martes, 1 de septiembre de 2009

LA PELIGROSA AFICION AL JUEGO Y LAS APUESTAS


La reina efectivamente era adicta al juego. Organizaba un juego cada noche y podía pasar horas apostando. Su madre Marie teresa le había enseñado a su hija a jugar a las cartas, ya que era sabido que en Francia el juego era común, y no quería que estando allí perdiera toda su fortuna por no saber jugar. No obstante, María Antonieta si llego a endeudarse por las apuestas y era Luis XVI quien terminaba pagándolas.

La mesa de juego era un nivelador notorio del comportamiento de los huéspedes que era con demasiada frecuencia los hermanos del propio del rey; que eran maleducados, arrogantes y de mal genio. El conde de Provenza, en una ocasión tan completamente olvidado el respeto a la reina, asalto a un caballero en su presencia, y el conde de Artois siempre perdió los estribos cuando perdía su dinero.

Para animar el negocio y aumentar la circulación de capitales, la reina consiente recibe gustosa a cualquiera que trae dinero, que se aproxime a su mesa con tapete verde; ganchos y gorrones fluyen allí, y no pasa mucho tiempo sin que circule por la ciudad la vergonzosa noticia de que se hacen trampas en el círculo de la reina. Solo una persona no sabe nada de ello, María Antonieta, porque, deslumbrada por su placer, no quiere aprender otra cosa.

Desde el momento que entra en calor, nadie puede detenerla: días tras día, juega hasta las tres, las cuatro o las cinco de la mañana, y hasta una vez, con escándalo de la corte, en la víspera de todos los santos, esta jugando la noche entera.

Y de nuevo resuena el eco de su madre: “el juego es indudablemente una de las diversiones mas peligrosas, pues atrae malas compañías y las peores conversaciones…”.


·EL FAMOSO FARAON!:Antes de María Antonieta, el juego en la corte real era aun una distracción inocente; algo como el billar o la danza: se jugaba al nada peligroso Lansquenet con apuestas insignificantes.

En 1776, durante el viaje a Fontainebleau, María Antonieta descubre, para si y para los otros el famoso faraón, que conocemos como por Casanova como el campo elegido por todos los trapaceros y estafadores. En la primera noche, la reina casi hasta las cuatro de la mañana y perdió cuarenta libras. En el segundo viaje jugo solo tres horas y solo perdió unas cuantas libras.

Según un informe del conde Mercy: “el rey que nunca sale de su apartamento durante la tarde, no le gustaba las grandes apuestas de juego, sin embargo, no se atrevió a criticar en esta ocasión, porque tenia consideración a todo lo que divertía a la reina” (noviembre de 1776).

El que una orden del rey, expresamente renovada, haya prohibido bajo pena de multa todo juego de azar, es indiferente a estos puntos: la policía no tiene acceso a los salones de la reina. Esta frívola pandilla seguirá jugando y los camareros tienen el encargo, caso de que venga el rey, de dar inmediatamente la señal de alarma.

“los usos de este país, no admite la calidad de la gente que toma el banco faraón. El duque de Fronsac y el marques d`ossun, complacen a la reina participando en estos juegos pero se presentan disputas indecentes que les obliga a retirarse… el conde de Artois se las arrela para mantener el corte de un juego sin limites y crece día a día… esto provoca escándalo y murmullo en el auditorio de la reina” (el conde Mercy, 17 octubre 1777).

Una carta de José II al conde Mercy muestra su desagrado por la conducta de la reina: “yo estoy muy enfadado, la furia del juego tiene tan poco efecto sobre la mente de la reina. Área  su disipación, su necesidad de placer y el de encontrar aquellos que le proporcione el contenido” (02 noviembre de 1777).

“al jugar a las cartas de la reina, todo el mundo era libre de escoger si sentarse o pararse, como resultado no hay apariencia de un tribunal, solo confusión impropia… es increíble y escandaloso como estos juegos se establecieron por la reina, precisamente cuando el tiempo debe ser dedicado a la etiqueta. La única respuesta que he recibido de esta observación era que ella tenia “miedo de aburrirse” (el conde Mercy, 19 noviembre 1777).


En 1778, durante el viaje de la corte a Ghoisy, no sin sorpresa, el rey jugo por primera vez al faraón. Según el conde Mercy: “fue una de las mayores marcas de complacer que podía darle a su esposa real, y no hay temor de que empiece a cultivar este habito. Seria peligroso y dañino, porque esta seria una razón mas para que se abstengan los juegos de azar” (19 noviembre de 1778).

En 1780, una gran parte de los juegos de azar fueron completamente cesados. El conde de Artois, y Luis XVI, tenían gustos sencillos, sobre todo jugando a la lotería. María Antonieta no le gustaba este juego de niños, pero, por respeto al rey, ella jugo cada noche hasta cerca de las once. Su ansiedad le llevo a implorarle al rey jugar solo una vez mas, y este acepto. Pero la reina se las arreglo para que este juego durara tres días más.

1 comentario:

  1. según Alejandro Dumas en su Historia de Luis XVI y María Antonieta,el rey Luis jugaba también a la lotería. eso se lee en las cuentas del rey. y lo que ganaba,lo donaba a la caridad,porque él era rico.
    gracias.

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