martes, 1 de septiembre de 2009

LA REINA MARIE ANTOINETTE Y SUS FIESTAS

Luis XVI viene a veces a Trianon y contempla como se divierte la gente joven, intenta a veces hacer tímidas represiones cuando se han traspasado con excesiva despreocupación las fronteras de lo convenido, o cuando los gastos crecen hasta el cielo, pero entonces la reina se ríe, y con esa sonrisa esta concluido todo.

pero aquel buen hombre no perturba jamás largo tiempo, no permanece allí mas que una hora o dos, y después se vuelve al trote de sus caballos hacia Versalles, en busca de sus libros o de su taller de cerrajero. una vez, como esta allí sentado demasiado tiempo y la reina esta ya impaciente por trasladarse a parís, adelanta ella misma, secretamente, la hora del reloj, y el rey, sin notar el mas pequeño engaño, se va a la cama a las diez en vez de las once, y toda la elegante canalla se ríe hasta troncharse.

El joven rey no sabe contar anécdotas maliciosas, no sabe reírse. asustado y tímido, se deja estar sentado en medio de una reunión, como si tuviese dolor de vientre y bosteza de sueño mientras los otros solo a medianoche comienzan a estar animados. no va a bailes de mascaras, no apuesta en los juegos de azar, no le hace la corte a ninguna mujer. para este rey aburrido en las reuniones del Trianon, en el imperio de la reina, en aquellas arcadicas praderas de la frivolidad y la petulancia, esta completamente fuera de lugar.

El rey no demostró ningún impedimento en el camino de las inclinaciones de María Antonieta. esta indiferencia respecto a su diversiones había sido seguido por la admiración y el amor, era un esclavo de los deseos de la reina. María Antonieta emprende sus correrías diurnas y nocturnas por todas las provincias de la alegre ociosidad acompañada de su cuñado y su alocada pandilla.


El embajador Mercy dispara a Viena informe tras informe: " su real alteza olvida plenamente su dignidad externa, apenas es posible amonestarla, porque las diferentes diversiones siguen una tras otra con tal rapidez que solo con el mayor trabajo se encuentra algún momento en que hablar con ella de cosas serias".

"...no estamos aquí para divertirnos, sino para ser dignos del cielo. perdona los sermones... pero como me doy cuenta de las consecuencias de tus acciones. deseo salvarte del abismo hacia el que estas en tu carrera. mi amor me obliga a advertir de estos asuntos, a no despedir mis palabras con demasiada precipitación". (Marie Teresa a María Antonieta, 2 junio 1775).

al cabo de unos años el delirio de placeres de Maria Antonieta alcanza el punto máximo. la mundana reina no falta a ninguna carrera de caballos, a ningún baile de la opera, jamás vuelve al hogar antes de los resplandores del alba, hasta las cuatro de la madrugada permanece sentada delante de la mesa de juego, sus perdidas y deudas provocan ya publico enojo.


En vano la exhorta su madre:" si aun fuera en compañía del rey, guardaría silencio, pero siempre sin él!, y siempre con lo peor y mas joven de la gente de parís, siendo la encantadora reina la de mas edad de toda esa tropa... ya no se oye hablar mas que de carreras de caballos, juegos de zar y noches en vela... no puedo evitar que todo el mundo hable de ellos y me lo refiera" (30 noviembre 1776).

Pero todas esas reflexiones no ejercen ninguna influencia sobre la insensata mujer. ¿Por qué no gozar de la vida? no tiene ningún otro sentido sino ese. y responde a las advertencias maternas que le comunica el embajador Mercy: "¿que quiere? tengo miedo de aburrirme". con esa frase ha pronunciado Maria Antonieta la palabra definidora de su tiempo y de su sociedad.


"en verdad me siento miserable a causa de las diferentes historias que circulan sobre mi". María Antonieta su madre (16 diciembre de 1776).

Semanas después, ya tarde por la noche, hacen enganchar las carrozas y, disfrazados con careta, se dirigen al baile de la opera, en la meca, en parís, la ciudad prohibida. a la mañana siguiente, como se presenta como es debido a la primera misa, esta aventura queda desconocida por completo.


María Antonieta permanece siempre en estas escapadas parisienses, dentro del estrecho circulo centelleante de los placeres mundanos. su furia de diversiones y el ruido que la reina hacia cuando retornaba muy tarde la noche, finalmente molestaron al rey, fue entonces cuando Luis XVI empezó a dormir en su propia habitación. creando escándalo en la corte francesa y en su madre, aparatando la posibilidad de consumar el matrimonio y el tan anhelado heredero.

María Antonieta tiene que volver a quejarse a su madre: "al rey no le gusta dormir acompañado... a veces viene a pasar la noche conmigo y no me creo autorizada a atormentarlo para que lo haga con mayor frecuencia".

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