domingo, 29 de julio de 2012

DESPEDIDA DE MARIE ANTOINETTE DE SU AUSTRIA (1770)


Para el delfín y la corte real se confecciona nuevos trajes de gala, bordados con preciosa pedrería; el gran pitt, el más soberbio diamante de aquel tiempo, adorna el sombrero de bodas de luís XVI, y con igual lujo prepara María teresa el equipo de su hija: encajes tejidos especialmente en malinas, los más delicados lienzos, sedas y joyerías. Todo porque ya es la hora de la entrega oficial de Marie Antonieta como futura delfina de Francia.

Luis augusto por su parte está confundido, nunca ha visto a su futura esposa y tiene miedo de no agradarle, el sabe que ella es bella y que se desenvuelve con mucha gracia, encantando a todos, mientras que el es torpe.


Por último, llega a Viena el embajador Durfort, encargado de solicitar a la novia. El 17 de abril de 1770 María Antonieta jura sobre los evangelios renunciar a la sucesión hereditaria, tanto materna como paterna ante un crucifijo y cirios encendidos. Seguidamente vienen las felicitaciones, primero de la corte, de la universidad y del ejército, recepción y baile para tres mil personas en el Belvedere, otra nueva recepción para los mil quinientos invitados del palacio de Liechtenstein.

El 21 de abril una cena familiar para la despedida solemne en medio de una doble fila de soldados entre abrazos y lagrimas María Antonieta atraviesa la fila, sube a la carroza y parte hacia su nueva vida en Versalles.

María teresa como presintiendo que algo está por suceder, pues como gran conocedora de caracteres acerca de su hija tardía María Antonieta; sabe las buenas cualidades de su hija más joven -su gran bondad y cordialidad, su puro y alegre buen sentido, su natural humano y sincero-, pero conoce sus peligros: su falta de madurez, su aturdimiento, su ligereza, su inconsecuencia.


Para estar más cerca de ella, para formar en el último momento una reina con esta ardiente bestezuela silvestre, hace que María Antonieta duerma en su propia habitación los dos últimos meses antes de su partida; con largas conversaciones, procura prepararla a desempeñar su alto puesto; y para obtener la ayuda del cielo, lleva consigo a la niña a una peregrinación a Mariazell. Pero a medida que está más próxima la hora de la despedida, más intranquila se siente la emperatriz. Un oscuro presentimiento le turba el corazón: el presentimiento de una desgracia futura, y emplea todas sus fuerzas en desechar las tenebrosas potencias. Antes de la partida entrega a María Antonieta su amplio directorio de conducta y exige de la descuidada niña el juramento de que lo leerá cada mes concienzudamente. Aparte la misiva oficial, escribe además una carta particular a Luis XV en la cual la anciana dama conjura al anciano rey para que tenga indulgencia con el infantil aturdimiento de la joven de catorce años. Pero ni aun con eso se acalla su interna intranquilidad.

Aún no puede haber llegado a Versalles María Antonieta cuando le repite ya la advertencia de que consulte aquel escrito admonitorio. «Te recuerdo, mi hija querida, que el 21 de cada mes vuelvas a leer aquella hoja. Te suplico que seas fiel cumplidora de este deseo mío: no temo para ti más que tu negligencia para orar y hacer lecturas, y los descuidos y pereza que vendrán de ello. Lucha contra todo esto... y no olvides a tu madre, la cual, aunque alejada, no cesará, hasta su último aliento, de estar preocupada por ti.» En medio del júbilo universal por el triunfo de su hija, la anciana señora va a la iglesia y suplica a Dios que aleje el daño que ella sola, entre todos, presiente.

Aquel día de primavera, en la despedida la emperatriz abrazo a su hija y le dijo estas conmovedoras palabras: “adiós, mi querida hija. Una gran distancia nos va a separar… hacer tanto bien a los franceses que puedan decir que les he enviado un ángel”. Luego se derrumbó y se echó a llorar. Joseph Weber, un testigo de la despedida comento: “cubría sus ojos, a veces con un pañuelo, a veces con sus manos; de vez en cuando miraba por la ventana para una última mirada a su palacio ancestral, donde no volvería a poner los pies…”.

