo sea olvidado entre nosotros”. 


El destino de su hijo, que estaba a punto de ascender al trono a la edad de trece años, era la principal preocupación del rey. Así termino la brillante y tormentosa carrera del príncipe que murió a sus cuarenta y seis años.

Según el marqués de Bouille, Gustavo debió haber sido el rey de Francia y Luis XVI, rey de Suecia: “como el soberano de Francia, Gustavo habría sido, sin lugar a duda, uno de sus más grandes reyes. Habría preservado ese hermoso reino de una revolución, habría gobernado con gloria y esplendor... Luis XVI, por otro lado, colocado en el trono de Suecia, habría obtenido el respeto y la estima de esa gente sencilla por sus virtudes morales y religiosas, su economía, su espíritu de justicia y sus buenos y benevolentes sentimientos. Habría contribuido a la felicidad de los suecos, que habrían llorado sobre su tumba, mientras que estos dos monarcas perecieron en manos de sus súbditos. Pero los designios de la providencia son impenetrables y debemos, en respeto y silencio”.

El traje Gustav III llevaba el baile de máscaras, exhibido en la habitación de la Ópera que el rey fue tomado después del ataque, que se llamaba el pequeño gabinete.
Los jacobinos de parís demostraron cuanto le temían por la loca alegría que exhibían cuando llego la noticia de su muerte. Ellos prodigaron alabanzas sobre “brutus Ankarstroem”. Aunque había sido cometida por los nobles, hubo una cierta reminiscencia de la revolución francesa sobre el asalto. En sus reuniones secretas, los conspiradores habían acordado llevar en picas las cabezas de los principales amigos de Gustavo, “al estilo francés”, como se dijo en aquellos días.

El conde de Lilienhorn, criado, nutrido y sacado de la pobreza y la oscuridad por Gustavo y abrumado hasta el último momento por los beneficios del generoso monarca, explico su monstruosa ingratitud y la parte que había tomado en el ataque, diciendo que tenía la idea de comandar a los guardias nacionales de Estocolmo después de la revolución y haber jugado el mismo papel de La Fayette, los llevo a descarriarsen.

Gustavo III representado por el actor Jonas Karlsson en la serie Gustav III:s äktenskap, donde se relata su juventud y su matrimonio.
Gustavo aún no había exhalado su último aliento, cuando la noticia de la muerte del emperador Leopoldo llegó a Estocolmo con un despacho del príncipe Kaunitz, que parecía autorizar sospechas de envenenamiento. La propaganda, como decían en Europa, ¿iba a sacrificar a todos los soberanos? El pensamiento se extendió. El ministerio de Girondin llego al poder en Francia unos días después de que Gustavo fuera derrotado en Suecia. No había un vínculo de conexión entre los dos hechos; pero en parís, como en Estocolmo, la causa de los reyes sufrió un terrible rechazo. La trágica muerte de su fiel amigo de be haber causado a Luis XVI y a María Antonieta algunos presagios dolorosos sobre su propio destino. El asesinato de Gustavo fue el primero de una serie de catástrofes. La pistola del regicidio sueco anunciaba la hoja de la guillotina parisina. El 16 de marzo fue el preludio del 21 de enero.