Al salir de los palacios de Viena, María Teresa escribió la siguiente carta para el futuro marido de su hija: “su novia, querido delfín, se separa de mí. Ella ha sido mi delicia, por lo que será ella ahora su felicidad. Para este fin la he educado; porque yo he sido consciente de que ella iba a ser su compañera de toda la vida. He ordenado a ella, que entre en sus más altas funciones, la oferta de fijación más adaptado a su persona, la mayor atención a cada cosa que pueda agradar o hacerlo feliz…”



Mientras la gigantesca cabalgata -trescientos cuarenta caballos que tienen que ser mudados en cada casa de postas atraviesa lentamente Austria y Baviera, y, al cabo de innumerables fiestas y recepciones, se acerca a la frontera, carpinteros y tapiceros martillean en la isla del Rin, entre Kehl y Estrasburgo, construyendo una extraña edificación. En este punto, los grandes maestros de ceremonia de Versalles y Schoenbrunn han obtenido su mayor triunfo; después de infinitas deliberaciones acerca de si la entrega solemne de la novia debe verificarse en territorio aún austríaco o ya en tierra francesa, alguien de entre ellos, muy ladino, encuentra la salomónica solución de que el acto tenga lugar en una de las deshabitadas islitas de arena del Rin entre Francia y Alemania; por tanto, en un país de nadie: un milagro de neutralidad; se construye allí, para la entrega solemne, un pabellón especial, de madera; dos antecámaras por el lado de la orilla derecha del Rin, que María Antonieta pisará aún como archiduquesa: dos antecámaras por la orilla izquierda, por las que, después de la ceremonia, saldrá como delfina de Francia; en medio, el gran salón para la solemnidad de la entrega, en la cual la archiduquesa se convertirá definitivamente en la heredera del trono de Francia. Preciosos tapices del palacio arzobispal cubren las paredes de madera construidas a toda prisa; la Universidad de Estrasburgo presta un baldaquín; la rica burguesía de la ciudad, su mejor mobiliario. Penetrar en este santuario de regio esplendor está, naturalmente, vedado a miradas no aristocráticas; no obstante, un par de monedas de plata hacen indulgentes en todo lugar y tiempo a los guardianes, y de este modo, varios días antes de la llegada de María Antonieta, algunos estudiantes alemanes se deslizan en los salones semiterminados para satisfacer su curiosidad. Mas poco después se acerca la «poderosa ola de nobleza y esplendor» del cortejo nupcial y, con alegres conversaciones y gozosos dichos, inunda aquel decorado recinto sin sospechar que, pocas horas antes, los videntes ojos de un poeta han descubierto en aquellos abigarrados tejidos el hilo negro de la fatalidad.

María Teresa entrega a Maria Antonieta para comenzar su viaje rumbo a Francia - Alegoría
donado a la duquesa de Chartres.
La entrada de María Antonieta debe significar la despedida de todos y de todo lo que la liga con la Casa de Austria; también aquí los maestros de ceremonia han imaginado un símbolo especial: no sólo no le es permitido a nadie de su acompañamiento austríaco ir con ella más allá de la invisible línea fronteriza, sino que la etiqueta llega hasta requerir que no conserve su desnudo cuerpo ni una sola hebra de los tejidos de su patria, ni zapatos, ni medias, ni camisa, ni cintas. Desde el momento en que María Antonieta llega a ser delfina de Francia, sólo le es lícito envolverse en telas de procedencia francesa. Es así como la joven de catorce años, en la antecámara austríaca, delante de todo el acompañamiento de su país, tiene que desnudarse por completo; en cueros vivos, brilla durante un momento, en el oscuro recinto, el delicado y apenas florecido cuerpo de la muchacha; después le imponen una camisa de seda francesa, enaguas de París, medias de Lyon, zapatos del zapatero de la corte, encajes y lazos; no le es dado conservar ningún recuerdo querido, ni un anillo, ni una cruz; ¿no se vendría abajo el mundo de la etiqueta si la niña guardara un solo broche o una cinta que le gustara? Ni uno solo de los rostros familiares para ella desde siempre, será, desde ahora, lícito que vuelva a ser visto a su lado por la princesita. ¿Es, pues, milagro, sabiendo todo esto, que, lanzada tan de repente en la existencia extranjera, la muchachilla, espantada de toda esta pompa y vanas ceremonias, rompa a llorar como una niña? Pero al punto tiene que volver a hacerse dueña de sí, porque los transportes de sensibilidad no son admisibles en un matrimonio político; al lado, en la otra sala, espera ya el acompañamiento francés, y sería vergonzoso acercarse a este nuevo séquito con húmedos ojos enrojecidos y llena de espanto.


El jefe de la comisión austríaca, el conde de Starhemberg, le tiende la mano para dar el paso decisivo, y, vestida a la francesa, seguida por última vez por su séquito austríaco, austríaca también ella por dos últimos minutos, penetra en la sala de la entrega, donde, con gran pompa y suntuosidad, la espera la delegación borbónica. El representante de Luis XV pronuncia un solemne discurso, y se da lectura al protocolo; después -todo el mundo retiene el aliento, da comienzo la gran ceremonia. Está concertada paso a paso, como si se tratase de bailar un minué, y ha sido ensayada y aprendida antes por los que participan en ella. La mesa en medio del recinto representa simbólicamente la frontera. De un lado están los austríacos; del otro, los franceses. Primeramente, el representante austríaco, conde de Starhemberg, deja libre la mano de María Antonieta; en su lugar, se apodera de ella el representante francés, y con paso solemne conduce lentamente a la trémula doncella alrededor de la mesa. Mientras ocurre esto, en minutos bien calculados, se retira lentamente, andando de espaldas hacia la puerta de entrada, el séquito austríaco, al mismo compás con el cual la suite francesa avanza hacia la futura reina, en forma que, justamente en el momento en que María Antonieta se halla en medio de su nueva corte francesa, la austríaca ha abandonado ya la sala. Silenciosa, ejemplar, espectral y magníficamente se desenvuelve esta orgía de etiqueta; sólo que en el último momento la emocionada muchachita no puede soportar más esa fría solemnidad. Y en lugar de recibir serena y glacialmente la devota reverencia de su nueva dama de honor, la condesa de Noailles, se arroja, sollozando y como pidiendo auxilio, en sus brazos: bello y conmovedor ademán de abandono que los grandes maestros del ceremonial de uno y otro lado habían olvidado prescindir. Pero el sentimiento no figura en los logaritmos de las reglas de corte. Ya espera fuera la encristalada carroza; ya suenan las campanas de la catedral de Estrasburgo y retumban salvas de artillería; mientras rompen a su alrededor oleadas de aclamaciones, María Antonieta abandona para siempre las dichosas costas de la niñez: comienza su destino de mujer.

domingo, 22 de julio de 2012

LE TEMPLE DE L`AMOUR À TRIANON!


El templo del amor es uno de los lugares más inolvidables en los jardines del Petit Trianon, en una pequeña isla justo detrás de la casa. El templo no se construyo para celebrar el amor mítico de la reina para el conde Fersen como algunos autores han dado a entender. El apuesto caballero Fersen era hasta entonces un conocido amigo. María Antonieta lo mando construir para celebrar el amor entre ella y el rey, la consumación de su matrimonio, un retraso de muchos años.

Richard Mique fue el encargado de diseñar la estructura neo-clásica. En julio de 1778 los andamios fueron retirados dando como resultado una obra maestra que ha sido admirada por los contemporáneos. La cúpula fue decorada con casetones de piedra de Conflans, sostenida por doce columnas corintias. El centro de la cúpula José Deschamps diseño un trofeo de seis pies de diámetro, una caja compuesta de flores y los atributos del amor: coronas de rosas, carcaj, teas, flechas y cintas relacionadas con el entrelazado de flores y hojas de olivo.


El pavimento es de mármol blanco veteado de compartimientos enrojecidos. En el primer momento se pensó colocar en el centro de la rotonda una escultura de cera blanca proyectada por José Deschamps. Pero la reina prefirió una estatua que data de 1746 esculpida por Edme Bouchardon: “la desnudez y la sensualidad de la adolescencia”. representa a Cupido tallando sus dardos de amor con el garrote de Hércules, un símbolo excelente del estilo rococó. El semidiós es transformado en un niño tierno, el garrote que rompe huesos se transforma en flechas que golpean el corazón, en el momento en que el mármol es sustituido por el estuco. Alrededor de la isla donde se encuentra el templo fueron plantados manzanos y rosas de bola de nieve, que proporcionaban un aroma agradable. 

María Antonieta al despertar podría ver desde la ventana de su dormitorio en Trianon, el hermoso templo. Completado en julio de 1778, la reina lo inauguro el 3 de septiembre dando un espectáculo brillante para el rey.

“este templo esta a la sombra de arboles altos, que brotan un olor perfumado por una gran cantidad de rosas y otros árboles que lo rodean”. (Los viajes pintorescos de Francia).

“me llevo al jardín ingles de la reina en Trianon. Contiene cerca de cien hectáreas, ordenado de acuerdo a las descripciones que se dan de los jardines chinos… vemos que la madera, rocas, pardo, lagos, ríos, islas, cascadas, cuevas, paseos, templos, todo, hasta un pueblo. Varias de las partes son muy bonitas y bien ejecutado… la gloria del Petit Trianon son los árboles y arbustos exóticos. El mundo, afortunadamente, fue puesto para decorarlo. Se ha encontrado el encanto bello y curioso y para los ojos de la ignorancia y la memoria de los estudiosos. Entre los edificios, me gustaría mencionar el templo del amor como verdaderamente elegante, cima de la perfección y el buen gusto”. (Arthur Young a Richard Mique, 10 octubre de 1787).

·SABIAS QUE?...


El templo del amor en el Petit Trianon era la sede de una obra maestra de la escultura francesa del artista Edme Bouchardon. Hoy en día, la escultura reside n el museo del Louvre, mientras que una réplica de otro escultor del siglo 18, Louis-Philippe Mouchy, se encuentra en el interior del templo.

domingo, 22 de abril de 2012

EL EXTRAÑO CAGLIOSTRO!

De roma a Londres, de Madrid a san Petersburgo, de parís a masterdam, cagliostro se introduce en todas las cortes, seduce, fascina, forma discípulos y se enriquece. Tan sincero en su amor por el dinero como en sus investigaciones esotéricas, el extraño conde sigue siendo un personaje inasible.


En Palermo, bajo el duro sol de Sicilia, nace el 2 de junio de 1743 giuseppe bálsamo, hijo de un empleado de tienda. Desde su tierna infancia, el pequeño Giuseppe es inquieto e indisciplinado. Es admitido en el seminario a los doce años y se hace expulsar después de una serie de pequeños hurtos. Su padre lo coloca entonces como aprendiz con el boticario de un convento. La manipulación de polvos y ungüentos es una revelación para Giuseppe. Por primera vez, es un alumno atento, apasionado por la química y la farmacopea. Sin embargo, también es expulsado después de algunos meses por una broma poco apreciada por los monjes: recita sus oraciones reemplazando los nombres de las santas por los de las prostitutas famosas. En Palermo y luego Nápoles, Giuseppe se vuelve primero pintor para los turistas, luego falsificador de cuadros, fabricante de documentos de identidad, proxeneta… aprende el arte de la prestidigitación y enriquece sus trucos de magia utilizando productos químicos. Convertido en “mago”,vive explotando la credulidad del público. Una de sus presentaciones termina mal cuando un cliente, al ver que ha sido estafado, quiere recuperar su apuesta de sesenta onzas de oro. Giuseppe bálsamo debe huir de Nápoles aprisa.

·"DIVINA SERAFINA"


En roma, Giuseppe retoma a sus actividades habituales: falsificador de cuadros, colectas a favor de órdenes religiosas imaginarias y charlatanerías de toda laya. En 1768 conoce a una mujer muy bella, Lorenza feliciani, con la que contrae matrimonio. Hija de un pequeño artesano, inteligente y ambiciosa, empuja a Giuseppe para que no se contente con  pequeñas truhanerías y lo bautiza con el nombre de  alessandro conde cagliostro. Ella se trasforma en serafina. Invierten en bellos ropajes y parten a hacer fortuna en España, donde nadie los conoce.
Su plan es muy simple: Lorenza-serafina, irresistiblemente bella, se desliza en el lecho de los todopoderosos mientras que cagliostro establecerá en los salones conocidos su reputación de mago. Esta perspectiva no  molesta a cagliostro, quien ya ha oficiado de proxeneta en Nápoles. El plan tiene completo éxito, ya que apenas llegada a España, serafina seduce al virrey, cagliostro, introducido por ella en la alta sociedad, embauca a los ingenuos.

Los dos timadores viajan luego a Inglaterra, donde serafina aliviana a un viejo lord de una parte de su fortuna mientras su marido hace evaporarse “torpemente” un collar de diamantes en una experiencia satánica que “fracasa”. Llega a Francia en 1780, se estableció en strasburgo, donde fue recibido con entusiasmo y luego vino a parís con admiración de la alta sociedad francesa. Se traslado a la aristocracia pública donde consiguió el patrocinio de un gran señor, el cardenal Luis de rohan.
Cagliostro afirmaba tener el agua de la juventud que vendió a los crédulos, vendió a damas y caballeros distintos  elixires, pastillas, magia y brujería y afirmo tener el poder de hablar con los muertos. Muy pronto todo parís no hablas más que de la “divina serafina” y el maravilloso mago que la acompaña.

El conde Geugnot los describe en sus memorias: “ era de estatura más bien baja, bastante gordo, con la tez aceitunada, el cuello muy corto, el rostro redondo, adornado con dos grandes ojos salientes y una nariz ancha y respingada. Tenía todo el aspecto exterior y los avíos de una charlatán y causaba sensación, sobre todo entre las damas, apenas entraba en un salón. Ese día llevaba un traje a la francesa, numerosos anillos de valor y las hebillas de sus zapatos eran tan brillantes que parecían de diamantes finos”

·LA MASONERÍA EGIPCIA!


De capital en capital, cagliostro se da cuenta de que sus jugadas se vuelven  peligrosas y de que puede ser fácilmente desenmascarado. Ya ha probado la paja húmeda de los calabozos londinenses. Entonces, modifica su campo de actividades y se interioriza en la alquimia y en el esoterismo. Se proclama luego el  “gran copto de Asia y de Europa” y cuenta que es el hijo desposeído de un rey de trebizonda, recogido en su infancia por  el califa de la meca, quien lo inicio en los secretos de Persia, del islam y de la india.
Habría perfeccionado posteriormente su educación con los derviches giradores y luego en una secta egipcia, antes de ser instruido en alquimia de damasco y después en los laboratorios secretos de los caballeros de malta…en los años de 1770, la masonería experimenta un impulso formidable y cagliostro, iniciado en una ligia tradicional, decide crear su propia secta, la masonería egipcia, caracterizada por una estructura jerárquica rígida.


Su éxito es fulmínate y el negocio le produce grandes ganancias. Pero, también, sin duda por primera vez en toda su existencia, cagliostro parece apasionarse realmente por sus investigaciones. Con dos compañeros: magneval y saint-costard, efectúan un trabajo  esotérico profundo. Y aquí se revela otro cagliostro: pensó  solamente en documentarse a fin de preparar un nuevo timo, pero se deja llevar por el juego y se trasforma en un verdadero esotérico. Sus sistemas simbólicos convierten a muchos discípulos suyos y la masonería  egipcia hace escuela.

·UN MASÓN EN LA PRISION DE LA BASTILLA

En 1786, cagliostro está en la cima de su gloria. Paralelamente a la masonería egipcia no ha podido evitar regresar a sus actividades como mago y manifiesta su habitual atracción por las piedras preciosas. De modo que, cuando estalla el asunto del collar de la reina Marie Antonieta, es acusado de haber robado la joya. Detenido, es llevado a la bastilla el 22 de agosto. Diez días después, con la ayuda de Jacques de epremesnil y el abogado jean charles thilorier, queda libre de toda sospecha. Sin embargo, permanece durante casi un año en la bastilla, lo que le permite aparecer, a los ojos liberales, como un símbolo de la arbitrariedad real. Cuando sale por fin en libertad y mientras los parisinos lo festejan, recibe un duro golpe: un decreto de expulsión en su contra. Debe abandonar Francia en el plazo de dos semanas. Se retiro a Inglaterra donde apoyo a la embaucadora condesa la motte a publicar sus calumniosas memorias.

 Luego en 1789 se traslado a roma donde deambulo en varias ciudades donde serafina lo traiciona definitivamente. Lo denuncia a la santa inquisición de mantener relaciones con Satanás. Fue juzgado y condenado por la justicia pontificia en 1791 por el papa Pio VI  el 27 de diciembre a la pena de muerte, pena que fue conmutada a prisión perpetua. serafina  fue absuelta, pero ella fue encarcelado como medida disciplinaria en el convento de Santa Apolonia en el Trastevere, donde terminó sus días. En prisión muere demente el 26 de agosto de 1795. Aun hoy en día los esotéricos se interrogan sobre el verdadero cagliostro. Era sin lugar a dudas un pillo sin escrúpulos, pero ello no debería desacreditar sus investigaciones esotéricas.

domingo, 1 de abril de 2012

EL ODIO DE MARIE ANTOINETTE HACIA EL CARDENAL DE ROHAN!


Antes de pasar a describir todos los acontecimientos que precedieron el asunto del collar. Pasemos a examinar el resentimiento que sentía maría Antonieta hacia el cardenal de rohan. este mundano y noble sacerdote no le hizo jamás daño alguno; hasta fue aquel que, cuando la entrada en Francia de la reina, le dio la bienvenida a la puerta de la catedral de Estrasburgo; Bautizó a los hijos de la reina y ha buscado todas las posibles ocasiones para acercarse a ella amistosamente. Hasta en lo más profundo de su ser no existe oposición alguna entre sus dos naturalezas; por el contrario, este cardenal de Rohan es realmente una copia masculina del carácter de María Antonieta; igualmente frívolo, igualmente superficial y gastador, y tan negligente en cuanto a sus deberes religiosos como ella respecto a sus deberes regios; un clérigo mundano, lo mismo que ella es una soberana mundana; obispo del rococó, lo mismo que ella es reina del rococó. Habría concertado excelentemente con las gentes del Trianón, dadas sus maneras cuidadas, su espiritual aburrimiento, su ilimitada prodigalidad, y probablemente se habrían entendido a las mil maravillas el cardenal elegante, bello, ligero, gratamente veleidoso, y la reina coqueta, bonita, jugadora y gozadora de la vida. Sólo una casualidad los convirtió en adversarios, pero ¡con cuánta frecuencia aquellos que, en el fondo, son entre sí muy semejantes se convierten en los más encarnizados enemigos!.

María Teresa fue quien actuó de cuña para apartar a Rohan y María Antonieta; el odio de la reina es herencia materna, un odio contagioso, nacido de la persuasión. Antes de ser cardenal de Estrasburgo, Luis de Rohan había sido embajador en Viena; allí había sabido atraer hacia sí el ilimitado enojo de la vieja emperatriz. Esperaba ella un diplomático y encontró frente a sí un presumido charlatán. La escasa capacidad intelectual del cardenal la habría aceptado gustosa María Teresa, porque la simplicidad del enviado de una potencia extranjera significaba un buen elemento en favor de su propia política. También habría dispensado el fausto de que se rodeaba el cardenal, aunque la enojara fuertemente que este vano siervo de Jesús hubiera entrado en Viena con dos carrozas de gala, cada una de las cuales costaba cuarenta mil ducados; una gran caballeriza, camareros y ayudas de cámara, guardias y lectores, maestros de ceremonias y de casa y corte, un abigarrado bosque de plumachos a innumerables sirvientes con libreas de seda verde: lujo que dejaba insolentemente en la sombra el de la corte imperial.


El espectáculo de un servidor de Dios que deja sus sagrados hábitos para irse, vestido de cazador, rodeado de admiradoras, a matar en un solo día ciento treinta piezas de caza provoca en esta mujer piadosa ilimitada indignación, la cual asciende hasta el furor tan pronto como observa que aquella libre, frívola y dispendiosa conducta, en vez de escandalizar, encuentra en Viena general aprobación, ¡en su Viena, la ciudad de los jesuitas y de las comisiones de costumbres! Toda la nobleza respira libremente en compañía de este noble y elegante fanfarrón; ante todo, las señoras, a quienes la severidad de costumbres de la puritana viuda amarga la existencia, se agolpan para concurrir a las alegres cenas del embajador.

«Nuestras mujeres, sean jóvenes o viejas, bellas o feas, están hechizadas por él. Es su ídolo; están plenamente locas, en tal forma, que el cardenal se siente extraordinariamente a gusto aquí y asegura que quiere prolongar su residencia aun después de la muerte de su tío el arzobispo de Estrasburgo.» Pero hay más todavía: la ofendida emperatriz tiene que ver como Kaunitz, su hombre de confianza, siempre fiel, llama a Rohan su querido amigo, y hasta su propio hijo José, establece también cierta amistad con el obispo: tiene que contemplar la emperatriz cómo aquel elegante señor seduce a la familia imperial, a toda la corte y a toda la ciudad, encaminándolos hacia su disoluto modo de vivir. Pero María Teresa no quiere que su Viena, severamente católica, llegue a ser ningún frívolo Versalles, ni ningún Trianón, ni dejar que se introduzcan en su nobleza el adulterio y el amancebamiento; tal peste no debe establecerse en Viena, y para ello es preciso que Rohan se marche. Carta tras carta van hacia María Antonieta para que ésta haga todo lo posible para apartar de la proximidad de su madre este «repugnante individuo», conduce la cólera de esta mujer reflexiva. Gime, grita hasta la desesperación, para que la «libren» por fin de este mensajero del Anticristo. Y en efecto, apenas María Antonieta asciende al trono, cuando logra, obediente a su madre, que Luis de Rohan sea llamado de su puesto en la Embajada de Viena.


Pero un Rohan, cuando cae, es para ascender. Por el perdido puesto de embajador lo elevan a obispo, y poco después a gran limosnero, la suprema dignidad eclesiástica de la corte, por cuyas manos son distribuidos todos los dones benéficos del rey. Sus rentas son inmensas, pues no sólo es obispo de Estrasburgo, sino landgrave de Alsacia, abad de la muy lucrativa abadía de Saint-Vaast, superintendente del hospital real, provisor de la Sorbona y además de eso, no se sabe por qué méritos, miembro de la Academia Francesa. Pero por muy poderosamente que se amontonen sus ingresos, siempre son sobrepujados por los gastos, pues Rohan, bonachón, aturdido y dilapidador, derrama dinero a manos llenas. Reedifica, gastando millones, el palacio arzobispal de Estrasburgo: da las fiestas más suntuosas, no es ahorrador con las mujeres, y, de todas sus fantasías, su amistad con el conde Cagliostro es de las más escandalosas, pues este señor es miembro de la francmasonería. Pronto no es un secreto para nadie que las finanzas del obispo se hallan en una situación extremadamente triste; con más frecuencia se encuentra a este servidor de Cristo en casa de usureros judíos que en la de Dios, y más a menudo en compañía de damas que en la de sabios teólogos.

Durante quince años, desde su primer encuentro delante de la catedral de Estrasburgo, María Antonieta, fiel al mandato de su madre, no le ha dirigido la palabra ni una sola vez, sino que lo ha tratado mal delante de toda la corte. De este modo tiene que considerar como un villano acto de venganza el que precisamente este hombre haya osado mezclar el nombre de la reina en un asunto de estafa; de todos los ataques a su honor que ha sufrido de parte de la nobleza francesa, le parece el más desvergonzado a insidioso.

domingo, 25 de marzo de 2012

RETAUX DE VILLETTE!

Armand gabriel retaux de villette (chuzelles, lyon 1759 – Italia 1797) era hijo de un aristócrata de menor rango. Su familia carecía de recursos financieros para asegurarle un puesto adecuado a su estatus en la vida. En una edad joven, retaux dejo su casa y se alisto en el ejército como soldado raso.

Retaux era un hombre alto de cabello rubio y ojos azules. Conocido por su amistad con Nicolás de la motte desde su infancia, y ambos entraron en la caballería de la guarnición de lunèville. Retaux fue relativamente educado y logro, con una buena v oz, la capacidades tocarla mandolina cas profesional y algo autentico para la caligrafía y la escritura. Fue publicado en algunos periódicos europeos como la “gaceta de Leyden”

En 1778 se traslado a parís y se representaba a sí mismo como el “conde de villette”, un titulo que en realidad pertenecía a su hermano mayor. Se apoyo, mediante la contratación de mujeres jóvenes para la prostitución en burdeles. Fue durante este tiempo que desarrollo un talento para la falsificación.

Parase bastante probable que tenía una relación con la esposa de su amigo la motte. Desde luego fue nombrado “secretario personal” de Jeanne. Retaux mismo admite en sus memorias que “amaba a la señora de la motte con desesperación”.

Retaux era cómplice en muchos de los planes de madame la motte, para utilizarlo para engañar al cardenal de rohan. Ella seguro que era ”desclaux”, el mensajero confidencial de la reina, creando apariciones de retaux dejando el trianon. Esto sería un elemento muy importante más adelante. Retaux desempeño el papel de forjador, escribiendo cartas a Jeanne en la mano de maría Antonieta, haciendo creer como si la reina codiciara el collar. En sus memorias añade que el cardenal de rohan estaba presente cuando se firmo el contrato del collar y sugirió que se añadiera “marie antoinette de francia”. Aunque es poco probable esta afirmación.

El señor retaux fue detenido para ser interrogado por la policía de parís sobre el tema de un número considerable de diamantes en su poder. De hecho escapo a suiza, pero cuando el escándalo del collar estallo, fue detenido en ginebra y arrastrado a la cárcel de parís.

el cardenal de rohan, el señor y señora la motte, la baronesa nicole de oliva, el ocultista cagliostro y retaux de villette fueron expuestos a un juicio por el robo del collar y el crimen de lesa majestad (falta de respeto penal contra la reputación de la reina, en este caso, refiriéndose a la arboleda de la escena de venus). el papel de retaux como falsificador y cómplice se hizo publico. el 31 de mayo de 1785, termino su juicio, con una sentencia a perder sus pertenecías y ser desterrado de Francia para siempre.

se traslado a Italia, donde vivió el resto de sus días en la pobreza, bajo un nombre falso, publico sus memorias y murió finalmente en 1797, a la edad de 39 años.

EL CONDE NICOLAS DE LA MOTTE

Marc antoine Nicolás de la motte (bar-sur-Aube 29 julio 1755 – parís 6 noviembre 1851). Era una maravilla, un hombre de físico esplendido. Era un caballero y un oficial de la caballería en la gendarmería. Con su mala conducta nunca logro un adelanto dentro de la caballería.
Estando residido en bar-sur-Aube en casa de su tío, conoció a la señorita de valois. Era un personaje animado, de gran alcance, y ella era de un carácter impetuoso y salvaje. Con quien se casaria el 6 de junio de 1780, el matrimonio fue sancionado por la protectora de crianza de la señorita, la marquesa de Boullainvilliers y el obispo de Langres, un viejo amigo (y quizás amante) de Jeanne.
La pareja dio a luz a mellizos, bautizados como jean baptiste y marc nicolas. Pero solo sobrevivieron unos pocos días.
La tristeza de la muerte de los bebes, el matrimonio no iba a ser feliz. Tampoco tenían mucho dinero a su nombre, ambos tenían el tipo de hábitos y delirios de grandeza. Aparte de eso, la señora la motte no era fiel, y probablemente tampoco lo era el señor. Nicolás se vio obligado a renunciar a la caballería después de lo que parece haber sido un romance entre su esposa y su comandante, el marqués de Autichamps.
Además la señora también sostenía una relación con su amigo de infancia, retaux de villette, un compañero en la guarnición. Con el tiempo se convirtió en secretario personal, era falsificador, un músico consumado e ingenioso.
Los mottes revoloteaban entre parís y versalles tratando de captar dinero con el linaje de la seora. La corona ya había dado pensiones a jeanne, a su hermana y a su hermano. La corona no estaba dispuesta a hacer más por los parientes muy lejanos que claramente no tenían control de sus finanzas. Con el tiempo la pareja comenzó a referirse a sí mismos como el conde y la condesa de la motte. No tenían derecho al título.
Madame la motte decidió finalmente crear un esquema de ganar dinero mediante la venta de su “influencia”. Todo lo que tenía que hacer era decirle a la gente de la corte que era una intima amiga de la reina. Ganarse el favor real era un gran negocio, ella se las arreglo para llevarlo a cabo en una escala mucho mas grande. Gracias a la influencia de su esposa, mediante el cardenal de Rohan, mas tarde obtuvo una comisión como guardia personal del conde de artois.Sea como sea en la elaboración del plan para robar el collar de diamantes inmensamente caro, el señor la motte fue parte de la trama. él fue sin duda parte de la farsa del bosquecillo de Venus. Pocos meses después de obtener el collar puso los diamantes en venta en Londres. A su regreso a parís se traslado a bar-sur –Aube y llevaron una vida despilfarradora con su esposa.
Cuando su esposa, Jeanne de la motte fue arrestada, el conde escapo de vuelta a Londres. Allí permanecería durante muchos años. Fue un juicio sensacional, que implicaba hurto mayor, suplantación de la reina y un cardenal de la iglesia católica engañado.
El señor la mote fue condenado en ausencia a la flagelación, la marca y el encarcelamiento de por vida en el galeras. Tras la toma de la bastilla y el comienzo de la revolución, regreso a Francia en 1792 donde el gobierno revolucionario lo libro de cargos. Ocupo diversos cargos y posiciones, en gran parte debido a la ayuda del conde Beugnot, quien era un miembro influyente de los sucesivos gobiernos.

domingo, 18 de marzo de 2012

ENTRA EN ESCENA LA CONDESA JEANNE VALOIS DE LA MOTTE!

En el centro de todas autenticas y verdadera comedia se encuentra siempre una mujer. La del asunto del collar, seria jeanne valois, hija de un noble arruinado y de una corrompida criada de servir, se crio como una sucia y abandonada mendiga que va descalza a robar patatas por los campos y que por un pedazo de pan guarda las vacas de los aldeanos.
Se habría envilecido gracias a la casualidad, de que a los siete años, le pidiera limosna en un camino a la marquesa de boulainvilliers con este asombro lamento: << piedad para una pobre huérfana de la sangre de los valois!>>.
Esta Jeanne es realmente hija legitima de Jacques de saint-remy, por su profesión de cazador furtivo, borracho y terror de los aldeanos, pero, a pesar de ello, un directo y autentico descendiente de los valois.
La marquesa de boulainvilliers, conmovida, lleva a la muchacha junto con su hermana más joven, y las hace educar, a su costa, en un pensionado. A los catorce años entra Jeanne como aprendiza en casa de una modista; después se hace lavandera, planchadora, aguadora, costurera de blanco y por último, es internada en un convento para doncellas nobles.
A los veintidós años escala resueltamente, con su hermana, las tapias del convento. Sin dinero en los bolsillos y el espíritu lleno de afán de aventura, emergen ambas en bar-sur-Aube. Allí Jeanne, se encuentra un oficial de la gendarmería, de una nobleza de segunda orden, Nicolás de la motte, el cual después de poco tiempo de quedar embarazada de mellizos se casa con él.

Jeanne solo tenía un pensamiento y una meta clara: subir. Primeramente se acerco a su bienhechora, la marquesa de bouinvilliers, y tiene la suerte de ser recibida por ella precisamente en el castillo del cardenal de Rohan, en saveme. Linda y hábil, aprovecha al punto la amable debilidad del galante y bondadoso cardenal. Por su mediación obtiene enseguida para su marido un despacho de capitán en el regimiento de dragones y el pago de las deudas contraídas hasta el día. El de la motte, ahora se concede a si mismo, por su propia plenitud de poderes, un título de conde y hasta libre de gastos. Jeanne se jacta con un nombre tan sonoro como el de “la condesa de valois de la motte”.

Ambos compinches alquilan en parís toda una casa en la rue neuve-sainte-gilles, les hablan a los usureros de unas inmensas propiedades, toman préstamo y llevan una gran vida de sociedad.La astuta embaucadora pisa Versalles, se coloca, con los otros pretendientes en la antecámara de madame elisabeth, y de repente cae desmayada. Todos se precipitan, su marido pronuncia su nombre retumbante, y refiere, con lágrimas en los ojos, que el hambre sufrida son las casa del desvanecimiento. Llenos de compasión, le son enviadas a su casa doscientas libras y la pensión de ochocientas a mil quinientas. Más adelante dan un nuevo golpe; un segundo desvanecimiento en la antecámara de la condesa de artois, un tercero en la galería de los espejos, por la que tiene que atravesar la reina. Por desgracia, María Antonieta, no sabe nada de esta ocurrencia y un cuarto desmayo en Versalles seria sospechoso. Así, ambos esposos regresan a parís con un botín reducido. Están muy lejos de haber alcanzado lo que querían. Se llenan orgullosamente la boca diciendo lo bondadosa y cordialmente que los ha recibido la reina, como a queridos parientes.

Ambos mendigos cargados de deudas, crean toda una corte en torno a sí, dirigidas por el llamado primer sacerdote, un tal retaux de billete, el cual, en realidad, no solo comparte sin titubear las bribonerías de la noble condesa, sino también su lecho; un segundo secretaria, Loth, hasta pertenece al estado eclesiástico. Pronto será tiempo de asestar un gran golpe.